(Por Franco Córdoba) El 2 de junio de 1974, el juez Juan Alberto Rolando venía de sancionar un gol de Daniel Lanza, en la vieja cancha de Huracán en el barrio Pietrobelli, donde los hinchas le pedían al universo un milagro para empatar la serie, tras un 4-1 de la ida en Cipolletti.

El destino y la gloria estaba del lado de Huracán y precisamente de Marcelino Eduardo Britapaja, “Pirulo” para el hincha popular o el “Chueco”, como lo conocieron en sus inicios en los potreros de Moralejo (Uruguay y Perito Moreno en Sarmiento). TERMINA DE LEER LA NOTA HACIENDO CLICK ACÁ

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