La noche del sábado 26 de agosto de 2017, Rubén Carrillo, de 43 años, asistió a una cena familiar en el barrio San Cayetano. Sin embargo, lamentablemente, este encuentro se convirtió en la última vez que compartiría con sus seres queridos, ya que perdió la vida en medio de un intento de robo.

En la madrugada del domingo 27 de agosto, Rubén tomó la decisión de retirarse y dirigirse hacia la avenida Polonia y calle Pieragnoli para tomar un remis de regreso a su domicilio, cerca de la 1:30. En ese trayecto, fue abordado por una pareja que le exigió todas sus pertenencias, buscando dinero o un teléfono celular. A pesar de la presión, Rubén se resistió y negó tener elementos de valor en su poder.

Así, la pareja arremetió a golpes y uno de ellos portando un arma blanca lo atacó, provocándole al menos un corte en una de las orejas, en el muslo y dos en la zona del abdomen, siendo estas últimas heridas las más graves. Los delincuentes, escaparon.

Rubén fue pronto auxiliado, estaba ensangrentado pero consciente, indicó que una pareja joven lo había atacado pero en principio no quería radicar la denuncia dado que no los reconocería.

Una vez trasladado de urgencia al Hospital Regional, en una primera revisión en la guardia pensaron que las heridas eran leves, pero tras practicar una tomografía constataron que le habían perforado los intestinos. Era necesaria una cirugía. Durante más de seis horas concretaron la intervención quirúrgica, y el trabajador de una ferretería del barrio Industrial quedó internado en la terapia intensiva.

Posteriormente, volvió a pasar por el quirófano, pero su situación se tornaba más grave, con riesgo de infecciones que comenzaban a materializarse, otras cirugías de por medio, y tras agonizar por 11 días, el 7 de septiembre, Rubén perdió la vida.

SIN DETENIDOS

El crimen de Rubén, se transformó en el número 18 de aquel año 2017, donde los crímenes alcanzaron un número superior a una veintena. La labor de los investigadores entorno a diferentes hechos delictivos se tornaba compleja y desgastante, pero insistieron con el caso del hombre asesinado en barrio San Cayetano durante un robo armado y en la vía pública.

En aquel momento, se relevaron cámaras de seguridad en busca de alguna imagen que pudiera dar un indicio. Ante la falta de testigos presenciales que pudieran aportar mayores datos, no obstante, la tarea se tornaba dificultosa debido a la definición de las cámaras y el horario nocturno en el que fue cometido el asesinato.

Las diligencias continuaron con entrevistas y más registros fílmicos que eran aportados por vecinos que conocían al hombre y sobre quien tenían un buen recuerdo, pero pronto la causa fue quedando en un callejón sin salida, lo que hizo que no pudieran avanzar sobre la detención e imputación de los autores, quedando una familia devastada, por la pérdida de un hijo, un hermano y un tío, y reclamando justicia.

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