Cuenta Stella Beraldi que el día que su hija le pidió que se hiciera cargo de sus nietos ante el temor de morir de cáncer, ella se negó. Le dijo que se iba a curar y que todo iba a volver a la normalidad. Sin embargo, no sucedió.

Stella tiene hoy 62 años, y cría a sus dos nietos, los hijos de Belén, quien le dejó ese legado a modo de agradecimiento. Es que tal como reflexiona, tan mala madre no fue si su hija mayor decidió dejarle sus tesoros más preciados.

En este Día de la Madre, difícil desde entonces para Stella, quisimos rendirle un homenaje, contar su historia, su lucha y el desafío que tomó, todo por amor a sus nietos y a su hija, aquella mujer que eligió la vida de su beba por venir, antes que tratar el tumor que en un año terminó quitándole la vida. 

Stella habla con tranquilidad y paso a paso cuenta su historia. “Mi hija falleció de cáncer hace seis años, fue algo inesperado. Tenía una bebé de 1 año y un nene de 3, y confió en mí para la crianza. Ahora convivo con mi yerno y mis dos nietitos. No se me ha hecho difícil para nada. Lo único que a veces digo 'no sé de dónde fuerzas', porque al principio no me podía levantar de la cama, pero sacaba fuerzas de donde podía y los atendía”.

EL DOLOR DE LA PÉRDIDA

Cuando Belén enfermó, Stella ya vivía en Diadema Argentina, aquel lugar que había elegido con su ex esposo, el padre de sus tres hijas: Belén (40), Agustina (30) y Lucia (28), con quien llegó de Buenos Aires, cuando la mayor era chiquita. 

Estaba soltera, disfrutando de su nueva vida. Tenía un trabajo estable en una fábrica de agua y soñaba con viajar y recorrer distintos lugares. Por supuesto, sus nietos la visitaban frecuentemente, y de vez en cuando se quedaban a dormir con ella. Pero un día, la tragedia tocó la puerta del jardín y todo cambió para ella, los chicos y el marido de Belén, una enfermera que había trabajado en el Hospital Regional, el CPB de las 1008 y que por ese entonces vivía en Las Heras, donde su marido trabajaba. Stella lo recuerda como si fuese hoy.

“Le detectaron cáncer cuando estaba embarazada de cinco meses. Con mi yerno viajaron a Buenos Aires y se operó con la bebé en la panza. Le sacaron la mama, pero tenía que esperar para la quimio hasta que nazca la bebé, y en esos cuatro meses el cáncer se desparramó en todo el cuerpo. Así que fue un año nada más de sufrimiento. Le habían dicho de interrumpir el embarazo pero ella no quiso, porque sentía que la bebé se movía, y prefirió que nazca y después hacer el tratamiento, pero ya era tarde”.

A la distancia, admite que el pedido de su hija para que cuide a sus nietos fue “una responsabilidad enorme”, pero no podía decir que no y renunció a su antigua vida. Así todo cambió. 

“Yo estoy full time con ellos. Renuncié a mi empleo, los llevo a la escuela y hago de mamá. Por supuesto, nunca van a reemplazar a su mamá, pero trato de darles todo lo que puedo, mi cariño más que nada porque quien mantiene la casa es mi yerno, así que esa es mi parte: hago tareas, los mando a la escuela, fútbol, inglés… estoy para ellos en todo momento”, dice con calidez. 

La "súper abuela" de Diadema que perdió a su hija y cría a sus nietos para ayudar a su yerno

Stella asegura que por estos días su tarea es más fácil. Hoy ya no hay mamaderas ni pañales, Juanpi (10) va a cuarto grado y Luana (7), que fue parte de la primera camada de mujeres del Colegio Deán Funes, a segundo. Y la convivencia con Juan Ernesto Álvarez, su yerno, es buena. 

“La convivencia es buena. Los dos nos tuvimos que ir amoldando a cada uno. Él igual está todo el día trabajando y confía plenamente en mí. Siempre me dice que se va tranquilo a trabajar porque yo me ocupo de ellos”.

CRIAR EN OTRA ÉPOCA

Cuando Stella crió a sus hijas no había contenidos por demanda, ni redes sociales. Por esa razón, admite que se encontró con una nueva normalidad al criar a sus nietos. Ahora tiene grupo de WhatsApp de mamás de la escuela, de inglés, de fútbol, “cosas nuevas que antes no existían”. 

En ese sentido, asegura que todas las madres saben su historia y la ayudan porque para ella “es volver a empezar con tareas y demás”.

Por supuesto, a veces el desafío más grande es soportar la tristeza, aunque reconoce que “hace bien quebrarse o hacer catarsis, siempre recordando a aquella joven que le permitió ser mamá por primera vez, y ahora a sus 60 años, volver a vivir la experiencia cuidando a sus nietos, aquellos niños que su madre eligió para vivir la vida.

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