Juan Carlos López Badra (81) se emociona cuando recuerda al “Oso” Bareilles. Admira su voz, su forma de hacer radio y también su posición ante ciertos temas políticos de la Argentina. Recuerda el día en que el histórico locutor de Radio del Mar le puso música y sentimientos a uno de sus escritos y también aquella vez que Carlos Omar lo invitó para que hable sobre su historia. 

Admite que se arrepiente de haber dicho que no y, solo por eso, esta vez dijo que sí. 

López Badra hace de la soledad su mundo, su espacio para leer y seguir difundiendo la historia de la ciudad y la región a través de una pequeña revista que edita hace más de 40 años.

“Inhasatre” es su oficio y su vida, cuenta. Muchos vecinos de Comodoro seguramente no la reconocen por su nombre. Sin embargo, alguna vez tuvieron en sus manos un ejemplar de esa pequeña revista que el vecino de barrio Roca edita.

Se trata de una modesta publicación donde el contenido tiene más importancia que la forma, donde los formatos se adecuan de acuerdo a la necesidad y que con el paso tiempo se convierten en invaluables documentos para leer y recordar a algunos personajes que formaron parte de la historia de esta ciudad o el mundo. 

Es que en la revista uno puede encontrar de todo. Desde la historia de la Isla de Pascua, hasta la de don Sebastián Peral, un portugués que fue pionero en Comodoro y dejó su propia huella. También de Camila Aloyz de Simonato, una cuentista, poeta y pintora del Comodoro de antes que conoció a Antoine de Saint Exupéry, el autor de El Principito. O ¿por qué no?, saber un poco más sobre la historia del padre Ludovico Dubrowsky, quien habría sido uno de los impulsores de lo que hoy se conoce como el Parque Saavedra y quien bendijo el primer árbol que se plantó allí el 16 de enero de 1937.

López Badra hace más de 40 años se dedica a publicar esa pequeña revista que difunde historias de Comodoro y Latinoamérica.
López Badra hace más de 40 años se dedica a publicar esa pequeña revista que difunde historias de Comodoro y Latinoamérica.

López Badra, como lo conocen todos, asegura que escribirá hasta que el destino diga basta, porque, como dice, forma parte de su vida. “Escribir y leer es algo que hice toda la vida”, dice a ADNSUR. “A los 10 años tuve mi primera aproximación a escribir. Yo vivía en Bartolomé Mitre, frente a lo que es La Española y en la esquina estaba el Diario Chubut, el viejo Chubut. Y yo siempre iba a mirar. Me gustaba ver cómo armaban el diario y un día llevé un cuento y el encargado me dijo ‘te voy a nombrar periodista sin sueldo, cuando veas que hay algo que te gusta traeme’ y cada tanto llevaba alguna historia'. Así empecé”.

Juan Carlos era solo un niño, pero recuerda esos tiempos en que “vivía en un cotolengo de la calle Pellegrini” y jugaba en el cerro Chenque. La pasábamos bien. Andábamos todo el día en la calle. Me acuerdo que en la San Martín, en el medio de la calle había una garita. Era todo de tierra y ahí había un policía para controlar el tránsito. Era gracioso porque estaba en el medio de la calle”.

Cada tanto, encontraba alguna historia que contar y la llevaba a la redacción de El Chubut, diario comodorense que no tiene relación con el actual periódico que se edita en el Valle y que fue uno de los principales medios de comunicación entre 1921 y 1967.

Una foto en la costanera, cuando era chico. López Badra vivió el Comodoro de antes, aquel donde se conocían todos.
Una foto en la costanera, cuando era chico. López Badra vivió el Comodoro de antes, aquel donde se conocían todos.

Como dice, escribir fue su vida, y tiempo después comenzó a escribir en Diario Crónica y continuó aprendiendo el oficio. Con cariño, López Badra recuerda una nota que le hizo al padre Corti y otros tantos escritos que supo plasmar. Sin embargo, siempre le gustó la aventura. Por eso un día decidió que era momento de conocer el mundo y emprendió la aventura de ir al Perú de Juan Velazco Alvarado.  

“Estuve un año en Perú, caminando permanentemente. Vi cosas increíbles, conozco Cuzco mejor que muchos de Argentina”, cuenta con orgullo. 

El hombre admite que le gustaba el país capital del imperio Inca y estaba en búsqueda de nuevos lugares. Sin embargo, su madre lo extrañaba tanto que decidió volver. Su idea era venir y luego seguir viaje, pero el destino tenía otros planes.

En Comodoro, López Badra conoció a Liliana, una preceptora que se convirtió en su esposa y la madre de su única hija.

Lo cierto es que así como le gustaba la aventura también le gustaba la política. Hijo de un padre comunista y una madre peronista, él profesó su amor político al peronismo de izquierda, aunque muchos siempre creyeron que era comunista, lo que le trajo más de un problema y de alguna forma cambió su destino.

“He hecho sufrir mucho a esta mujercita”, dice mientras recuerda momentos de su vida. Mi viejo era comunista y cada dos por tres lo metían preso, pero para mí él hizo el mejor homenaje que podían hacerle al peronismo. Me acuerdo que un día yo venía de Crónica y me dice, ‘Si usted no es un bruto de pico y pala como lo fui yo es porque Argentina tuvo a Perón y Evita, que le enseñó a la gente a leer y escribir y le dio un derecho’. Eso me quedó para siempre. Pero como muchos pensaban que yo también era comunista la pasábamos mal, porque no me dejaban trabajar en ningún lado. Venía la policía a buscarme. Por eso digo que la he hecho sufrir un montón, hasta que un día dije ‘si vos querés hacer política tenés que vivir solo, porque así no jodes a los demás’, y me dedique a vivir de esto”.

Juan Carlos junto a Liliana, su mujer.
Juan Carlos junto a Liliana, su mujer.

Cuando dice esto se refiere a la revista, aquella publicación que comenzó a editar hace más de 40 años cuando decidió irse de Crónica disconforme con la línea editorial. Precisamente fue en ese momento que comenzó a cambiar su historia. El mote de comunista era tan grande que le terminó cerrando puertas. “Yo conocía a Mario Morejón desde que era telegrafista. Nos hicimos amigos y cuando fue elegido intendente lo fui a ver. Le pedí trabajo pero me dijo que no me podía dar trabajo porque estaba en una lista de comunistas, y me sugirió: '¿Por qué no te pones a escribir historias de Comodoro? Yo te doy un aviso' y le hice caso. Ese mismo día empecé a caminar y llegué a mi casa con 12 avisos. Así empecé”.

López Badra cuenta que primero comenzó a escribir de Comodoro. Los orígenes de barrios vecinos y luego sumó personajes de Argentina y Latinoamérica, como Cortázar, Ercanación Ezcurra, el cacique Inacayal o Natacha Güemes. Así, durante los últimos 40 años, todos los meses editó la revista que luego repartió en los mismos locales de sus auspiciantes. 

Muchos la pudieron encontrar en la Sociedad Cooperativa Popular Limitada, La Municipalidad, La Cooperativa, Panadería La Muñeca, Veterinaria Joaquín, Cooagua, entre otros lugares. 

Para Juan Carlos esa revista significó su medio de vida y también su motor. “He escrito muchas cosas, es lo que me mantiene activo. Te digo la verdad, si tuviera plata lo haría gratis, porque es algo que me apasiona. Leo mucho, investigo y ahora no tanto, pero antes este material no era fácil de conseguir, entonces le servía a mucha gente”.

El hombre es consciente de que los tiempos cambiaron. No solo para las publicaciones sino también para la política, pero lejos de renegar por los nuevos tiempos lo acepta y lo celebra. “Antes era distinto, antes la gente era más combativa en sus ideas. Hoy es diferente, pero está bien que sea así porque hoy podés pensar como quieras pero no te peleas con nadie, y eso es bueno”

La charla, café por medio, va llegando a su fin en la cocina de su casa del barrio Roca. Con 81 años la pregunta es inevitable: ¿hasta cuando quiere continuar con su revista? Y la respuesta es concreta. “Voy a seguir hasta que me muera. Yo siempre digo ‘quiero vivir 10 años más’, así que acá estamos”, dice López Badra, quien supo construir su propio oficio, aquel que aprendió de chico en el Comodoro de antes.

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