Quién es don Héctor, el granjero al que le robaron un cordero

COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – La noticia fue un boom, entre la bronca y la indignación. El robo de un cordero en una granja de Comodoro Rivadavia se replicó rápidamente en las redes sociales y el ladrón arrepentido decidió devolverlo y pedir disculpas.

Esta historia de redes, fotografías y búsqueda comunitaria sucedió el domingo en “Granja Don Héctor”, donde cientos de personas se dieron cita durante todo el día para poder disfrutar de la calurosa tarde. Sin embargo, todo cambió cuando comenzó a llover. Quienes disfrutaban de la granja y compartían la tarde con los animales escaparon del aguacero, y entre tanto tumulto un hombre decidió llevarse un pequeño cordero pero fue visto.

La fotografía que le tomaron al ladrón permitió identificar el auto y tener su patente. El escrache fue inmediato y se replicó rápidamente.
Pero ¿quién es don Héctor, el propietario de este espacio que se encuentra en el corazón de Kilómetro 12?

LA OPORTUNIDAD EN LA CRISIS

Héctor Sandoval tiene 64 años, nació en Telsen, pueblo de Chubut que pronto cumplirá 27 años, y hace más de 4 décadas le tocó realizar el servicio militar obligatorio en Comodoro Rivadavia y se quedó para siempre.

En 2001, cuando la crisis estalló en el país, con el fin de la paridad cambiaria y la escala del dólar, tuvo su génesis esta pequeña granja que contiene a cerca de 200 animales de más de 20 especies. “Nosotros tenemos una tornería y yo me dedicaba a la obra civil en Santa Cruz. Tenía 50 empleados de la UOCRA y el tema de corralito me afectó mucho, termine para atrás. Así que teníamos este terreno en Kilómetro 12 y ahí comencé con el proyecto”, contó Héctor a ADNSUR, en una entrevista realizada este lunes.

Según explicó, “la granja empezó como una necesidad de supervivencia, de poder sembrar para comer, poder criar una gallina para comer o tener huevos”. Para el también significó volver al pasado, a aquellos días en Telsen, donde cuidaba ovejas, sin saber que ese lugar también se convertiría en un lugar de recreación para los comodorenses.

El granjero recuerda aquellos primeros años; cómo la gente comenzó a acercarse de a poco a ver los animales que había y a pasar la tarde. Recuerda cómo fueron creciendo las visitas y cómo comenzó a cambiar todo.

“La gente se empezó a enterar que había animalitos y empezó a venir, le fui agregando cosas y la gente fue trayendo animales que tenía en la casa o que encontraba heridos, y se convirtió en una granja recreativa”, recordó.

EL DESAFÍO DE SOSTENER LA GRANJA

Por muchos años el ingreso a la granja fue un pago voluntario. Sin embargo, en los últimos años, Héctor comenzó a cobrar un módico precio para solventar el alimento y el cuidado de los animales. Es que como cuenta, al igual que en 2001, los precios subieron, y los 2.100 pesos que antes gastaba para alimento ahora tiene que multiplicarlos por 6.

La entrada tiene un valor de 50 pesos, y quienes no pueden pagar no pagan, dice Héctor, como tampoco alguno de los contingentes de alumnos o instituciones que suelen visitar el lugar los días de semana.   

Es que eso le basta para costear los alimentos de los animales, y también para tratar de mejorar el lugar, algo que desea hacer, quizás construyendo hasta un salón.

“La verdad nosotros nunca pensamos esto. Para mí en particular es una satisfacción muy grande, tener esto y que la gente pueda venir a disfrutar.

Acá viene gente de todos lados; de Esquel, Caleta Olivia, Puerto Madryn y el sábado vino una chica de Río Grande y me decía con mucha emoción ‘le tengo que agradecer porque mis hijos lo único que conocen es un guanaco y una avestruz, nunca vieron la cantidad de animales que tiene usted’, entonces para nosotros es una satisfacción personal”.

UN ROBO QUE DIO UNA OPORTUNIDAD

Cada fin de semana suelen llegar cerca de 400 personas a la granja. Héctor atiende el ugar junto a Susana, su esposa, que cocina unas riquísimas torta fritas, su hija María Julia y su yerno.

Este fin de semana no fue la excepción y el calor atrajo gran cantidad de gente y sucedió el episodio con el corderito, “Pancha”.  

Lejos de tener bronca, Héctor le quita dramatismo al hecho en sí y se queda con lo bueno, la movida de marketing que se generó por el robo.

“Yo no le voy mucha importancia a las redes pero ayer me di cuenta la importancia que tienen en este momento. Ayer cuando se produjo el desbande alguien pasó y levantó el cordero. Por suerte tenemos cámaras y detectamos quién se lo llevó. Mi hija lo puso en las redes y a los 10 minutos estaba en todos lados. Entonces la personas que se lo llevó en un gesto de arrepentimiento vino y devolvió el cordero. Se mostró arrepentido, dijo que no era mal tipo y que había sido una travesura, que no lo pensó en ese momento”.

Lo cierto es que esta no es la primera vez que le roban un animal a Héctor, pero lejos de verle el lado negativo el sigue pensando en el crecimiento del lugar. “Esto fue logrado con bastante esfuerzo, cada arbolito que plantamos fue un sacrificio. Mis hijos continuarán el día de mañana con esto, pero el mejor sueño que puedo tener yo es que la gente venga y disfrute de esto”, sentenció en una nueva jornada donde recibió a decenas de niños que fueron a conocer su granja.