Son casi las 4 de la tarde y Natalia espera al cliente en la puerta. Sabe que en minutos llegará a buscar los productos que compró en la tienda y quiere atenderlo ella misma. Mientras tanto, sus compañeros trabajan en la sala de producción diagramando toda la estructura del espacio que hace un mes inauguraron.

Se trata de la Tienda del Centro de Día Ocupacional de Fundación Crecer, un lugar donde asisten personas que se capacitan en materia productiva, un abordaje integral para abordar la diversidad funcional.

Cuando llego, María José, Sara, Andrea, Belén, Gastón, Sergio, Gustavo, Emiliano, Natalia, Analí, Florencia, Brian y Cami trabajan en el lugar y con entusiasmo cuentan lo que hacen. “Vendemos todo tipo de productos, jabones hechos artesanalmente, agendas…”, dice Sara. “Es un collage que lo armamos entre los compañeros, tenemos muchas cosas para vender, y también vendemos café y alfajores… vendemos mucho. Siempre nos mandan a nosotras que somos las más vendedoras”, dice Analí con orgullo, mirando a su compañera.

Los jóvenes del Centro de Día Ocupacional recibieron a ADNSUR y mostraron el trabajo que realizan.
Los jóvenes del Centro de Día Ocupacional recibieron a ADNSUR y mostraron el trabajo que realizan.

El Centro de Día Ocupacional es un espacio histórico de Fundación Crecer, la ONG que el sábado cumplió 37 años brindando un espacio integral para abordar la discapacidad a través de un servicio médico y social, programas terapéuticos y jornadas de capacitación para incluir en la comunidad a las personas con discapacidad y a sus familias.

El espacio nació como un taller de formación laboral impulsado por la licenciada Soledad Luzuriaga y luego de varias mudanzas, el último 11 de mayo inauguró su propio espacio construido con apoyo de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia. 

Así, seis días después se abrió la tienda cumpliendo un sueño para el equipo y los jóvenes que asisten, tal como dice Patricia Gómez, coordinadora del Centro de Día Ocupacional. 

“El proyecto tiene mucho tiempo, era un sueño nuestro”, dice la terapista. “Dentro de los talleres productivos veníamos trabajando diferentes productos que fuimos mejorando en calidad, en producción, diversidad; y este año a raíz, de la mudanza a la nueva sede empezamos a soñar con la posibilidad de la tiendita donde se vendan todos los productos que realizamos dentro del taller y algunos de productores con los que fuimos armando redes para tener más diversidad en nuestros productos”.

UN LUGAR DE FORMACIÓN

Al Centro de Día Ocupacional asisten 15 jóvenes de 18 a 45 años. Cada uno tiene su propio camino en la entidad. María José, por ejemplo, asegura que va hace 20 años. El espacio funciona lunes, miércoles y jueves de 10:00 a 16:30, y martes y viernes de 13:30 a 16:30. En ese mismo horario funciona la tienda. 

“Los chicos acá vienen a la mañana y a la tarde, y tienen diferentes espacios”, dice Eloísa Álvarez, una de las profesoras de Educación Especial en el Centro de Día. “Hay profes de Arte, Cerámica, Teatro, Radio y también los espacios de producción donde se trabaja la elaboración de todos estos productos. Pero los chicos no vienen todos los días, sino dependiendo de las actividades que ellos elijan”.

Lo cierto es que todos asisten al taller de producción, el espacio donde elaboran jabones, agendas, desodorantes, chuflines y donde empaquetan alimentos que luego venden en la tienda. 

El objetivo es tener un stock variado para hacer más competitivo y atractivo el espacio y llegar a toda la comunidad. Así venden desde medias hasta cepillos, almohadillas y alfajores artesanales producidos por una asociación similar de Epuyén, y también productos orgánicos.  

“Apuntamos a que sean competitivos, que sean productos lindos, que sean elegidos para regalos, porque esto causa un efecto en la competitividad de cada persona que asiste al taller”, dice Melisa Quiroga, la psicóloga que hace cinco acompaña a las familias y a los jóvenes en sus tareas.

“La idea es tener una rueda de stock viable para ir avanzando porque nuestra producción es limitada, entonces fuimos armando redes con otras instituciones, con otros productores y la idea es juntar fuerza ahí”, agrega Gómez.

En la tienda se pueden encontrar artículos de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) que hace productos agroecológicos, de la cooperativa Fernanda Alimentos y alfajores de la fábrica de Epuyén que también trabaja con personas de diversidad funcional. Todo se entrega en bolsas de regalo o de papel elaboradas por las asociaciones “Nosotros También” de Comodoro y “La Maleta” que vende bolsas hechas por personas con diversidad funcional en Lago Puelo.

Algunos de los productos que venden los integrantes de Fundación Crecer.
Algunos de los productos que venden los integrantes de Fundación Crecer.

AUTONOMÍA PARA HACERSE VISIBLE EN LA COMUNIDAD

El funcionamiento de la tienda no es azaroso, está todo pensado con roles asignados. Cada joven realiza una labor diferente en la que más cómodo se sienta. Así, Analí y Sara son quienes mayormente venden café y alfajores a la oficina de Habilitaciones Comerciales, que está al lado del edificio, y Natalia está atenta a las ventas.

“La idea es que cada joven pueda tener un rol protagónico y que el puesto se adecúe a la persona en este punto”, explica Quiroga. “Entonces le ofrecemos diversidad en relación al puesto y también poder fraccionarlo para que cada quien pueda ejercer con autonomía el lugar que le corresponde”.

Aurora, junto a Sergio, Analí y Eloísa.
Aurora, junto a Sergio, Analí y Eloísa.

Generalmente la atención se realiza en dupla para que en equipo puedan resolver los desafíos que se presentan, desde la caja hasta ofrecer los productos y la administración del negocio. Es que el proyecto incluye la reposición de alimentos, el control de stock, la parte productiva, el traslado de los productos y también las redes sociales y el manejo de la cuenta de Mercado Pago, para poder ofrecer todas las opciones al momento de una compra de esta tienda que también será móvil para llegar a toda la ciudad.

Por supuesto, todo tiene un objetivo. “Apostamos a que ellos ganen en autonomía. Siempre nos preguntan cuándo es el alta del Centro de Día, pero en realidad no hay alta. Entonces lo que se llevan de acá es la experiencia, y si ellos se animan a armar un proyecto podemos dar fe de lo que podemos hacer acá”, dice Gómez. “Queremos apostar a la convivencia respetuosa con la diversidad funcional, pero también esto que tiene que ver con lo amigable con el ambiente, con el propio cuerpo y el otro, ese es el hilo conductor y esa es la filosofía que estamos trabajando en los equipos de trabajo”, agrega Melisa. 

Los jóvenes atienden en equipo para poder afrontar todos los desafíos que conlleva la tarea.
Los jóvenes atienden en equipo para poder afrontar todos los desafíos que conlleva la tarea.

Al equipo se lo ve entusiasmado. Melisa asegura que la apertura de la tienda hizo que vuelvan a sentirse encendidos. Lo cierto es que el entusiasmo se va multiplicando, más aún sabiendo que el comercio tiene otro objetivo concreto, ofrecer a los jóvenes un incentivo económico más digno y darles mayor participación en la comunidad. 

“Eso también buscamos, que puedan salir al exterior, que la gente pueda ver lo que hacen y  que se pongan en valor las habilidades que tienen los chicos como adultos productivos. Todo esto lleva mucho tiempo porque nosotros apuntamos a que ellos lo hagan con el mayor nivel de autonomía posible, y eso hace que los tiempos por ahí no sean rápidos, sino que es un proceso de aprendizaje para que ellos puedan manejar las redes, puedan hacer las ventas, puedan manejar los pedidos, pero tiene otros tiempos al mundo comercial o más competitivo”, dice Patricia. 

“Lo bueno de esto es que hay un efecto subjetivo en la identidad, en sentirse parte, saber que pueden encontrarse con otras personas, de pertenecer al mercado laboral. Entonces está bueno cómo se va armando y cómo se van enganchando con la tarea, enriqueciendo su perfil laboral”.

Patricia y Melisa son dos de las profesionales que trabajan con los jóvenes en el Centro de Día Ocupacional.
Patricia y Melisa son dos de las profesionales que trabajan con los jóvenes en el Centro de Día Ocupacional.

Hasta ahora el impacto es “súper positivo”, aseguran. Se incrementaron los niveles de producción y también el sentido de pertenencia. Pero esto es solo el principio ya que el objetivo es que el día de mañana se pueda construir una cooperativa que esté representada por los jóvenes y las familias del Centro de Día. 

Por lo pronto, la idea es aumentar las ventas, llegar a un público más amplio y abrir todos los días con un horario fijo para que todos puedan acercarse a comprar a la tiendita de Crecer, un espacio donde los chicos venden y gana toda la comunidad.  

Del Instagram de tiendita.crecer
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