Son las 4 de la tarde y Mariela Álvarez recién abre su negocio. No es el horario vespertino, no se atrasó ni tuvo alguna complicación en el día. Es el horario normal de un curioso comercio que funciona en la villa balnearia. 

Es que Galpón Vintage Rada Tilly es atípico para quienes no están cerca de las últimas tendencias de moda que circulan en las grandes urbes. El local se dedica a la venta de ropa que ya fue usada y, como particularidad, solo funciona de 16 a 20hs por el ritmo de vida que tiene Rada Tilly.

Cualquiera podría pensar que es como una feria, sin embargo, está muy lejos de serlo, principalmente por el tipo de indumentaria que ofrece: prendas con poco uso y de marcas de primer nivel, como Rapsodia y Jazmín Chebar.

“Este emprendimiento nació hace 15 años”, explica Mariela a ADNSUR. “En otro trabajo tenía pacientes que hacían compras por demás y por ahí habían cosas que no usaban y yo hacía reuniones con mis amigas y se las ofrecía. Así empecé, hasta que por una cuestión de edad quedás fuera del círculo laboral, me dediqué exclusivamente a esto y abrí el local”.

Mariela tuvo que reinventarse y encontró en la ropa usada de marca un emprendimiento que le gusta y le genera ingresos.
Mariela tuvo que reinventarse y encontró en la ropa usada de marca un emprendimiento que le gusta y le genera ingresos.

A Mariela siempre le gustó la moda, “la moda bien”, aclara y cuenta que, de alguna forma, el emprendimiento surgió también por su propia experiencia. “Yo siempre fui fan de lo que es moda, pero de la moda bien, y cuando era consumidora más compulsiva pasaba que por ahí salía algo y no lo alcanzaba a agarrar, y por ahí el otro lo vendía o no lo usaba. Entonces surgía la posibilidad de comprarlo. Pasaba esto que te decía, mis pacientes venían y era ‘qué divino ese saco, ¿no lo vendés?’, ‘sí, no lo uso’, le quedó chico. Y generalmente la consumidora tiene un espacio limitado y necesita generar espacio para poder seguir comprando, así que también vende. Así empezó”.

Mariela se reinventó con un emprendimiento distinto que tiene una clientela específica que le gusta la ropa y la moda. En tiempos de crisis y precios altos, la ropa de marca se ha vuelto casi exclusiva, así este tipo de comercios se vuelven una buena forma de comprar sin gastar fortuna en una prenda. 

“El local se llama Galpón Vintage Rada Tilly, pero de Vintage no tiene nada porque las prendas son actuales y modernas. Las clientas generalmente llegan a mí por las redes sociales o por el boca a boca, también por Tik tok. Yo lo manejo por el tema de la marca, el estado de la prenda. Trato de trabajar prendas que estén impecables, gente que se compra mucha ropa o que cambia de peso y se queda sin usar. Entonces me enfoco solo en lo que es buena marca, por diseño, calidad y el estado. A veces incluso viene con etiqueta porque la persona que lo compró no lo estrenó”.

Del Instagram de galponvintageradatilly

Mariela asegura que “no podría vender algo que no me guste, que lo vea ordinario, que no me guste el diseño”. Por eso es muy exigente con las prendas que llegan a su comercio.

Admite que a veces es difícil conseguir indumentaria de este tipo en una zona donde la gente no está acostumbrada a esta metodología. Sin embargo, hay opciones.  

“Acá no hay mercado fluido, por ahí te viene una persona por mes a vender ropa cuando en Buenos Aires tenés que sacar turno para poder vender. Allá hay mucha gente que compra y mucha gente que vende. Entonces compro en otros lados. Incluso de por allá vino un poco la idea, porque se dio una tendencia que diseñadores rescataban ropa vieja y la rediseñaban, pero acá no funciona. En Comodoro debe decir la marca, que luzca así”.

Para seleccionar lo que va a vender analiza tres cosas: la marca, el estado de la prenda y el diseño.
Para seleccionar lo que va a vender analiza tres cosas: la marca, el estado de la prenda y el diseño.

Sus clientas suelen ser +30, mujeres que ya están incorporadas en el mercado laboral y les gusta vestirse bien. Mariela lo explica. “La mujer es consumidora, si vas a un gimnasio te vestís de una forma, si vas al colegio te vestís de otra forma, si vas a una cena te vestís de otra, nos fijamos mucho en eso, entonces consumimos diferente. Antes esto no existía, porque nadie te iba a usar algo usado, pero ahora las mujeres más grandes se están aggiornando y la gente joven tiene mucha más conciencia de la moda rápida”. 

“Acá tenés de todo, desde prendas de 5000 hasta 150 mil, porque depende de la marca, el estado, el tipo de prenda, si es un tapado de paño o de marca. Imaginate que una campera  Kosiuko vale 750 mil pesos, un tapado de Jasmín Chebar 950 mil pesos. Yo lo puedo tener en 400 mil pero ese va a ser el precio barato, no va a ser un tapado de 20 mil”.

En tiempos de pandemia, Mariela también tuvo que reinventarse. Cuando reabrió su local, incorporó ropa para niños usada, pero no resultó y en el medio comenzó a realizar envíos a todo el país, algo que continúa vigente.

“La pandemia me sirvió para que me conozcan afuera. Ahí me conocieron muchas chicas de afuera, me comenzaron a pedir y fidelizamos clientes, porque se dieron cuenta del tipo de producto que vendía. Entonces envío a todos lados, a todo el país. Mucho Buenos Aires, porque la consumidora de marca busca marca, también Rosario, Santa Fe, Tucumán, tengo muchas clientas en Yerba Buena”.

Respecto a lo que más le gusta de su trabajo, lo tiene claro. “Me encanta asesorar a mis clientas porque una vez que las conozco, conozco su estilo, entonces sé qué le va a quedar bien y qué no. Yo les digo, ‘no te llevés eso porque no lo vas a usar’, entonces se sienten contenidas, porque cuando se llevan algo les queda bien”.

Mariela se sienta orgullosa, porque no sabía usar redes sociales y hoy son sus aliadas. Supo reinventarse con un emprendimiento distinto y haciendo lo que le gusta.

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