PUERTO MADRYN (ADNSUR) – En septiembre de este año la justicia de Puerto Madryn condenó al ex jefe de la Policía del Chubbut, Juan Luis Ale a ocho años de prisión tras ser encontrado culpable de abuso sexual contra las dos hijas de su expareja cuando tenían apenas 9 y 10 años. A pesar de la condena el excomsiario sigue en libertad y sus víctimas decidieron hablar.

Fernanda y María Belén hoy tienen 31 y 32 años  y transitan un difícil camino que oscila entre la búsqueda de justicia y la revictimización a la que fueron sometidas durante el proceso.  Fueron abusadas por Ale cuando este era pareja de su mamá, pero después de muchos años pudieron contar lo sucedido.

El 23 de diciembre, la Cámara Penal de Puerto Madryn deberá comunicar su postura sobre el fallo. El defensor del excomisario, Daniel Sandoval, apeló la sentencia con el argumento del tiempo transcurrido: sostiene que la causa prescribió porque las víctimas denunciaron los abusos cuando ya eran mayores de edad. Las hermanas denunciaron los abusos en 2017

“Es un proceso desgastante”, dijo María Belén a TN. “Conectarse a las audiencias, escuchar lo que se tiene que escuchar, ver que la fiscalía trabaja, presenta escritos, no se los responden y de la otra parte mienten, dilatan”, detalló.

Asimismo, recordó que  “A fines del 2014, me entero por una crisis que tuvo Fer que ella había sido abusada por este hombre. Yo venía callándome porque creía que me había pasado solamente a mí. Cuando supe que también le había pasado a mi hermana se me derrumbó el mundo, absolutamente todo. La familia se destruyó emocionalmente por completo y yo sentí una culpa enorme por no haber hablado antes”, confesó María Belén.

Y continuó: “Yo era muy chica. Tenía miedos, no entendía. Pasaron muchos años hasta que me di cuenta que me habían hecho algo malo. En su momento no lo supe poner en palabras y vivíamos con un arma en la casa. Él (Ale) ya tenía muchísimo poder acá”.

Asimismo, afirmó que “Cuando me di cuenta de que era algo malo lo que a mí me habían hecho, ya era grande. Dentro mío lo puse en palabras, pero nunca lo pude exponer. Uno vive con ese sufrimiento y ese dolor que es de uno. Y decís ‘¿para qué lo voy a decir ahora?’. Callarme fue lo peor que pude haber hecho: me carcomió todos estos años no poder hablar con nadie de esto. No contárselo a mi hermana, a mi mamá o a un amigo”, agregó.

Fernanda fue la que dio el primer paso para llevar el caso a la Justicia: Traté de quitarme la vida porque no soportaba más el dolor de esta carga, que nadie puede imaginar lo que es y dejando una familia destrozada”, manifestó.  Pero pese a haber hecho la denuncia, el calvario continuó: “Siento impotencia. Van tres años de proceso y sigue en libertad, teniendo a la mano destruir infancias como lo hizo con las nuestras. Dejó a dos niñas muertas en vida. Somos un rompecabezas que hoy tratamos de armar”.

Y advirtió que  “Los abusos en la infancia son para toda la vida. Parece que los condenados somos los sobrevivientes. El dolor se va sanando y tratamos de seguir adelante. Yo tomo seis pastillas por día y estoy con tratamiento psiquiátrico permanente. En resumen, tratamos de llevar unavida normal, sin garantías de éxito, mientras tenemos un hombre condenado muy campante en su casa. Hoy seguimos pidiendo justicia para que no haya un depredador más en la calle”, pidió.

A Fernanda y a María Belén les cuesta tener expectativas sobre el fallo. “Hoy es una incertidumbre. Tiempo atrás, tenía mucha esperanza en la Justicia. Ahora, me angustia mucho. Soy voluntaria en Infancia Robada y es muy difícil que yo pueda decirle a alguien que va a tener justicia, porque a mí me han defraudado y me han dejado a la deriva, sin ningún tipo de contención”, señaló la mayor.

“Me gustaría dar otro mensaje, pero la Justicia nos ha cacheteado ya tantas veces que no espero nada. Ojalá me equivoque. Uno cuando busca judicializar algo es porque no quiere que le pase al de al lado. Ya no es buscar Justicia para uno, si no para muchos chicos y chicas que lo han pasado con esta persona”, agregó. Mientras que su hermana indicó que: “Todo esto nos tiene desencajadas porque no podemos entender cómo puede seguir prosperando la prescripción, ya sabiendo que este sujeto es culpable y que fue condenado, probándose los hechos, con una investigación de tres años”.

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