El acceso a la base está cuidadosamente controlado por barreras invisibles que incluyen la embajada de China en Argentina, el gobierno chino y el Control General de Seguimiento y Lanzamiento de Satélites de China (CLTC). Desde la garita de entrada, donde los policías locales custodian el acceso, hasta los edificios en el corazón de la base, hay un abismo de distancia que nadie puede cruzar sin autorización previa.

La falta de información y la escasa transparencia por parte de las autoridades argentinas han dado lugar a especulaciones y teorías en la zona. Incluso Estados Unidos expresó su preocupación por la presencia de las Fuerzas Armadas chinas en suelo argentino e instaló con una mayor claridad sobre las actividades en la base.

Según fuentes locales, la base alberga a un pequeño grupo de jóvenes chinos que permanecen allí por un tiempo limitado antes de ser reemplazados. Hasta el momento, se sabe muy poco acerca de estos individuos, aparte de que son ingenieros y que adoptan nombres locales para su estadía en la Patagonia. La interacción con los lugareños es mínima, y ​​la información sobre las actividades reales que se llevan a cabo en la base es escasa.

La zona está fuertemente protegida con cercas de alambre de púas y alambrado olímpico de dos metros de altura. Existe un segundo alambrado convencional que delimita las 200 hectáreas que fueron cedidas a China por el gobierno argentino en 2012. Sin embargo, el suministro de agua ha sido un punto débil en la base, ya que el agua de la zona es salada y no apta. para el consumo. Se informó que camiones traen agua desde Las Lajas para llenar las cisternas de la base.

La falta de control y de información por parte de las autoridades argentinas ha sido motivo de controversia y generó especulaciones en la zona. Los residentes locales expresaron su descontento por la falta de beneficios económicos y servicios prometidos para la comunidad, como electricidad, agua potable y apoyo educativo. Estas promesas incumplidas llevaron a la desconfianza ya la sensación de abandono por parte de los habitantes locales.

En medio del paisaje desértico de la Patagonia neuquina se encuentra esta base china, rodeada de misterio y secretismo. Las especulaciones sobre sus actividades van desde teorías de espionaje hasta investigaciones espaciales secretas. El acceso restringido y la falta de transparencia alimentaron la intriga y avivaron las preocupaciones.

A pesar de los esfuerzos por obtener respuestas, la información sobre las actividades reales en la base sigue siendo escasa. Las autoridades argentinas, representadas por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), se mostraron renuentes a proporcionar detalles específicos sobre las actividades y el propósito de la instalación.

La incertidumbre persiste, y la base china en el desierto neuquino continúa siendo un enigma que intriga a la comunidad local y despierta la atención internacional. Mientras tanto, los lugareños y el resto del mundo siguen esperando respuestas sobre el misterio que rodea a esta base en tierras argentinas.

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