COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – La primera vez que Mileva entró a la Alcaidía policial de Comodoro Rivadavia sintió esa sensación de encierro que solo pueden tener quienes viven allí. Escuchó como se abrió cada una de las pesadas puertas de rejas y la mirada de decenas de hombres. Sin embargo, cuando se abrió la puerta de la habitación a la que iba supo que la estaban esperando.

Mileva en febrero comenzó a visitar en forma frecuente la Alcaidía policial, el recinto carcelario más grande que tiene la ciudad, donde están los detenidos que ya fueron condenados por diferentes delitos; desde robo hasta homicidios.

Hacía tiempo que quería ingresar a un recinto de este tipo. Su objetivo era impulsar una iniciativa que la Fundación El Arte Vivir realiza en todo el mundo y hace 13 años en Argentina.

El primer recinto carcelario al que intentó entrar fue la U6 de Rawson. Sin embargo, por una u otra cosa no pudo ser. Por esa razón, cuando surgió la posibilidad de la Alcaidía no dudó: “las casualidades no existen”, afirma.

Desde entonces Mileva junto a Patricia Alcala, también integrante de la Fundación, comenzó a dictar talleres de meditación y yoga a los internos, una tarea para nada sencilla en un contexto donde generar confianza puede ser el principal obstáculo.

El objetivo es pensar que la persona que está detenida en algún momento va a salir”, explicó a ADNSUR, en una entrevista que se realizó esta última semana. “Entonces queremos que cuando salga esa persona haga una vida normal, que cambie su mente mediante la respiración y yoga específicamente guiado para las personas privadas de su libertad”, agregó.

Un programa busca reinsertar presos a través de la respiración y yoga en la Alcaidía de Comodoro

EN DISTINTOS RINCONES DEL PAÍS

Mileva asegura que el programa Prision Smart o Cárceles sin violencia, hasta el momento se ha dado “con muchísimo éxito y muchísimo grado de no reincidencia” en el país, e incluso gracias a un acuerdo con el Gobierno se formaron pabellones del Arte de Vivir en algunos penales de máxima seguridad.

El programa se inició en 1992 y ya fue dictado a más de 350 mil presos y agentes penitenciarios de 45 países, entre ellos Alemania, Brasil, México, Suiza, Siberia y Zimbawe.

En Argentina el impulsor fue Ismael Maestrini, gracias a un acuerdo que entre 2006 y 2007 firmaron la Fundación El Arte de Vivir y el Ministerio de Justicia de la Nación.

Su caso más emblemático es el de Angel, un hombre que a los 18 años cayó preso y pasó por más de 50 penales de la provincia de Buenos Aires. Él asegura que la meditación y el yoga le cambiaron la vida. A sus 39 años recuperó su libertad y a los pocos meses se graduó como sociólogo, siendo el primer preso en recibirse en el penal de José León Suárez.

Ese es el horizonte de Mileva. Ella sueña con tener un “Angel”, afirma. “Si logró que un solo uno de ellos pueda hacer lo que hizo Angel, quien cambió su vida y se graduó de sociólogo, la misión estará cumplida”.

¿Pero por qué se dedica a esta misión esta empresaria que tranquilamente podría dedicar su tiempo a otras actividades? Ella lo explica de la siguiente manera. “Yo podría quedarme en mi casa tranquila pero entendí que había un montón de gente que necesitaba ayuda y dije bueno ‘¿qué hacemos?’ Intente en la U6 y no pasó nada, y un día dije ‘¿y la Alcaidía?’, y como las coincidencias no existen en noviembre me llamó la defensora General Iris Moreira y me preguntó si podía hacer el programa en la Alcaidía. Me dijo ‘tenemos cinco mujeres’ y comencé a trabajar”.

LAS EXPRESIÓN DEL ALMA

En un principio Mileva comenzó a trabajar con cinco chicas en el aula de secundaria de la Alcaidía. La Municipalidad les donó las colchonetas y las mantas y dos días por semana ella junto a su compañera les enseñaba a las internas yoga y meditación.

Al principio fue complicado que las detenidas confíen en la actividad hasta que finalmente se soltaron y comenzaron a disfrutarla.

“Las chicas comenzaron a mostrarse distintas, comenzaron a sonreír. Un día una de ellas, una señora grande, me dijo: ‘yo no puedo dejar de venir porque esto a mí me calma, me cambia la vida’”.

Durante varias semanas las detenidas participaron de la actividad. Sin embargo, luego se interrumpió cuando en el pabellón de mujeres hubo un incendio intencional.

Tras el siniestro las mujeres fueron trasladadas a la Seccional Séptima, y para Mileva fue volver a empezar, ya que tenía que justificar la posibilidad de que las detenidas accedan a ese programa que buscaba disminuir la violencia.

SER AGENTES DE CAMBIO

Finalmente a Mileva la autorizaron a continuar con los talleres en la Seccional. “Fueron cuatro chicas y fue increíble porque uno ve la evolución en su rostro. El proceso del Arte de Vivir te limpia el alma no solamente la mente, entonces cuando las chicas terminaban preguntan qué nos pasó, porque es algo muy especial pasar por ese proceso. El mismo comisario dice que las chicas que hicieron el curso están tranquilas”, asegura.

Mileva ahora quiere continuar con el mismo trabajo en la Alcaidía, con los hombres. Cree que “implementar este programa permitiría ser un lugar de ejemplo para los penales del resto del país”. 

“Hay pabellones que son impecables y otros que no. En principio necesitás formar un grupo que tenga compromiso de ir, pero es posible y pueden ser agentes de cambio, pero es necesario el apoyo del gobierno”, asegura, con la esperanza de que es posible cambiar el sistema, y que las cárceles cumplan con su real objetivo: reinsertar a los presos a la sociedad.

ANGEL
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