COMODORO RIVADAVIA (Por Raúl Figueroa / Especial para ADNSUR) -  La actividad petrolera da señales concretas de que la cuenca del golfo San Jorge debe proyectar alternativas productivas que si bien no podrán equiparar en el corto plazo la importancia de los recursos generados por el petróleo, al menos empiecen a sentar bases para sobrellevar una transición en la que el petróleo seguirá reduciendo su incidencia en las cuentas públicas.

Los guarismos negativos sobran: en abril de este año, por ejemplo, la exportación de crudo se redujo a cero, cuando en el mismo mes del año pasado se habían más de 392.000 toneladas de crudo, equivalentes a 100 millones de dólares.

Los datos del INDEC consultados para este informe de ADNSUR no dejan duda sobre la combinación de variables que sigue reflejando no sólo un momento crítico de la actividad, sino una tendencia en la que persiste la combinación entre bajos precios internacionales, factores geológicos complejos propios de la región, una política energética nacional que fijó sus prioridades en la cuenca Neuquina y una suma de eventos climáticos que, como pocas veces, configuran la tormenta perfecta en contra de la región.

EXPORTACIONES EN BAJA

La quita de reembolsos a la exportación por puertos patagónicos y la no renovación del subsidio a cada barril vendido al mercado externo hacían presuponer que este año las exportaciones desde la cuenca San Jorge, desde cuyas terminales sale la casi totalidad del crudo exportado por el país, se verían disminuidas en comparación al año anterior.

Sin embargo, la magnitud de esa caída empieza a medirse en datos que plantean serios interrogantes.

En efecto, entre enero y mayo del año pasado la exportación de crudo de Argentina (vale insistir: la casi totalidad es el producido por esta región) fue de 1.100.000 toneladas, equivalente a 259,4 millones de dólares en valor FOB. En el mismo período de este año, la exportación fue de 584.600 toneladas, con un valor FOB de 204,5 millones de dólares.

En volumen, la venta externa representa casi la mitad que en el período anterior, es decir que se perdió un 50% de la venta externa. En valor de exportación, la caída no es tan drástica, ya que representa un 21% menos. La explicación estaría dada por el período de menos precios que hubo en la primera parte de 2016 (alrededor de 30 dólares entre enero y febrero), mientras que este año hubo un tenue recupero, al fluctuar entre 48 y 53 dólares, si bien desde mayo hay una nueva tendencia negativa, ubicándose en los 45 dólares por barril (tipo Brent, que es la cotización que se toma como referencia en el país).

MENOR PRODUCCIÓN Y SIN MAYOR DEMANDA INTERNA

Sin embargo, un primer elemento a considerar es que la drástica caída de abril, cuando hubo nula exportación, se debe a las consecuencias del temporal de lluvia, que vino a sumar un factor crítico de tanto o mayor peso que la propia inestabilidad del mercado internacional.

En ese mes, con volumen cero de ventas, se contrasta fuertemente frente a las 392.000 toneladas exportadas el año pasado (equivalente a unos 2,7 millones de barriles). En otro informe de ADNSUR habíamos observado que la producción en ese período cayó fuertemente, perdiéndose alrededor de 837.000 barriles que dejaron de extraerse como consecuencia del temporal.

Tampoco se verifica una mayor demanda desde el mercado interno, sino que hay señales en contrario: la baja de producción en todas las cuencas y especialmente en la Nequina, que es la que aporta el crudo de mayor calidad para el refino,  refleja una tendencia decreciente en la demanda de crudo para procesar y un aumento en las importaciones de combustibles (que, por otro lado, siguen subiendo de precio).

Un analista que sigue de cerca el mercado interno y conoce las penurias de las  cuentas públicas, resume con claridad lo que puede esperarse para los próximos meses: “los precios del petróleo que vemos hoy van a impactar plenamente dentro de dos meses, cuando se liquiden las regalías: hay un menor precio y una baja en la producción por los problemas climáticos, que en junio volvieron a impactar: nos estamos quedando cortos hasta en las previsiones de baja de ingresos, pero lo peor es que nadie piensa en alternativas para reconvertir productivamente la región”.

EL FUTURO IMAGINABLE

Obviamente, sabemos dónde está el sol. Estamos lejos de grandes hitos como el anuncio de Volvo, de que fabricará sólo motores eléctricos a partir de 2019; o incluso de otros países que anuncian metas progresivas para el reemplazo de la energía fósil, aun cuando Donald Trump pateó el tablero al renunciar al acuerdo de París y se limpió el piso de su despacho con los compromisos firmados para reducir las emisiones de dióxido de carbono.

No serán la minería ni la energía nuclear los ejes de desarrollo en Chubut, según ha definido la actual gestión de gobierno provincial. Pues bien. ¿Será la energía eólica? ¿El hidrógeno? Por ahora, estas perspectivas aparecen como expresiones de deseos, que no pasarán de ser tales, hasta tanto se avance concretamente con las obras de infraestructura necesarias para una real integración energética de la región, además de una política (por ahora ausente a nivel nacional) que tienda a exigir la integración de componentes nacionales en los aerogeneradores.

Mientras tanto, con la tormenta en ciernes, no queda más que seguir contando las “goteras”, esperando a que el sol aclare.

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