COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – La pileta comenzó a funcionar como un aporte de la estatal YPF para sus empleados, pero luego se convirtió en un lugar muy concurrido por los vecinos de toda la ciudad. Lo que hoy es un montón de escombros abandonados, años atrás fue una pileta olímpica que contaba con una cancha de pelota paleta y un quincho abierto para eventos y fiestas. La época de esplendor terminó cuando la empresa estatal “Agua y Energía”, que administraba la usina de generación eléctrica, se privatizó a comienzos de los años 90.

La pileta fue concebida como un natatorio de dimensión olímpica que se llenaba con agua del mar y estaba al aire libre. Pero tenía una particularidad: su temperatura alcanzaba a veces a los 27°C, porque aprovechaba el agua utilizada para la refrigeración de los condensadores de la central térmica que generaba electricidad para gran parte de la ciudad y la región.

Es por eso que se concretaron muchos torneos acuáticos, en distintos niveles como en el círculo de YPF, tanto locales como nacionales, donde Luis Mora logró romper el récord de permanencia en el agua de más de tres días en 1951. También se jugó el Campeonato Argentino de Juveniles Sub-18 de Waterpolo, que se desarrolló del 7 al 9 de enero de 1988. Además se disputaron siete Campeonatos de Verano de Primeras divisiones.

El sueño de la reconstrucción de la pileta de Kilómetro 5

RECUERDO DE LOS AÑOS FELICES

En contacto con ADNSUR, el ex piletero Arturo Ruiz cuenta cómo eran aquellos días de verano, cuando todo lo que hoy está lleno de tierra, musgos y desechos era un lugar para el encuentro. Vecinos se concentraban en el barrio Km5 para pasar la tarde para respirar aire fresco y tomar un poco de sol.

“Éramos los pileteros, lo hacíamos como hobby. En realidad era un rebusque, como se le llama ahora, porque era una changuita que teníamos los adolescentes del barrio para sustentarnos en el tiempo de verano”, recuerda y deja escapar una sonrisa, como si estuviera pensando en lo que fue una mezcla entre aventura de adolescentes y los primeros pasos en el mundo de las responsabilidades.

“Cuando los maestros nos veían trabajando ahí dentro  no lo podían creer, porque éramos chicos que tendríamos entre 14 y 15 años. Si bien no teníamos muchas capacitaciones, era lindo porque aprendíamos, conocíamos más gente y ser uno de los pileteros del barrio te daba muchos privilegios dentro del grupo de amigos”, añade.

Al navegar en tantos recuerdos de personas y momentos, va encontrando más detalles: “trabajando éramos cuatro que cuidaban, más el que estaba en la boletería, pero variábamos. Una vez Gerardo Berra, ex combatiente de Malvinas, nos dio un par de lecciones de guardavidas, pero no teníamos experiencia, sólo entusiasmo de jóvenes”.

Además de cuidar a las personas que decidían ir a pasar unas horas allí, también debían mantener el lugar en condiciones, entonces nos cuenta como era el día a día como responsables de varias tardes felices y cálidas de distintas familias de la ciudad.

Día por medio se vaciaba la pileta completa y la limpiábamos, los camarines y el entorno lo limpiábamos día a día. La jornada comenzaba a las 9 de la mañana, estábamos ahí para preparar todo para que a las 10 ó 10 y media, ya la gente pudiera ingresar; y para las 2 de la tarde, ya era un mundo de gente por lo general, a veces no entraba más, era demasiado concurrida”, recuerda.

Entre tristezas y alegrías, entre lo divertido y las obligaciones, vienen a la memoria algunos ‘permitidos’ que se daban en el trabajo aquellos adolescentes: “era muy común juntarnos temprano, como a las 10 de la mañana a jugar un torneo de ‘cabecitas’ y al que le hacían un gol… se tenía que meter a la pileta”, relata Arturo.

Cuenta que está seguro de que la pileta debe estar en la memoria de muchos jóvenes de aquel tiempo, debido a que “se aglutinaba gente de todos los barrios. En ese momento estaba la empresa ‘Alarcón’, que eran los colectivos de la época, y se estacionaban afuera de la pileta, a veces se veía el desfile de chicos desde Km8 que cortaban por el cerro con la calle Reconquista que da al frente de la pileta”.

El sueño de la reconstrucción de la pileta de Kilómetro 5

EL LUGAR DEL REENCUENTRO

Arturo cuenta que en realidad lo importante era pasar un buen momento porque, “cuando no había plata para pagar la entrada, con que te ofrecieras a limpiar ya te daban hasta como una semana para entrar”.

Las tardes eran tan lindas que resultaban cortas. “A veces eran las 7 y hasta las 8 de la noche, pero todavía no podíamos salir de la pileta porque la gente no se iba”, asegura.

Argrega: "lo más rico que se comía eran unos panchos que se hacían ahí, con una Crush o una Gini cola, que en ese momento venía la embotelladora por la calle Arenales y descargaba las gaseosas. A veces se terminaban las cosas y salíamos corriendo a comprar más, por la cantidad de gente que nos visitaba”, describe.

Mirando a lo lejos, como buscando con la mirada los brillos de un tiempo que ya no es, Arturo sonríe y se entusiasma: “Anécdotas para contar tengo un sinfín, entre alegrías y tristezas porque hoy tanta falta hace nuestra pileta y no la tenemos”.

UN LUGAR PARA EL DEPORTE ACUÁTICO

También son intensos los recuerdos de las actividades deportivas.

“Me quedó muy marcado cuando fue el torneo de Waterpolo, porque vinieron muchos clubes grandes de Buenos Aires como Quilmes, y nosotros con el grupo de pileteros conseguimos armar un equipo. Nos juntamos con Juan Trevisano, un muchacho que se dedicaba al deporte, con Eladio Salazar, también estaba el ‘Patora’. Así formamos ’Agua y Energía‘, nos dieron los gorritos para jugar con las influencias del Tano Munini, que también ayudó a fundar el equipito, que tenía al ‘Cucho’ Gallardo como entrenador. Éramos muchos chicos que aportábamos un poco, jugamos en la pileta de Km5 y en Caleta Olivia”, relata.

Los recuerdos vienen y van, de un tema a otro. En un punto de la charla, Arturo vuelve a ser un niño junto a sus amigos.

También hacíamos acrobacias del trampolín más grande que teníamos, había un chico que hacía doble rol y se tiraba de cabeza, era un grupo importante, que venía a divertirse después de las horas de trabajo; también venían trabajadores de la empresa a tirarse un rato al agua”.

Dentro de este predio, todos sus rincones, lo que ayer era concurrido y deseado en las tardes de verano. Hoy no es más que un montón de escombro viejo con aguas verdes llenas de musgos. Los años pasaron y aquellos niños que disfrutaron la querida pileta de km5, en la actualidad sólo pueden contar anécdotas a sus hijos, para intentar sensibilizar y transmitir aquellas coloridas infancias o adolescencias.

Agrega que  “nuestra querida pileta cerró sus puertas cuando la estatal ‘Agua y Energía’ dejó de existir y se hicieron sociedades dentro de la empresa. Como no la pudieron sostener los empleados y no podían seguir funcionando con calderas, por lo que había que comenzar a usarla con un sistema de tubo a gas. Así que su cierre fue por el cambio y remodelación de sus equipos, básicamente”.

Pero en la memoria de muchos vecinos, la pileta sigue convocando a divertirse: “se vendió todo lo estatal y ahí fue cuando cerró sus puertas y quedó todo en total abandono. Teniendo en cuenta que era una pileta olímpica en la cual se organizaron torneos de waterpolo, funcionaban las colonias de vacaciones… también se hizo ‘Mojarrita Agüero’ que hizo una permanencia en la pileta de km5”, agrega Arturo, sumando hazañas y personajes hoy desconocidos para las nuevas generaciones, pero que los “40 y pico” bien conocen o recuerdan.

EL SUEÑO DE RECUPERAR LA PILETA

Con los ojos llenos de momentos vividos de todo tipo, cuenta Arturo sobre los intentos frustrados para recuperar la preciada pileta: “Hemos hablado varias veces con los gobernantes para tratar de que se recupere el natatorio de km5”, aunque no ha habido respuestas. “Recuerdo que en su momento un empresario pidió la concesión por 5 años e iba a techar la pileta completa y no se la quisieron dar, porque no se iba a  ver la ganancia. Pero nunca vieron lo real que este hombre quería tenerla disponible los 365 días del años”, se lamenta.

“Hoy, con esa oportunidad, hubiese sido otra cosa”, finaliza lamentándose Arturo.

Con la privatización de YPF no sólo se cerró la pileta de km5, sino que perdió un gran espacio el waterpolo, que en esos años se jugaba en torneos intercolegiales, donde participaban hasta 500 chicos. La disciplina hoy es privada y con poca popularidad. También se terminaron las colonias de vacaciones y las maravillosas tardes de verano que muchos y muchas comodorenses supieron disfrutar.

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