COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – Mariela Wan aún recuerda cómo le molestaban ciertas preguntas cuando era chica. Hacía poco tiempo había llegado de Taiwán junto a sus padres y sus compañeros le hacían preguntas que para ella eran molestas. ¿Cómo se dice esto?, ¿cómo se dice el otro? ¿En Taiwán hay autos?.

Con el tiempo entendió que la curiosidad sobre su origen era parte del desconocimiento sobre su cultura y comprendió que podía ser un puente para conectar esos dos mundos diferentes que son la cultura argentina y la china.

En la actualidad Mariela es la única traductora china matriculada de Chubut y hace varios años vive en Comodoro Rivadavia, ciudad de la que es originario su marido y donde eligieron vivir. “Yo creo que mi misión es de puente o nexo entre las culturas", contó a ADNSUR. "Hacerlos ver a los argentinos de que se trata la cultura oriental y también enseñarla, porque yo creo que rompiendo lo desconocido y dándoles herramientas a los conocimientos acerca la cultura y los pueblos, algo importante en un mundo globalizado”, agregó.

UNA EDUCACIÓN DIFERENTE

Mariela Wan llegó al país cuando tenía solo 7 años. Sus padres decidieron dejar Taiwán para que su hija no crezca en un régimen educativo tan exigente como el que hay en su país, algo muy diferente a lo que sucede en esta provincia, principalmente por estos días.

“Había mucha presión para los chicos para lograr entrar a una escuela. Las condiciones de vida en Taiwán son muy buenas pero en aquel momento había un sistema muy competitivo. Los chicos recibían mucha presión en cuanto a la competencia académica y a raíz de eso mis padres decidieron buscar un ambiente más saludable y eligieron la Argentina”, recordó Mariela.

En Taiwán se estudian seis años de primaria y seis de secundaria. Para poder pasar de un nivel a otro los estudiantes deben rendir un examen y dependiendo del puntaje podrán estudiar en una escuela u otra, dependiendo de la modalidad en la que les haya ido mejor.

Mariela asegura que en su país las escuelas estatales son de mayor prestigio. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en Argentina también tienen un arancel. La llaman la "economía del conocimiento".

Cuando sus padres, el profesor y ella ama de casa, llegaron a Argentina, sus padres iniciaron un comercio de materiales eléctricos aprovechando los ahorros que había traído. Mariela tenía solo 7 años y enseguida se insertó al sistema educativo argentino.

La traductora asegura que al principio para sus padres fue difícil la adaptación porque no sabía el idioma. Pero que a ella le costó menos.

A los 19 años fue cuando Mariela se vino a vivir a Comodoro Rivadavia junto a su novio, con quien luego se casó. “La primera vez que vine me tocó un día de octubre como nunca: muy lindo, sin viento, fuimos a un montón de lugares y me gustó mucho”, recuerda. 

Mariela por haber nacido en Taiwán y haber crecido en Argentina es un puente entre las dos culturas, tal como ella misma lo define.

UN PUENTE CULTURAL

Al ser consultada por su nacionalidad Mariela se define “como la integración de las dos culturas”. “No puedo decir que soy totalmente de acá ni totalmente de allá”, asegura, y tiene razón. Junto a su familia habla solo su idioma y mantienen tradiciones típicas, principalmente comidas y celebraciones como el Año Nuevo chino, que también se celebra en Comodoro Rivadavia, o la celebración de Mediados de Otoño que su familia celebrará el próximo viernes.

Mariela asegura que por su condición de taiwanesa y argentina siempre ofició de traductora, pero nunca pensó que se iba a terminar convirtiendo en una profesión para ella. Lo cierto es que hoy es la única traductora certificada de Chubut y posiblemente de la Patagonia.

“Por la condición de tener los dos idiomas siempre acompañaba a mis padres o algún amigo de mi padres o conocido a hacer algún trámite. A los grandes generalmente cuando vienen se pueden comunicar en lo básico, pero generalmente les cuestan las cuestiones más específicas o de trámites o ir al médico, entonces a los chicos nos tocaba acompañarlos y ayudarle. Así que yo lo tenía incorporado y cuando vine a Comodoro empecé a trabajar con los casos del juzgado Federal cuando venían los barcos con ilegales, o también para la policía federal y migraciones”, contó a este medio.

Mariela asegura que es difícil trabajar en casos donde hay involucrados inmigrantes asiáticos, principalmente por la historia que traen y lo que conlleva terminar presos en un lugar donde ni siquiera entienden tu idioma. 

“Son personas que están muy lejos de su hogar, no entienden el idioma, no entienden inglés. Generalmente son personas del campo con contratos de dos años donde no regresan al hogar y se encuentran en un país extranjero y presos. Entonces no es algo fácil”, explica Mariela.

La traductora asegura que los inmigrantes cuando la ven se sienten un poco más tranquilan. Saben que alguien los va a entender a la perfección y no se van a malinterpretar sus dichos. Además, se da una cercanía natural por todo lo que lleva la cultural.

En esos casos se ha cruzado con duras historias. “En los barcos siempre hay accidentes y más en los de factoría. Me ha tocado asistir varias veces a personas que le tuvieron que amputar falanges o un caso donde a un muchacho que era maquinista le explotó la caldera y todos los pedacitos de hierro se le incrustaron en diferentes partes del cuerpo y la vista. El mayor daño que sufrió fue en un brazo y lo tuvieron que amputar”, contó.

En ese caso, Mariela lo asistió con el oftalmólogo, quien le sacó las esquirlas del ojo. Ella le tenía que dar las indicaciones. “Ahí es donde a uno lo toca porque en el sufrimiento es donde más extrañas tu casa. Era muy triste porque luego se le infectó el brazo y lo tuvieron que amputar un poco más arriba. Él extrañaba la comida, un montón de cosas. Fue muy duro de ver”.

ENSEÑAR CHICO EN LAS AULAS

Además de ser traductora en casos judiciales, Mariela también enseña chino en forma particular. En su casa de la calle Carlos Gardel armó aula donde cada semana asisten cerca de 22 personas que se acercan por diferentes motivaciones. “Arranque en 2010. Siempre me pidieron enseñar pero yo sostengo que uno hable el idioma no significa que pueda enseñar, entonces hice una capacitaciones con el gobierno de Taiwán, que hace capacitaciones docentes a distancia, me anime y comencé a dar clases”, comentó.

Mariela asegura que “hay varias razones por las que la gente viene a estudiar. Hay gente que le gusta la cultura, otros los idiomas y le gustan los desafíos, otros que lo ven como una posibilidad a futuro y otros que quieren viajar”.

Aunque asegura que de todos los grupos los más constantes suelen ser las personas que están motivados por la cultura o aprender idioma. “Ellos son los que son más perduran. Mientras que aquellos que desistieron del inglés y quieren ir por el chino es complicado porque el ingles tiene una similitud con el castellano, pero el chino es completamente diferente. Y para el viaje lo que sirve es memorizar frases pero hacer un curso a largo plazo no muy recomendable porque el chino lleva más tiempo".

La traductora que además es profesora de computación admite que hay alumnos que en el primer año comienzan a hablar chino. Otros quizás tardan más, aunque depende de la voluntad de cada uno y el tiempo que le dedique. Sin embargo, eso dependerá de cada uno.

Mientras tanto ella sigue enseñando y transmitiendo su cultura originaria, aquella que en los últimos años ha crecido exponencialmente en la ciudad con la instalación de comercios de ciudadanos chinos.      

¿Qué es chino mandarín?/¿What´s mandarin chinese? (english sub)
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