Pablo Ducau tiene más de 16 mil horas de vuelo y es piloto desde hace más de 41 años. Por eso, lo que vivió el 23 de noviembre de 2011, fue un hecho que marcó un antes y un después. 

Esa noche lo llamaron para hacer un vuelo sanitario urgente. En menos de una hora tenía que estar en Aeroparque, para salir rumbo a Ushuaia a buscar a un paciente que estaba grave. "Yo, como capitán, mi copiloto, un médico y un enfermero", recordó en diálogo con Infobae. 

Despegaron a las 20:30 con un cielo totalmente despejado y estaba previsto que tardarían unas 3 horas en llegar.

“A las dos horas, antes de llegar al lateral de Comodoro Rivadavia, ya estábamos a 43 mil pies. Justo me puse a observar del lado derecho, el del copiloto, y vi una luminosidad extraña, como si fuera una estrella de color rojo que me llamó la atención. Mi copiloto también vio esa luz y dijimos: ‘Qué raro’”, contó.

El piloto que voló acompañado de un objeto no identificado.
El piloto que voló acompañado de un objeto no identificado.

En ese momento, la luz roja empezó a aumentar de tamaño. “Nosotros traíamos un rumbo aproximado de 190 grados para ir a Ushuaia y este objeto venía directo hacia la aeronave, con un rumbo de 230 grados aproximadamente. Es decir, del sudoeste para el noreste. Vi que esa luz se iba agrandando y cambiando de color. De rojo pasó a rosa. Me sorprendió porque normalmente cuando uno está en un espacio aéreo controlado y hay una aeronave circulando, escucha que se comunica con la torre de control”, manifestó.

Avistaje de ovnis cerca de Comodoro, el relato de una de las experiencias más resonantes del país

Pablo manifestó que cuando empezó a ver que la luz se iba agrandando, cambiaba de color e iba a una velocidad mucho más rápida que un avión, se comunicó con el control de Comodoro para ver si tenía una aeronave en el cielo. "El control me dijo que no, que no tenía nada. Entonces le informé: 'Tengo un objeto que está 10 niveles más arriba'. Yo estaba a 43 mil pies y este objeto estaría a 53 mil. Es muy difícil que a la altura a la que íbamos nosotros tuviéramos a alguien más arriba.

“En todo el ínterin, mientras informaba al control, el objeto cambió de color. Pasó del rosa a un blanco brillante que hacía imposible percibir su figura. La luz te encandilaba y no permitía ver la forma. Por entonces, esa zona no estaba radarizada, aunque no sé si los radares lo hubieran detectado. Esta luz blanca que encandilaba se fue acercando y llegó a la vertical del avión, diez niveles más arriba”, relató con precisión.

Pablo realizó una denuncia pero no recibió respuestas.
Pablo realizó una denuncia pero no recibió respuestas.

Ese objeto que los acompañó un buen tramo, en un momento “quedó parado, acompañando la velocidad del avión, nuestra trayectoria, y haciendo una especie de zigzag”

"No hay ninguna aeronave en el mundo capaz de hacer esas alturas y de poder disminuir una velocidad elevadísima y pasar casi a cero. Es imposible porque el factor de carga haría que matara a todos sus ocupantes y, a su vez, la aeronave o lo que sea se rompería

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Finalmente, el objeto los acompañó más o menos unos 20 o 30 segundos y después “siguió su trayectoria inicial de tal manera que yo desde el lado izquierdo del comandante, vi que aumentó su velocidad 50 o 100 veces y se alejó como si fuera un rayo de luz. Fue todo muy rápido, como un estallido de luz. Eso fue lo que sucedió”.

UN MISTERIO

Ya pasaron 11 años de ese evento, Pablo hizo la denuncia pero nunca obtuvo respuestas sobre qué fue lo que vio esa noche. “Yo sigo trabajando como piloto, sigo volando constantemente. Mis psicofísicos siempre fueron normales”.

Si realmente me pongo a analizar, yo no puedo decir qué tipo de objeto era. Pudo haber sido cualquier cosa. Si ese objeto fuera terrestre, por lo menos estaría 100 años adelantado a nivel tecnológico”

“Lamentablemente es muy difícil para un piloto denunciar este tipo de hechos porque siempre está el descrédito de la gente que piensa que estás hablando estupideces o que estás loco. A muchos pilotos les ocurren episodios anormales, pero en general no los notifican por querer preservar sus trabajos. Los relatos quedan en la cabina e incluso ni los comentan entre colegas para no ser tildados de “bichos raros”, afirmó.

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