ESTADOS UNIDOS - Molly Everette Gibson, una beba de Tennessee, rompió un récord científico: "tiene" 27 años y su madre 29. Nació hace poco más de un mes nació de la panza de la mujer que se convirtió en su madre, Tina Gibson, de 29 años.

La beba nació en perfecto estado de salud, con un peso de 2 kilos, 780 gramos, y es la segunda hija del matrimonio de Tina y Ben Gibson. La pareja lleva diez años de casados, y siempre quisieron formar una familia: la joven hizo tratamientos de fertilidad a sus 25 años, pero nada daba resultado.

Consideraron adoptar en vez de pasar por el proceso de fertilización in vitro, pero a principios de 2017 otra opción los sorprendió. Consultaron a una organización sin fines de lucro acerca de cómo funcionaba la "donación de embriones", y decidieron apostar por ese camino.

Así fue como llegó a sus vidas su primera bebé, Emma, que actualmente tiene tres años. Sin embargo, en cuanto a su "edad embrionaria" ya habían marcado un récord científico: ese primer embrión había estado congelado por 24 años, y esto significa que tiene solo dos años de diferencia con su madre.

Molly es la segunda hija del matrimonio y arrasó aún más con la "diferencia etaria" entre madre e hija: técnicamente tendría 27 años y sería sólo 18 meses más joven que su mamá si hubiera nacido cuando fue concebida por la ciencia.

El embrión se congeló en octubre de 1992, tan sólo un año y medio después de que naciera la mujer que casi tres décadas después sería su madre. En este sentido, la directora del laboratorio del Centro Nacional de Donación de Embriones, Carol Sommerfelt, aseguró que fue muy gratificante lograr la hazaña de que un embrión congelado se convierta en un bebé tantos años después.

Por su parte, los investigadores de la Biblioteca Médica Preston de la Universidad de Tennessee, afirmaron que Molly ingresó a los libros de historia como el embrión congelado más largo que se sabe que resultó en un nacimiento vivo.

El matrimonio describió el nacimiento como una "bendición en medio de un complejo 2020", y se mostró agradecida por los avances de la ciencia. "Esta es una prueba de que ningún embrión debe descartarse jamás, ¡ciertamente no porque sea 'viejo'", reflexionó el doctor Jeffrey Keenan, director médico del centro de salud, en diálogo con The Mirror.

Fuente: La Nación

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