BUENOS AIRES (ADNSUR) -  René Favaloro nació en el año 1923 en la ciudad de La Plata , y a los cuatro años ya manifestaba sus ganas de “ser doctor”. Según solían comentar en su círculo familiar, las ganas de ser médico las heredó de su tío que desarrollaba esta profesión y a veces lo invitaba a pasear por su consultorio.

Para el pequeño René, que cursó la primera en una escuelita de su barrio “El Mondongo”, significaba toda una aventura. La secundaria la hizo en el prestigioso Nacional de La Plata. Luego ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. En 3º año tuvo su primer contacto con los pacientes del Hospital Policlínico, el centro médico en el que realizaba sus prácticas y que recibía a los casos más complejos de Buenos Aires.

Nunca consiguió despegarse de su enorme vocación de servicio: a la mañana iba como parte de la currícula con compañeros y docentes, pero a la tarde volvía a la institución para seguir de cerca la evolución de sus pacientes, porque aunque era muy joven ya eran “suyos” los pacientes.

Vivía en el hospital, tanto que algunas veces permanecía allí durante varios días seguidos sin tomarse un respiro ni retornar a su hogar.También concurría con avidez a participar de las operaciones que otros médicos de más trayectoria realizaban.

En 1949 se graduó y al año siguiente recibió una carta inesperada. Era un tío de Jacinto Arauz, La Pampa, que solicitaba su presencia. El pueblo tenía 3500 habitantes que se dedicaban principalmente a las actividades rurales; necesitaba de un médico. Enseguida se compenetró con las necesidades de la gente, supo que las enfermedades solo podían ser comprendidas a través de los ojos de quienes las padecían.

Favaloro retornaba a La Plata para actualizar sus conocimientos y mantenerse al día con los saberes de la época. Se recibió de doctor y tras 12 años de medicina rural, con un inglés flojo de papeles, viajó a Cleveland Clinic, un centro médico-académico en EEUU, pionero en cirugías. Las operaciones cardiovasculares estaban en auge y el joven argentino buscaba formar parte de la revolución.

Permaneció allí durante una década, se desempeñó como residente y luego como miembro activo del equipo de cirugía. Una idea le daba vueltas en la cabeza: quería realizar un verdadero aporte en las intervenciones coronarias. Revisaba una y otra vez las experiencias con diversos pacientes, hasta que en 1967 advirtió la posibilidad de emplear la vena safena en las cirugías de corazón. La técnica, que luego conquistaría popularidad como “bypass aortocoronario” constituyó el trabajo emblemático de su trayectoria, ya que transformó el paradigma relacionado a la enfermedad coronaria. Realizó, según se cuenta en los registros, más de 13 mil by pass.

En 1980 creó el Laboratorio de Investigación Básica y en 1998 la Universidad Favaloro. Recibió distinciones de todos los colores y de todos los países que pisó. Además de destacarse como un profesional sobresaliente, utilizó sus capacidades de educador y comunicador para oponerse en cada participación pública a la desigualdad, denunciar la pobreza, criticar las prácticas armamentistas y denostar la violencia.

 No usaba computadora, se resistía al celular y manejaba el mismo Peugeot 505 desde hacía década y media. Fue un hombre de otros tiempos, talentos y valores. Un fuera de serie, una excepción a la historia. La historia de René Favaloro es la historia de muchos médicos y médicas de Argentina.

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