En The Way Back, la película de Gavin O’Connor, el personaje que compone Ben Affleck lidia con muchas situaciones que el actor estadounidense ha vivido recientemente en su vida privada. Pero de la misma manera en que en el filme la ex estrella del basquet universitario que interpreta encuentra en un trabajo de entrenador una razón para iniciar un nuevo capítulo en su vida, Affleck, que recientemente concluyó su etapa como Batman, ha aprovechado la película como un nuevo principio.

En este camino incluye a Deep Water, el retorno al cine de Adrian Lyne después de 18 años y en la que comparte cartel con su actual pareja, Ana de Armas, y a The Last Duel, que dirige Ridley Scott y que Ben Affleck escribió junto a Matt Damon, con quien se ganó el Oscar más de dos décadas atrás por Good Will Hunting cuando era un desconocido.

¿Tuvo un mentor en su vida como lo es su personaje para estos jóvenes jugadores?

-Sí, claro. Tenía un profesor de teatro en la escuela secundaria que jugó ese rol: fue un mentor y casi un padre para mi. Ocupó el lugar que los jóvenes buscan en los adultos que los guían, un punto medio entre un padre y un compañero. Se llamaba Gerry Speca y hubo un momento antes de la graduación en que me llamó aparte y me dijo que yo podía llegar si lo intentaba, que lograrlo iba a ser muy difícil, pero me estimuló para que siguiera actuando. Esa conversación tuvo el impacto más fuerte de toda mi carrera. En los años que siguieron, mientras me presentaba a audiciones, muchas veces sintiéndome frustrado por los rechazos, pensando que nunca lo iba a lograr, me acordaba de sus palabras. Fui afortunado de tenerle.

En esta película interpreta a un alcohólico y cuando empezó a filmarla acababa de salir de rehabilitación. ¿Tuvo miedo que encarnar el personaje le hiciera recaer?

-No. Uno tiene que reconocer que el alcoholismo es una enfermedad, y que siempre podés recaer. Podés decir: “este es el último trago que tomaré en mi vida”, pero nunca estás seguro de que será así. Yo espero poder cumplir esa promesa. Pero la clave para alcanzar la sobriedad es reconocer que uno puede recaer. Hay gente que vuelve a caer en el alcohol después de 20 o 30 años de sobriedad. Es escalofriante, y muy complicado. Aún no se sabe exactamente qué es lo que pasa. En mi caso, he tenido recaídas después de sentir que había dejado atrás el problema. En cuanto a cómo mis problemas personales me afectaron en mi interpretación, he de decir que disfruté de cada día del rodaje, me encantó el desafío de reproducir las emociones de este personaje, de tener algo jugoso con lo que trabajar. Es el tipo de papel que quiero en este momento de mi carrera. En cuanto a las recaídas, no es que me tiente el cenar con alguien que bebe una copa de vino. Lo mismo ocurre si tengo que beber cerveza falsa en una película. Es algo mucho más profundo. No se dispara la necesidad de beber porque lo esté haciendo mi personaje.

Ben junto a su familia
Ben junto a su familia

¿Cuándo fue el momento en que se dio cuenta de que el alcohol era un problema en su vida?

-Tiende a ser mas bien un proceso, no es algo que se da en un momento. Lo mismo vale para la recuperación: son dos pasos para adelante y uno para atrás. Uno aprende un poco y luego se tropieza. Creo que todo pasa por aceptar que no es algo sencillo y no se resuelve en un día. Lo que la ciencia dice es que una vez que la mente se vuelve adicta a algo, no puede aprender a desconectarse de esa adicción. Aceptar eso ha sido lo más importante en mi proceso.

¿Qué es lo que le gustaría que el público se llevara de esa película?

-Que uno se puede recuperar y sobreponerse a los tiempos duros. Y que esos malos momentos no son los que te definen como persona. Todos nos enfrentamos a la adversidad de una forma o de otra. A este personaje le ocurre algo inimaginable. Algo que ni siquiera quiero pensar cómo sería. Pero me encanta el mensaje de que uno puede superar las dificultades. Yo no quería participar en una película que diera sermones. No creo que a ningún alcohólico le interese ver algo así. La audiencia quiere ver una historia humana, que el protagonista sea alguien con quien se pueda identificar. Y quiere ver cómo la gente puede cambiar. Eso ha sido la base del drama desde hace miles de años, y es lo que yo quería hacer con esta película. Algunas de las cosas que toca el filme me son muy cercanas y otras espero que nunca lo sean.

¿Filmarla fue algo catártico?

-En cierto modo sí. Es una película intensa que toca problemas que pueden resultar familiares, porque son comunes. Para mucha gente el divorcio es el mayor desafío de su vida. Es duro, muy doloroso, particularmente si involucra a tus hijos. Yo tuve mi propia experiencia al respecto. Para el personaje es distinto, pero uno tiene que basarse en cierta medida en su propia experiencia al respecto. Durante toda la filmación sentí que estaba en un buen lugar como actor, ya sea que fueran escenas con las que me pudiera vincular personalmente o las que no. Los atletas suelen decir que viven el momento, y que reaccionan de manera intuitiva en lugar de tener que pensar antes de reaccionar. En mi caso fue similar, yo me sentía muy seguro, me dejé llevar porque sentía que sabía lo que Gavin quería para mi papel.

En su peor época Robert Downey Jr. tuvo problemas para que las aseguradoras cubrieran sus películas, ¿cómo fue en su caso?

Tengo la suerte de que mis problemas con el alcohol nunca se mezclaron con mi trabajo. No he perdido un día de rodaje en mucho tiempo. Aún cuando bebía de más, nunca lo hice en el trabajo, por lo que no afectaba a mi rendimiento. Siempre he tenido buena salud y nunca un productor tuvo que pedirle a una aseguradora dinero porque mi falta de conducta le generara pérdidas.

Fuente: Clarín

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