COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – Era una tarde de domingo como cualquier otra. En pleno invierno amaneció lluvioso, ideal para quedarse en casa o disfrutar de alguna actividad bajo techo. Eran épocas distintas; corría la década del 70 y Comodoro vivía su momento de esplendor con el boom del petróleo. 

Sin Netflix, videojuegos y ni siquiera televisión en casa, ir al cine se convertía en una de las mejores opciones. Con varias salas en la ciudad, era uno de los lujos de la época, no tan distinto a lo que sucede en pleno Siglo XXI en una ciudad carente de actividades de esparcimiento.

Así, la función matinée del Cine Coliseo a priori se proyectaba como un éxito. Una película de Luis Sandrini y Piero convocaba a chicos, adultos y soldados que aprovechaban su día de descanso. 

Todo era felicidad en la fila de espera del ingreso de San Martín al 500. Sin embargo, nadie de los presente imaginaba que esa tarde la iban a recordar para siempre.

EL DÍA MÁS TRISTE DE LA PANTALLA GRANDE

Cuenta la historia, que en medio de la proyección se produjo una explosión. Eran alrededor de las 17:00 horas cuando una caldera que estaba detrás de la pantalla sufrió un desperfecto.

El pánico se adueñó de la sala y todo fue un caos: los escombros caían de la mampostería y la gente se cubría como podía, se escuchaban gritos y una nube de polvo cubrió todo el recinto.

Ubicados a pocas cuadras del cine, los bomberos voluntarios llegaron en pocos minutos, al igual que la policía. Aún nadie sabe con certeza que había pasado. Mientras tanto, quienes estaban en el interior de la sala salían a la calle como podían; otros se quedaron adentro, esperando ser rescatados o presas del pánico.

Las crónicas de la época dicen que la onda expansiva expulsó hacia atrás a las primeras filas de espectadores, hubo heridos y algunos de gravedad. La magnitud del hecho fue tan importante para un poblado en expansión que se declaró la emergencia.

Antonio Sánchez fue uno de los vecinos que vivió la explosión en primera persona. “No se vio venir el asunto, justó pasó en el momento en que el profesor hippie le hablaba a los alumnos, entonces explotó todo, no vi fuego…mucho polvo, la luz se cortó y los gritos invadieron todo”, contó a Diario Crónica.

Tras salir Sánchez volvió para ayudar a los que estaban adentro. Es que todos colaboraron con la causa e incluso dos agencias de remises ayudaron a trasladar heridos al Hospital Regional, el de YPF y las clínicas Española y la ya desaparecida Cruz Azul.  

El parte policial detalló que “de los techos se desprendieron trozos de cielo raso, butacas, maderas, hierros y cables despegados por todos lados”. Además, “el escenario está cruzado por una viga de cemento y las paredes rasgadas”.


El saldo de la tragedia fueron tres víctimas fatales y más de 30 heridos de gravedad, la mayoría chicos de entre 9 y 16 años, los que siempre querían ir a las primeras filas.

Rodolfo Valentín Jaime tenía solo 6 meses y estaba en el cine con su mamá cuando se produjo la explosión. Rosa Ramírez iba a 5to años del Colegio Perito Moreno. Mientras que del tercer fallecido no quedaron registros.

La tragedia enlutó a Comodoro y el cine de la ciudad tuvo su día más triste.

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