Nancy está emocionada. Por momentos se quiebra, pero es una emoción de profundo agradecimiento. La mujer por primera vez en sus 62 años visita la tierra donde nació y se siente como en casa. “No tenía expectativas, todos me decían ‘no vayas que es ventoso, es horrible’, pero desde que llegué tengo sol, así que para mí es hermoso”, dice a ADNSUR.

Son las tres de la tarde y Nancy está en el café del Austral Hotel junto a Silvana Aravena, una traductora a la que conoció gracias al contacto de una agencia de Turismo de Perito Moreno y una directora del Ente Comodoro Turismo de Comodoro Rivadavia. 

Cuando llego están charlando entre sí, hacen anotaciones, rescatan datos que permitan avanzar con el objetivo final del viaje: encontrar a su familia de origen.

“Mi nombre es Nancy y nací acá, en noviembre de 1961”, dice en inglés en cuanto inicia la charla. La mujer cuenta que su papá, John Allen Dingman, y su mamá, Betty Digman, la adoptaron en ese año y pocos días después se mudaron a España. 

Su padre trabajaba en Schlumberger, la empresa petrolera que hace años se encuentra radicada en la ciudad. Según pudo reconstruir, durante varios años trabajó en esta zona y, una vez que la adoptó, junto a su mujer se fue a España. 

Nancy sabe poco de su historia. A los 10 años se enteró que era adoptaba por un vecino que la molestaba con eso. Cansada y aturdida decidió preguntarle a su madre y la respuesta fue afirmativa.

“Tenía 10 años y mi mamá me confirmó que los dos, con mi hermano, habíamos sido adoptados. Me dijo ‘ustedes fueron elegidos’.

Según pudo reconstruir en su visita a Comodoro, sus padres tenían domicilio en Cañadón Seco, Santa Cruz, y dos años antes se habían casado. Su nacimiento fue a través de una partera, una práctica usual para la época. Y Ricardo Oriel y Ernst Jürgan Pensel, el hombre que piloteaba el avión que tres años después se estrelló en el Lago Colhue Huapi, fueron testigos de su adopción. El resto son todas preguntas.

Nancy en su infancia. "Quiero encontrar a mi madre, saber si está viva, si es feliz", dice con emoción.
Nancy en su infancia. "Quiero encontrar a mi madre, saber si está viva, si es feliz", dice con emoción.

Nancy asegura que siempre tuvo una buena vida, que sus padres la amaban y por eso nunca buscó. Sin embargo, una vez que fallecieron comenzó a hacerse preguntas. Ella ya tenía su vida hecha. Trabajaba, tenía tres hijos, un varón y dos mellizas, pero necesitaba conocer un poco más sobre su origen.

Sabía que había vivido cinco años en España, en Venezuela, en Inglaterra y un tiempo en Libia, pero poco sabía sobre sus primeros meses de vida. Todo lo que recordaba era Canadá, el país en el que se radicó a los 12 años y donde hizo su vida. Así, una vez que pasó la pandemia decidió que era momento de conocer Argentina, su tierra prometida. 

“Siempre quise volver, no necesariamente a buscar a mi familia, quería conocer mi país. Siempre viajaba a México y después de la pandemia me pregunté ‘¿a dónde puedo ir?’ y pensé en Argentina. Y hace un año pensé que necesitaba algo simbólico y decidí celebrar mi cumpleaños en el lugar en el que nací”.

El último 10 de Noviembre, Día de la Tradición, Nancy llegó al país. Estuvo en Buenos Aires y unos días después viajó a la Patagonia. Estuvo en Puerto Madryn y en Perito Moreno y más tarde vino a Comodoro Rivadavia para comenzó su búsqueda. 

Cuando llegó a la ciudad lo primero que hizo fue salir a conocer el centro y vio se encontró con el Chenque, un lugar que terminó siendo clave para ella. “Tres semanas antes de viajar comencé a tener pesadillas”, cuenta. "Yo nunca había tenido una, pero me despertaba en medio de la noche llorando y gritando muy aterrorizada. No entendía las pesadillas. Había suciedad, tierra, grandes cerros y me sentía muy asustada. Pero cuando llegué a Comodoro, al día siguiente salí a caminar y descubrí el Chenque. Renté un taxi para que me lleve al punto panorámico y no podía dejar de llorar. Mi cuerpo temblaba, el Chenque era el que estaba en mis pesadillas, era eso lo que había visto en mis pesadillas”. 

Para Nancy ir al Chenque fue fundamental en el inicio de búsqueda, tanto como las personas que conoció en su breve estadía. Es que una vez que se asentó se contactó con una abogada que habla inglés para que la ayude a enlazar datos y encontrar documentos que le permitan avanzar en su búsqueda. También fue a la Biblioteca Municipal y consultó libros que le permitan encontrar algún dato y en su último día conoció a Silvana.

“Lloré mucho, pero estoy muy feliz”, dice con emoción. “Tenía el sentimiento que iba a venir acá y algo iba a encontrar, pero siento como que pertenezco acá. Siento que era mi momento para venir a Comodoro, era una llamada, porque toda la gente con la que me he conectado de a poquito ha tratado de ayudarme”.

Nancy junto a Silvana, su traductora, quien la acompañó el último día de su viaje. "Me encontré mucha gente amorosa", dice la mujer que hoy vive en Cánada.
Nancy junto a Silvana, su traductora, quien la acompañó el último día de su viaje. "Me encontré mucha gente amorosa", dice la mujer que hoy vive en Cánada.

Nancy admite que no sabe “cuál es el paso a seguir”, pero tiene un deseo. “Pienso que mi madre podría estar viva. Presumo que me tuvo cuando tenía 16 años. Y si ella está viva me gustaría conocerla, saber que está bien, que está feliz, saludarla, saber si tuvo otros hijos, si estuvo bien cuando nos separamos”. 

Los padres de Nancy el día que se casaron, tres años antes que ella sea adoptada.
Los padres de Nancy el día que se casaron, tres años antes que ella sea adoptada.

La charla va llegando a su fin y de algo Nancy está verdaderamente segura. “Estoy muy agradecida por estar acá y muy orgullosa de estar haciendo todo esto”, dice la mujer que a sus 62 años decidió buscar a su familia en el sur de la Patagonia yendo tras la huella de su  sangre.

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