El Mundial no tapó el volcán en erupción y la Selección sigue enseñando

Definitivamente nuestro país tiene características propias que lo hacen único. Cuatro estaciones climáticas, ocho regiones geográficas, convivencia de distintas etnias y religiones; y una población ávida de arreglárselas en todo tipo de conflicto económico. Entonces, ¿Por qué estamos tan mal los argentinos? ¿Qué nos falta?

Según la RAE, la palabra estabilidad viene del latin stabĭlis: “que se mantiene sin peligro de cambiar, caer o desaparecer”.      

¿Cuánto sale el pan en Tucumán? ¿Y la leche en Comodoro Rivadavia? Che, ¿hay diferencia en el dólar blue de CABA y el de Santa Fe? ¿Comodoro es más seguro que Rosario?

Desde la psicología afirman que un problema empieza a resolverse cuando logra visibilizarse. Ok, la Argentina es inestable. Ya lo vimos. ¿Cómo se sigue?, ¿cuándo llega el relax? ¿Habrá algún viento de cola que nos saque el temblor?

En el colectivo imaginario se creyó que el Mundial iba a lograr tener efecto de hipnosis duradero, que tape todo o, al menos, que otorgue un mes de oxígeno. Pero no.

La semana fue como un volcán en erupción sacando todo lo que quema a la superficie. No se salvó nadie: saltó a la luz que el viaje de políticos, funcionarios judiciales y empresarios a Lago Escondido existió, más allá del esmero en querer negarlo. 

También leyeron un fallo que condenó a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner pero que absolvió a quien fue su ministro de infraestructura, Julio de Vido. La oposición dejó de sostener a Gerardo Millman quien dejaría su cargo de vicepresidente del bloque PRO en la Cámara de Diputados y no tendría los hilos de la campaña electoral de Patricia Bullrich por estar siendo investigado en la causa del intento de magnicidio a la vicepresidenta.

El Mundial no pudo frenar la lava del volcán de problemas argentinos. Pero cada uno está envuelto en su conflicto, en su mundo, con sus problemas e intereses. No con los de la población. Ninguno muy preocupado por la sequía o la inseguridad. Tampoco por los cortes de luz y, menos, por el nuevo brote de coronavirus. Eso tampoco lo puede tapar el Mundial. Los problemas de la vida cotidiana siguen. Y mientras sorteamos la falta de luz y la inflación siguen los carpetazos de servicios de inteligencia. 

Los poderosos se pelean entre ellos en la escena mediática pero siempre terminan siendo los mismos. La desesperación electoral de la clase política es una lucha por tener cargos que, cuando se logran no cambian realidades de la vida cotidiana de la gente.

¿Será que alguna vez logremos un aire fresco y pasemos a la estabilidad? ¿Algo cambiara alguna vez? Ojalá, los personajes del poder hayan visto el partido de Argentina con Paises Bajos. Se sufrió, se dio vuelta a ultimo minuto. Pero se arriesgó, non se bajaron los brazos y se festejó. Fueron el aire y la alegría que estábamos necesitando. Al menos por unos días. Ya sabemos que no nos tapa nada.