“Tal vez los que hoy tengan 20 años no se acuerden, pero allá por el año 2001 los argentinos y las argentinas en las calles gritaban “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Era el repudio a la política por lo que había pasado”. 

Esta frase es de Cristina Kirchner y la dijo en su último discurso en el CCK junto a dirigentes de Iberoamérica como los ex presidentes de Ecuador, Rafael Correa y el ex mandatario español José Luis Rodríguez Zapatero. 

Esta referencia a jóvenes menores de 30 años viene siendo una cuestión recurrente en las discusiones del kirchnerismo, que por largos años tuvo el monopolio de la juventud que incursionaba en política. 

Las últimas elecciones legislativas y las proyecciones para este año tienen como factor sobresaliente a Javier Milei, el economista que irrumpió en el escenario político y sedujo a los desencantados con las últimas administraciones del país.

Una persona que nació en 2003, y que hoy tiene 20 años, no conoció los primeros años de Néstor Kirchner con inflación anual del 2% o el 3% del primer año de Cristina Kirchner.

Tenía apenas 5 años. Cuando tenía 10 años y escuchaba hablar de la “década ganada”, la inflación anual era de 14,76% y la acumulada en 10 años era de 371%. 

Si se hace un recorrido similar con un chico que nació en 1993 y que hoy tiene 30 años, el cálculo es aún más cruel, porque cuando salió al mercado laboral, la inflación fue mes a mes fagocitando su salario y la expectativa de poder comprar la casa propia es casi nula por la falta de créditos hipotecarios accesibles. 

Es decir que los menores de 30 años están muy decepcionados con la clase política que ha gobernado el país en los últimos años. Y así se traduce en las encuestas. 

En un sondeo de la consultora Synopsis hecho durante febrero surge que el 51% de los votantes de Javier Milei tienen entre 16 y 29 años. Los jóvenes no quieren ni Macri, ni Cristina. Para esto la vicepresidenta ya ensayó una respuesta. “La gente se la agarra con la política y piensa, además, que viene uno y promete una cosa, viene otro… y vamos así, y la gente sigue convencida de que los políticos son los malos. No, son los modelos económicos”, dijo en la Universidad de Río Negro en Viedma el pasado 10 de marzo. 

En ese mismo discurso también buscó hablarle a los veinteañeros: “Yo quiero reivindicar a ese hombre que apenas con el 22% de los votos recibió un país en el 2003 al que todos recuerdan la parte económica, que estábamos mal, que lo recibió en medio de una fenomenal crisis institucional en la cual hoy un chico de 20 años tal vez no se acuerde porque nació en el 2003. No había Poder Ejecutivo, la gente no veía que la autoridad, que la política era la que decidiera las cosas en la Casa Rosada”. 

Si se observa con detenimiento, no hay movimiento en el discurso kirchnerista que no busque hablarle a los jóvenes. A los nuevos jóvenes, porque aquellos militantes de La Cámpora de principios del kirchnerismo hoy peinan canas.

En eso trabaja Máximo Kirchner, que a principios de marzo tuvo una intensa actividad con estudiantes universitarios y secundarios. 

El 3, 4 y 5 de marzo se llevó adelante el primer Campamento Nacional Universitario de La Cámpora bajo la consigna “Nada sin Cristina” en el camping de FATICA, el sindicato de los curtidores. 

Y el 7 de marzo se reunieron en Chascomus más de 100 militantes de secundarios de todo el país en la llamada Mesa Federal del Frente de Secundarios de La Cámpora. 

El encuentro se hizo en el camping del Secasfpi, el sindicato de los trabajadores de la Anses.

Para completar esta búsqueda de mantener una representación de la juventud, el viernes 24 de marzo, la columna de La Cámpora que arrancó en la ex ESMA y fue hasta Plaza de Mayo estaba encabezada por militantes de Secundarios y Universidades, e incluso la transmisión que hizo La Cámpora por su canal oficial de YouTube tuvo la conducción de estudiantes y buscó mostrar juventud. 

La última entrevista de esa transmisión fue a Máximo Kirchner que cerró el reportaje diciendo que “lo mejor que tiene nuestro país son nuestras pibas y pibes. Son el futuro de todo esto”.

Cristina, como el mito griego de Titono, el príncipe de Troya, que pidió por la inmortalidad, pero olvidó tener en cuenta la eterna juventud y envejeció, hoy trata de renovar las expectativas con las nuevas generaciones. 

El principal problema es que ya no tiene el contexto de aquel añorado 2003.

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