Un repartido de lácteos de La Matanza vivió un verdadero calvario, luego de que lo acusaran de narcotraficante y buscaran extraditarlo a Alemania.

Se trata de Luis Alberto Robledo, de 38 años, quien fue acusado por el país europeo de ser parte una banda que traficaba cocaína. El, que jura ser inocente, asegura que le robaron la identidad.

Todo comenzó el pasado 28 de enero, cuando cerca de las 3.30 de la madrugada salió de su casa en Laferrere para ir a trabajar. Al salir, lo sorprendió ver un auto blanco que nunca se encontraba en la cuadra, y la sospecha se transformó en temor cuando lo vio también llegando al galpón desde donde realiza los repartos, en Isidro Casanova.

"Me fui a la comisaría, que está a cinco cuadras, porque pensé que me querían robar. Volví acompañado por un patrullero que le pidió a los ocupantes del auto que se identificaran. Ahí fue cuando dijeron que eran de Interpol y que me estaban buscando”, contó en diálogo con Clarín.

En ese momento, dijo, lo esposaron, le sacaron el celular y la billetera, y lo trasladaron hasta el predio de la Policía Federal en Palermo.

 “Estar en un lugar aislado, todo el tiempo solo, sin hablar con nadie, fue horrendo. Me pasaron miles de cosas en la cabeza. Estaba asustado por mi familia”, recuerda respecto a las 48 horas en las que estuvo incomunicado. Y destaca que fueron sus compañeros de trabajo quienes avisaron a la familia lo que estaba pasando.

"Me acusaban de integrar una banda que traficaba cocaína líquida desde Uruguay. Hace 16 años que trabajo en la misma empresa. Jamás salí del país. Recién el año pasado hice un viaje a Córdoba en avión. Toda la vida en Laferrere. De Capital conozco el Obelisco y Villa Lugano por hacer el reparto. Tengo un auto modelo '97 y con mi sueldo mantengo a mis tres hijos de 12, 15 y 17 años. Traté de explicar todo eso pero nadie me escuchó”, contó.

Su actual abogado, además, asegura que estuvo mal asesorado y que a través de un trámite express autorizó ser enviado a Alemania.

A partir de allí, una larga campaña fue llevada a cabo por su familia para comprobar su inocencia. Cortaron la Autopista Dellepiane, lanzaron una campaña por redes sociales y lograron que la historia llegara a los medios. Sin embargo, no había respuesta de la Justicia hasta que su abogado se contactó con Cancillería y pudo comprobar que le habían robado la identidad.

"La persona que buscaban tenía al menos ocho viajes fuera de Argentina entre 2010 y 2013. Hay pruebas que de Luis nunca salió del país. Hay registros de que en todas esas fechas estaba trabajando”, dijo Baque.

Sin embargo, a los pocos días Robledo fue trasladado al penal de Marcos Paz. “El traslado fue con 20 personas que ya pasaron por esa situación. No sabía manejarme. Me preguntaban por qué estaba ahí y no sabía qué decir. No sabía dónde me iban a mandar ni cómo iba a sobrevivir. Pasé una semana así hasta que me liberaron”, recuerda.

Una semana después Cancillería revisó el caso y pidió que se detuviera la extradición. "Entendieron que iban a mandar a un inocente a defenderse como pudiera a Alemania y se dieron cuenta que no se habían cumplidos los requisitos exigidos por la ley, ya que en todo caso él tenía derecho como ciudadano argentino a ser juzgado por la Justicia de su país”, explica su abogado.

Tras el regreso a casa, el acusado recordó con emoción el momento del reencuentro con su familia.

“Fue algo emocionante. Nunca imaginé tanto cariño de la gente. Confían en mi porque conocen a mi familia. Nadie dudó de lo que somos, gente trabajadora”, dijo.

Pero advirtió: "Todavía me da miedo salir a la calle. Antes me encantaba manejar y quiero pasar la mayor cantidad de tiempo en mi casa. Me dicen que me relaje pero todavía no puedo”

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