COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - En un sábado atípico en el puerto local, con menos gente y menos movimiento de grúas y equipamiento que en la semana, los esfuerzos de militares argentinos y extranjeros y de civiles estuvieron concentrados en el buque Sophie Siem, al que se le instaló un brazo hidráulico para poder operar un submarino estadounidense que podría ser clave en el eventual rescate del ARA San Juan.

El fuerte viento demora el operativo y complica las tareas de rescate

Anoche, a la espera de que mermara el viento, continuaban las pruebas para poder cargar ese dispositivo del Comando de Rescate Submarino de la Marina de Estados Unidos, último paso antes de que el Sophie Siem zarpe rumbo al área de búsqueda del submarino de la Armada Argentina desaparecido desde el miércoles 15 de noviembre.

Los últimos preparativos del Sophie Siem dependieron de la intensidad del viento no sólo por el peligro de que alguno de los equipos resultara dañado, sino también porque la grúa utilizada para levantarlos y colocarlos en el barco tiene un sensor que mide la velocidad del viento y que se detiene automáticamente con ráfagas de más de 100 kilómetros por hora.

Los vientos oscilaron entre los 40 y los 60 kilómetros por hora durante todo el día -con ráfagas que llegaron a 100 km./h- y el Servicio Meteorológico Nacional había pronosticado una intensidad mayor durante la noche. Mucha gente se acercó a la playa del puerto para acompañar los preparativos del buque. Durante la mañana fue imposible cargar el brazo hidráulico denominado LARS (por sus siglas en inglés, Launch and Recovery System), que pesa 40 toneladas, destacó Infobae.

Recién pudieron hacerlo a la tarde, en una maniobra de riesgo que resultó exitosa. A continuación estaba previsto hacer una prueba de masa: cargar un container con el 120 por ciento del peso del submarino para medir la reacción y el comportamiento del brazo hidráulico. Esa prueba se demoró hasta la noche e iba a realizarse pasadas las 22. Superada esa prueba, debían cargar una cápsula hiperbárica y el submarino. Era lo último que quedaba.

"Es lo último, la parte final, pero el viento complica las maniobras de izaje e instalación. Corre riesgo toda la operativa", explicó Favio Cambareri, titular de la Autoridad Portuaria local. En el mismo sentido se expresó el capitán de navío Enrique Balbi, jefe de Comunicación Institucional de la Armada.

"Las condiciones meteorológicas van a empezar a dificultarse a partir de este domingo", dijo en conferencia de prensa. Las ráfagas de viento podrían alcanzar los 100 kilómetros por hora. Las tareas de acondicionamiento del buque Sophie Siem para instalar el brazo hidráulico y para cargar a bordo el submarino estadounidense comenzaron el miércoles.

Día y noche, decenas de personas trabajaron contra reloj para llevar adelante las modificaciones. Cada modificación hecha en el barco y cada proceso llevado adelante tuvieron que ser certificados según normas internacionales.

Entre otras cosas, tuvieron que cambiar la popa, una tarea de envergadura que en condiciones normales se llevaría a cabo en un astillero, bajo techo, en un plazo estimado de dos semanas. En este caso, ante la urgencia de la búsqueda del ARA San Juan, los trabajos de adaptación del Sophie Siem se hicieron al aire libre, en el muelle de ultramar del puerto de Comodoro Rivadavia.

Fue un esfuerzo militar y civil sin antecedente: trabajaron oficiales de la Armada Argentina, estadounidenses y británicos; y soldadores y amoladores de la zona que se ofrecieron como voluntarios.

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