COMODORO RIVADAVIA (Por Raúl Figueroa / Especial para ADNSUR) – Con la interna petrolera entrando en los últimos días, es útil hacer un repaso de los lineamientos y protagonistas que se disputan la conducción de uno de los gremios más poderosos de la Patagonia, en una elección en la que algunos creen ver también un anticipo de la interna que dirime el justicialismo provincial.

Jorge “Loma” Ávila.
Sin embargo, la estructura gremial tiene su propia dinámica y algunas complejidades, por lo que no conviene apresurarse en lecturas demasiado simplificadas. La historia de los 260 pesos, que ya pocos recuerdan; y el distanciamiento entre “los cuñados” son pinceladas, entre otros aspectos coloridos, de una elección que en cualquier caso debería celebrarse por la saludable participación interna y la diferenciación con otras estructuras en las que se cierra toda posibilidad de disputa eleccionaria.

LOS “AÑOS DE FUEGO” DE MANSILLA

Mario Mansilla.
Corría el año 2005 y el sindicato Chubut, por entonces conducido por Mario Mansilla, había agotado instancias de reclamo por la diferencia de salarios con Santa Cruz. Es que en la vecina provincia se pagaba un adicional de 260 pesos que era motivo de un permanente reclamo por trato discriminatorio, que incluso el presidente Néstor Kirchner leyó en carteles expuestos en su visita a Comodoro, a mediados de aquel año.

El conflicto estalló en septiembre, con un paro declarado desde Chubut, al que Kirchner ordenó aislar (“ignoren la movida”, habría ordenado Néstor en pleno esplendor de poder y gestión), Federación sindical mediante; como eran buenos tiempos de relación con el también hoy gobernador Mario Das Neves (el distanciamiento de “los Mario” no resulta original, por estos días), el conflicto quedó restringido a Chubut y parecía que se encaminaba a morir en su propio desgaste, hasta que el gremio resolvió una medida extrema: la toma de la playa de tanques de Termap, lo que de hecho paralizó la producción y provocó pérdidas millonarias a operadoras y gobiernos, que recaudaban tanto regalías (Provincia) como retenciones a la exportación (Nación).

Fueron 4 días de extrema tensión. Mansilla negociaba y discutía con el poder político y empresario, enfrentando nada más que la decisión del presidente Kirchner, afuera de la planta, ya fuera en Comodoro o viajando a Buenos Aires; pero en el interior había un inquieto “tropero” que dirigía las acciones y comenzaba a cobrar vuelo propio: era un tal Jorge Ávila, delegado y vinculado familiarmente al secretario general, ya que por entonces Mario estaba casado con la hermana de Jorge.

La historia cuenta que las operadoras se avinieron a negociar: ofrecieron 350 pesos, pero al llegar a firmar en Buenos Aires los dirigentes se enteraron de que la propuesta abarca a todo el país, por lo que seguía sin superarse la diferencia de los 260 pesos con Santa Cruz. Al final, las operadoras plantaron bandera blanca: aceptaron dar los 260 pesos, más los 350. Chubut ganó entonces 610 pesos adicionales para cada trabajador; y nacían dos fechas que se reflejarían en distancias irreconciliables años después.

ÁVILA: LA VIDA DESPUÉS DE TERMAP

Nació entonces la agrupación 11 de Octubre, fecha de la “victoria de Termap”, a través de la cual el oficialismo canalizaría las posteriores elecciones. Llegó 2012 y algunos cuentan que por entonces Mansilla había prometido dar un paso al costado, asumiendo que era momento de que Jorge Ávila y Rudy Fournier continuaran al frente.

Sin embargo, un cambio en esa promesa provocó la ruptura: fue así que Ávila se fue con sus seguidores y creó la agrupación 7 de Octubre, en homenaje a la fecha de asamblea que resolvió avanzar en la toma de Termap. La elección de 2013 los encontró enfrentados: además del distanciamiento familiar, Mario y Jorge pugnaron en las urnas, ganando el segundo por alrededor de 500 votos, en una elección en la que participaron más de 9.000 afiliados.

Hoy se enfrentan nuevamente, pero no son los únicos que compiten. La oposición a Ávila se divide en tres agrupaciones. Mario Mansilla apoya la lista verde, que encabeza Diego González, de quien el oficialismo señala que “nunca ganó una elección de delegado y ahora se postula a secretario general”.

De cualquier modo, el mansillismo busca dar pelea: cuestiona decisiones tomadas por Ávila en los últimos 4 años, como el hecho de no aplicar los aportes especiales de las concesiones petroleras al fondo compensador para mejorar los ingresos de los jubilados, a cambio del cobro de la llamada “paz social”.

Mansilla tuvo además el sinsabor de escuchar a Mario Das Neves dando su apoyo explícito a la lista de Ávila, algo que había hecho antes el intendente Carlos Linares.

Se ignora qué grado de injerencia tendrán esos apoyos explícitos hacia el interior del campo petrolero, pero en todo caso dejan señales cruzadas para la lectura partidaria: Ávila se transformó en una semana en un puente entre Linares y Das Neves, quienes por natural proyección no disimulan diferencias de cara al año 2019.

PROYECCIÓN POLÍTICA

En escena aparece también el tercer candidato, aunque quienes conocen la interna admiten por lo bajo que es el nombre más fuerte para disputar la conducción al oficialismo, suponiendo que quienes dan por derrotado a Mansilla tengan algún grado de verosimilitud en sus especulaciones: Carlos Martínez, candidato a secretario general por la lista blanca.

Puso en foco el cuestionamiento a la proyección política asumida por Ávila y la estructura sindical, tras jugar fuerte en la elección a gobernador a favor del derrotado Martín Buzzi, aunque hoy aliado con Das Neves en un pacto que comenzó cuando se le entregó a Ávila la presidencia de Petrominera.

Con críticas a la situación económica y financiera del sindicato, derivados en problemas de la obra social y otras falta de beneficios puntuales para los trabajadores, la agrupación de Martínez coincide en algo con el resto de la oposición: la pérdida de puestos de trabajo (se habla de 3.000 afiliados menos en el último año), criticando además que los auxilios durante la crisis “fueron para las operadoras y no para los trabajadores”.

Sin embargo, carga con el hecho de que también perteneció a la actual conducción, resolviendo su separación tras la falta de acuerdo con Ávila en cuanto a la conformación de la lista de unidad de la que se habló en un primer momento: “quisieron condicionar a Loma y era inaceptable, así que Jorge les dijo ‘bueno, juguemos en la interna”. Quienes conocen la “cocina”, señalan que el punto débil de esta agrupación es que la lista integra a representantes de sólo dos empresas (SAI y Petrosar), dejando afuera a otros sectores.

Por otro lado, la lista roja y amarilla, encabezada por Albino Kruger, un delegado de Petrosar, que compuso su agrupación mayormente con referentes de los sectores de Mantenimiento y Producción, bajo la convicción de que estas áreas deben conducir el gremio. En rigor, aparecen como la opción “renovadora”, considerando que no han tenido participación en las onducciones anteriores.

LA INTERNA DEL PJ Y EL VÍNCULO SINDICAL

Carlos Martínez.
Carlos Martínez no disimuló desde el inicio de la campaña sus vínculos con Adrián Maderna, el joven intendente trelewense que trabaja fuerte en su proyección futura, de la mano de la lista celeste y blanca.

Si bien es un militante con vínculos claros con el intendente Linares y su antecesor, Néstor Di Pierro, la vinculación de “Carlitos” con el valletano –algunos dicen: más bien una apuesta del poderoso empresario Jorge Aidar Bestene para entrar con el brazo sindical a la urbe petrolera- pareció dividir aguas, sumando el explícito apoyo de Linares hacia Ávila.

“El pibe se queja de los vínculos políticos del Loma, pero él es un militante típico”, cuestionan desde el oficialismo. En ese marco, algunos se apresuran a leer en la interna petrolera una medición de fuerzas anticipada en lo que deberán dirimir 10 días más tarde (si es que no hay nuevos cambios en la fecha) en la interna justicialista. Por las dudas, Coné Díaz dijo el viernes en Comodoro que la celeste y blanca se mantiene prescindente en la interna sindical.

En ese contexto, no dejó de sorprender la participación de Mario Mansilla en el cónclave realizado en Comodoro, logrando una foto que circuló, para inquietud de muchos, en las últimas horas: el petrolero aparece abrazado a Adrián Maderna, enviando un mensaje en línea con su reciente anuncio de renunciar a la banca que ocupa en el bloque del Chusoto, además de hacer gala de su vínculo con Daniel Casal, que aspira a presidir el Consejo de Localidad por la Celeste y Blanca.

Internas políticas al margen, el próximo 4 de noviembre, alrededor de 9.800 afiliados petroleros tendrán la última palabra.  Si Ávila gana, dará la razón a quienes dicen que su principal virtud sigue siendo la del “cara a cara” con los viejos, sin haber perdido su calidad de “tropero”. Si gana alguno de los opositores, dará la razón a alguno de los aspectos críticos que marcaron estos 4 años. En cualquier caso, no habrá diferencia en cuanto a lo que viene: el 2017 aparece más como un desafío para frenar o reducir despidos, antes que para proyectar nuevos beneficios.

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