Daniel Lee, el empresario que creó uno de los pubs más icónicos de la historia de Comodoro y construyó una marca de helados premium en Miami
Estudió en el colegio Perito Moreno, dio clases de taekwondo WTF cuando era adolescente y, a los 18 años, comenzó a emprender en el comercio siguiendo los pasos de sus padres, pero con otra visión. De origen humilde y a fuerza de trabajo, el dueño del recordado Cabaña Pub, Ele Multiespacio, Hola Juguetes, entre otros comercios, creó diferentes empresas que llegaron a emplear a 300 personas. Hoy sigue todo desde Miami, donde está radicado desde hace 6 años, emprendiendo con un nuevo proyecto de helados gourmet. Esta es la historia y el presente de Daniel Lee, un hombre que no para.
¿Dónde está el viento de Comodoro? se pregunta Daniel Lee (52) y mira por la ventana a la calle 9 de Julio, ese pequeño rincón del centro de Comodoro donde forjó la actividad comercial que lo hizo convertirse en empresario.
Son las 7 de la tarde del jueves y Lee termina una reunión luego de una larga llamada telefónica. El día es frenético y las horas no alcanzan para hacer todo lo que tenía planificado. Hace un año que no venía a la ciudad, quiere ver amigos, reunirse con empleados y encargados, y terminar de cerrar algunos detalles de un nuevo proyecto que inaugurará dentro de poco.
El clima lo sorprende, lo admite. Durante los tres días que se extiende su visita, el viento está ausente y la temperatura es ideal para caminar o ir a la playa. Por supuesto, algunos también se animan a meterse.
“Me tocaron días hermosos”, reconoce Lee cuando comienza nuestra charla. “Me acuerdo que cuando vine en el 84 era una cosa insufrible. Un viento de 150 kilómetros por hora, todos los días, algo habitual, normal y había que acostumbrarse”.
Kwon Jin Lee en Comodoro es más conocido como Daniel. Nació en Seúl, la capital de Corea del Sur y a los 4 años migró a Argentina con su familia. Primero estuvo en Buenos Aires, donde montaron un almacén en Almagro y luego llegó al sur de la Patagonia, cuando ya era un adolescente.
Cuenta que a su padre lo estafaron y decidió comenzar de cero en otro lugar del país. Con su hermano recorrió Salta, pero no les convenció y vinieron al sur, sin imaginar que iban a quedarse en Comodoro Rivadavia por la rotura de un auto.
“Fueron las circunstancias”, recuerda Daniel. “Mi papá era muy religioso y lo estafaron con plata, así que quería salir para el interior. Con mi hermano fueron al norte, llegaron hasta Salta y después vinieron al sur. Pero acá en Comodoro tuvieron un percance con el auto, conocieron a una gente y por esas casualidades de la vida se terminaron quedando”.
Lee asegura que el comienzo fue duro. Era prácticamente comenzar de cero en una ciudad que no conocían y con muy pocos recursos. Con lo poco que había, su hermano alquiló un local en la avenida Kennedy y así comenzaron.
“Era en el final de la Avenida Kennedy, que en esa época era el lejano oeste. Una cuadra más terminaba la ciudad y no había más nada”, recuerda Lee. “Ese año se había inaugurado el barrio 30 de Octubre y la circunstancia hizo que pudiéramos alquilar un local en esa zona. Era un local que ni siquiera estaba en la Kennedy, estaba a la vuelta; encima, estaba mal construido, en el sentido de que invadía la línea municipal. Entonces, cuando mi hermano lo quiso habilitar, no podía, porque tenía algún problema con la Municipalidad. Pero vivíamos en ese localcito que era una tienda de ropa, dividido por una estantería. Atrás teníamos la cama, una hornalla y ni siquiera teníamos agua caliente.”
Lee asegura que a pesar de la escasez tiene los mejores recuerdos de esos tiempos, aunque no era fácil. En ese momento la familia estaba dividida en dos. Su hermana y su madre continuaban con el almacén en Almagro y el resto intentaba construir algo en la Patagonia. Él, por su parte, recién había terminado la primaria y como las inscripciones ya habían cerrado, terminó ingresando al Instituto Martín Rivadavia, que por ese entonces estaba en Belgrano y Ameghino.
Cuenta que en ese colegio estuvo un año y al año siguiente continuó sus estudios en el Colegio Perito Moreno, donde quedaron muy buenos recuerdos.
“Fue una muy buena experiencia, gracias a dios me llevaba muy bien con los compañeros del secundario. Varios años salí mejor compañero, en quinto año salí abanderado, así que tengo muy buenos recuerdos de la secundaria”.
DEL AULA AL COMERCIO
Lee es un comerciante de raza. Admite que siempre le gustó y en su retina aún recuerda aquellos tiempos en que vivía en Almagro y atendía el negocio familiar. “Tenía unos 8 años y después que llegaba del colegio me ponía detrás del mostrador y ayudaba y atendía. Me gustaba y ahí empecé” dice con nostalgia.
Ya en la adolescencia, cuando llegó a Comodoro mostró su lado emprendedor. Con 15 años, comenzó a dictar clases de Taekwondo aprovechando que no había ninguna escuela de WTF en la ciudad. Su idea era entrenar y enseñar, y comenzó a dar clases en un salón del barrio Pueyrredón. Luego llegaría la escuela 143 de Kennedy y Roca, y más tarde la Mutual del barrio homónimo. Lee es VI Dan de Taekwondo y cinturón negro.
Cuando terminó la secundaria, la idea de Lee era estudiar y eligió la carrera de contador público en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Llegó a hacer algunas materias de tercer año, pero por ese entonces ya estaba inmerso en el mundo de los negocios y su afán emprendedor terminó venciendo al estudiante.
Por un lado, el empresario ayudaba en la administración de la tienda de sus padres, Tienda Lee, que luego de un paso por Km 3 se asentó en la Avenida Rivadavia al 1900, donde llegó a tener dos sucursales. Y por el otro, incursionaba en sus primeros negocios.
"Empecé con importación y tímidamente con algunas actividades paralelas”, cuenta al recordar sus inicios en el comercio. “Cuando se abrieron las importaciones empecé a importar algo de electrónica y vehículos y en su momento era concesionario de la marca coreana Daewoo. Estábamos en la calle Sarmiento al 1600, donde tenía el taller y el servicio oficial. Fue una linda experiencia, duró dos o tres años, pero iba a la universidad cansadísimo. Me acuerdo que iba al aula magna y era inevitable dormirme. Así que en un momento dije, ‘tengo que parar la pelota, en algún momento si me tranquilizo en algunas cosas retomo, pero nunca más pude retomar porque nunca vino esa tranquilidad, siempre fue más actividad, más negocios y más”, admite.
Como dice Lee, desde entonces todo fue crecimiento y comenzó a incursionar en diferentes rubros. En su momento, tuvo un lavadero de autos automático en la esquina de Almirante Brown y 25 de Mayo, y también un restaurante, Dionisios, que estaba en Rivadavia casi 9 de Julio, donde hoy hay una reconocida marca de indumentaria urbana. Sin embargo, el local que lo llevó a otro escalón fue Cabaña Pub, el icónico local nocturno donde Charly Amado se hizo popularmente conocido.
“Todo comenzó porque unos amigos me dijeron: ‘un buen negocio que hay para hacer es poner un boliche bailable’. A mí no me gusta la noche, pero me invitaron a poner algo de dinero y arrancamos. Comenzó como El Cerro y al final me terminé involucrando”, recuerda sobre cómo fue que se inició ese local ubicado en pleno Centro de Comodoro Rivadavia.
Lee asegura que los comienzos fueron muy duros porque era una discoteca. "Tuvimos muchísimos problemas con los vecinos, la Municipalidad y la falta de experiencia. Me acuerdo que abrimos para fin de año pensando que era la panacea y fue un desastre. La noche uno no la entendía, yo ni siquiera salía”, recuerda entre risas.
El Cerro duró un suspiro, luego de unos meses cerró y Lee decidió convertir ese lugar en un pub. Cabaña permaneció abierta durante 20 años, hasta que en la pandemia decidió cerrarlo, marcando a toda una generación.
“Fue una linda experiencia. Empezamos a hacer cosas locas, diferentes tipos de eventos. Al principio comenzamos tímidos y después hacíamos hasta desfiles de perros. Con la gente que me acompañaba como relacionista pública, pudimos hacer un trabajo de menor a mayor y, poco a poco, consolidar la historia de la Cabaña, que se remonta a 21 años.”
El negocio era rentable y viable, pero tenía algunos problemas: la capacidad del local, la ubicación céntrica y de alguna forma la expansión de sus propios negocios. Cuando decidió cerrarlo, Lee ya había construido Ele Multiespacio, un megaproyecto que ideó en la Loma luego de haber visto una idea similar en un viaje a España con amigos.
El negocio se caracteriza por su versatilidad, en virtud que combina eventos, restaurante y discoteca, toda una apuesta para la ciudad y mucho más hace casi 20 años atrás. “Lo quería poner en la Costanera, fui al Club Náutico, hablamos con las autoridades, pero al final no nos convenció. En el 98 había comprado el terreno que actualmente es Ele y después hice un pequeño estudio de mercado y dije ‘vamos a poner algo acá’. A la vuelta estaba Gigante, entonces era una antítesis. Yo quería poner algo de primera calidad, pero dije ‘si realmente lo hago bien, va a tener un peso propio y la gente se va a acercar igual’”.
Lee recuerda que muchos decían: “'está loco este pibe, si lo pone ahí en la Loma no le va a durar nada'. Fueron circunstancias duras porque no tenía dinero, tenía algo y lo que iba generando. Pero fueron tres años de obra hasta que pudimos abrir en 2007”.
Ante la consulta, Lee dice con orgullo que fue todo capital suyo, una megaobra que fue todo un desafío. “Yo lo veo en perspectiva y digo ‘lo loco que estaba’, el desafío que me había tomado y en unas circunstancias financieras complicadas porque había que ir generando el dinero para ir alimentando la obra”.
La inauguración de Ele Multiespacio marcó un antes y un después para Lee en el mundo de los negocios. Luego llegaría la apertura de Hola Juguetes en un local que él mismo había construido en la Kennedy, aquella avenida a la que siempre le vio potencial comercial. Su idea fue crear un negocio que, de alguna forma, permitiera impulsar esa cuadra y pensó en una juguetería, considerando el vacío que había quedado luego del cierre de Pirulin Pirulero. Más tarde llegaría la compra de Gigante Megadisco, incluyendo el edificio y el fondo de comercio de Puntocom, además de la apertura de Buenas Costumbres.
Lo cierto es que, a pesar del volumen de sus negocios, siempre se lo vio al otro lado del mostrador, lo que quizás, de alguna forma, es parte del éxito, tal como cuenta. “Cuando pongo un negocio, me involucro mucho y trato de entender cómo funciona. Así como en Cabaña, a veces era cajero o barman, o en el restaurante era cajero, recepcionista o hacía las compras; en la juguetería estaba más que nada en las épocas claves: en agosto para el Día del Niño, Navidad y Reyes. En esos momentos, siempre estaba envolviendo los regalos, entonces vos mirabas los juguetes que se vendían, pispeabas y demás; era conocer el secreto del rubro, básicamente. Entonces, una vez que entendés el negocio, te podés salir un poquito.”
DE LA PATAGONIA A MIAMI
Con orgullo Lee cuenta que en su carrera empresarial hizo de todo, “menos de mozo y cocina”, porque no tenía el talento para un lugar gourmet. Pero las vueltas de la vida, hicieron que decidiera cambiar de rumbo.
Sus hermanos volvieron a Buenos Aires, su padre y su abuela fallecieron, y terminó quedando solo en la Patagonia. Así, sin compromisos familiares, su vida era negocios, amigos y viajes, su otra pasión, y poco a poco terminó mirando para Estados Unidos, donde finalmente se radicó.
“Siempre iba para allá, porque particularmente Estados Unidos y Miami me gustaban mucho por el clima, la fisonomía de la ciudad y un montón de cosas que me atraían. Entonces, cada vez que podía, por el hecho de estar sin compromisos familiares, me iba. Siempre estaba con la computadora y el celular. La ventaja era que podía estar en cualquier parte, pero el precio que pagaba era que, esté donde esté, estaba muchas horas laburando. Sin embargo, me acostumbré a eso y eso me permitió viajar mucho y abrir un poco más la cabeza.”
Lee admite que la situación macroeconómica de Argentina también fue uno de los motivos que lo llevó a buscar otra oportunidad de negocio. Sentía la presión y la responsabilidad, y quería tener un pie comercial en Estados Unidos.
En ese sentido, analiza: “El problema más grande en Argentina es la inflación, la recesión, los temas laborales y la presión impositiva; así que estaban todas las variables en contra. Sentía que todo lo que pude generar, poco o mucho, estaba en riesgo porque era mucha la presión y la responsabilidad de todo. En un momento dado, tuve como 300 empleados; entonces, empecé con un proyecto en 2018 para montar una marca de helados. Me pareció que era un desafío, porque a veces en Argentina un día te está yendo bárbaro y al otro día te levantás, te cambiaron las reglas del juego y te fundís.”
Lee cuenta que la idea apareció una noche en la que cenaba con amigos. Querían tomar helado, pero no cualquier marca, y se dio cuenta de que no había una marca premium. La idea quedó latente y, poco a poco, comenzó a estudiarla.
“Me llamó la atención y después comencé a investigar. Entonces me pareció que había una oportunidad de crear una marca, porque en Estados Unidos lo más importante es el valor de crear una marca; los inversores te sobran, el tema son las buenas ideas. Entonces hay que generar visibilidad y que puedas estar en la memoria de la gente. Después, si tenés eso, los inversores son lo que más sobran allá.”
Para llevar adelante el proyecto, Lee buscó un maestro heladero de Nueva Jersey e ideó un helado de lujo con un buen packaging, combinando sabores con bebidas alcohólicas de lujo. Viajó a Italia; durante dos años construyó la idea y dedicó mucho tiempo a la elaboración de la fórmula.
“Estuvimos 10 meses; me acuerdo que viajé 7 veces a Nueva Jersey hasta que quedé conforme con todas las recetas y, cuando estuvimos preparados, arrancamos con el primer local, en el Aventura Mall”.
Cuore Gelato y Gelato E Macchiato hoy cuentan con 8 locales comerciales impulsados por diferentes inversiones. Hay locales en Hollywood, Dadeland Mall, el aeropuerto de Miami y Marine Villas. “Hoy por hoy estoy enfocado en eso, porque desde la fábrica también proveemos a restaurantes y hoteles. Apuntamos a crecer, organizados y ordenados. Hay muchos desafíos en ese mercado; me respaldan un par de inversiones, pero por suerte, después de tres años y pico, estamos creciendo.”
Mientras tanto, continúa manteniendo sus comercios en Comodoro y ahora iniciará un nuevo emprendimiento: la reapertura de Cabaña Pub, donde estaba La Patagónica.
“Alquilamos el local y estamos armando el proyecto. Más que nada por eso vine también para conocer el lugar y trabajar en el proyecto con el gerente general de la compañía, hacer las modificaciones, las actualizaciones y, por supuesto, visitar a amigos, gente de tanto afecto, el grupo de amigos y amigas, además de visitar al equipo de trabajo, que ellos hacen todo.”
“Siempre dijimos que si lo reabrimos, sea en un lugar que valga la pena. Mucha gente, amigos, en chiste, en broma, me decían: ‘¿Por qué no lo abrís? Es un lugar al que se puede ir todas las noches, donde toquen bandas’. Me pareció que era una buena oportunidad y ahora ya estamos armando el proyecto. Lo primero que hicimos fue acomodar toda la parte estructural, la parte eléctrica, limpieza y, a partir de ahí, vamos a ver todo lo que vamos a arreglar, mejorar y reestructurar el funcionamiento, y volver a poner en marcha la fábrica de cerveza porque tiene equipos muy buenos. Pero todavía no tenemos fecha".
Pero, ¿cuál es el secreto de su éxito empresarial? Lee asegura que es el valor del trabajo. “Creo que fue un poco la perseverancia, ser autodidacta, abrir la cabeza, aprender de mis propios errores, entender quién hace las cosas bien y aprender de esas cosas, viajar, y como siempre digo: si todos los días haces las cosas bien, estás empeñado en hacer las cosas bien, estás condenado al éxito. Siempre mi lema es ese: todos los días enfocarme en hacer las cosas bien. También tuve mucho tiempo sacrificándome, durmiendo pocas horas; fue mucho trabajo duro. Todo ese combo hizo que la rueda empezara a girar”.
La entrevista va llegando a su fin luego de casi una hora de charla. El teléfono no para de recibir notificaciones y el tiempo vuela. La pregunta ante tanto crecimiento es inevitable: ¿hasta cuándo quiere continuar? Él tiene la respuesta. “Simplemente hasta el día que me canse”.
"Hasta ahora ha gestionado todos los días, ha trabajado todos los días, trató de descansar solamente el fin de semana, pero es algo que le gusta, me apasiona; si no hubiera pasión, no habría llegado hasta acá. Sin embargo, uno sigue por la inercia porque me gusta el mundo de los negocios, básicamente,” admite Daniel Lee, el empresario de la noche que supo construir una marca y hoy sigue apostando desde Estados Unidos.