COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - Celeste fuma desde los 18 años. Tiene 35 y solo dejó de hacerlo durante sus dos embarazos y los periodos de lactancia. Por estos días, como le pasa a todos los fumadores, la escasez de cigarrillos la obliga a administrar el hábito, pero en su caso sin desesperarse. “Con lo que tengo voy administrando, pero no es algo que me desespere. Estoy fumando otra marca, conseguí dos atados por una amiga que tiene un kiosco, y después veremos. Pero para mi es llevadero porque tuve lapsos donde tuve que dejar, diferente es el caso de mi papá que es un fumador de toda la vida y por desgracia fuma más que yo, se le está complicado”, admitió.

En Comodoro y Rada Tilly se hace sentir la escasez de cigarrillos. En los negocios que  tienen stock se ven largas filas de gente, pese al aislamiento obligatorio, y hay otros que vieron en la escasez una posibilidad de negocio a través de internet. En el medio quedan los fumadores y el hábito, algo difícil de controlar. 

Fabián, por ejemplo, fuma desde los 18 años y en la actualidad tiene 42. Intentó dejar en dos oportunidades y esta vez ante la falta de cigarrillos ve la posibilidad de volver a intentarlo. “Tome la decisión antes de que se terminen. Ahora es inevitable, pero hay que seguir por esta senda, así que estoy tranquilo, durmiendo un poco más. Por ahí me dan ganas de fumar, pero es un segundo, se que los primeros días son así porque ya lo pase y después va pasando”, contó.

El caso de Valeria es diferente. Ella había dejado de fumar el último Día de la Madre, pero a fines de febrero volvió al hábito, sin imaginar que iban a escasear los cigarrillos. “Me quiero matar”, dice entre risas. “Estoy fumando unos que los hacen en Rosario y son un asco. Seguramente voy a dejar de fumar, pero me trae mal humor, más el encierro. Después tengo un primo que está fumando pipa y otro que compró tabaco y papel, pero bueno cada uno se la rebusca como puede”, admite.

¿Pero qué le sucede a los fumadores cuando dejan de fumar?

El neumonólogo Jorge Barrionuevo, del grupo Amanus, explica que la falta de cigarrillos crea abstinencia en el fumador.  “Eso es lo que está pasando ahora. Notamos que la persona que fuma al no tener su cigarrillo entra en una etapa de abstinencia, le falta la droga, y es desagradable para ellos”.

Según explicó el especialista, la persona puede sentir dolores de estómagos, náuseas, temblores, ansiedad. “Yo digo que literalmente va a querer caminar por las paredes. Se puede poner irritable, no puede conciliar el sueño por la falta de nicotina y eso le crea más angustia. Se va a sentir mal”, indica.

Sin embargo, no todo es negativo en estos tiempos, ya que también es una buena oportunidad para dejar de fumar. “Es una oportunidad importantísima en su vida. En tres semanas el cerebro se libera de la nicotina. Entonces, necesitamos que el paciente en esas tres semanas esté libre de alguna situación que le pueda crear angustia”, explicó el especialista.

Pero lograrlo no es sencillo. Barrionuevo recomienda hacer actividad física o recreativa en casa aprovechando los cursos que ofrece internet. También es importante el apoyo familiar. Por esa razón, si hay otra persona que fuma recomienda que hagan el intento de dejar entre los dos “así se acrecienta la posibilidad de llegar a un final feliz porque dos personas se potencian”.

Por supuesto, un ambiente familiar tranquilo también suma, a igual que evitar las angustias y realizar alguna tarea cuando aparecen las ganas de fumar. 

Para el médico, además, es importante hacer consciente el deseo de dejar el hábito, por esa razón recomienda decirlo y repetirlo cuando aparecen las ganas. Otra alternativa es hacerse una alcancía y poner todo el dinero que se gasta en cigarrillos para dimensionar la otra cara del vicio.

LA ASISTENCIA MÉDICA

En caso de no poder lograrlo, y querer hacerlo, también existe la posibilidad de acudir al médico. Según explicó, se realiza un método de acompañamiento. “Se lo va guiando al paciente para que disminuya la cantidad de cigarrillos y fijamos un ‘Día D’ para que deje de fumar en seco”. 

"Se va incorporando actividad física y alguna actividad recreativa, pero cuando la persona es muy adicta se recurre a medicamentos para bajar la ansiedad. En estos casos si la ansiedad es mucha y los síntomas muy importantes tenemos que dar antidepresivos, que son medicamentos que también lo damos a pacientes que tienen una gran adicción. Se le da por un tiempo prudencial hasta que el paciente ya libera toda la nicotina de su cerebro y está estabilizado. Esa es una de las formas, y en algunos casos hacemos alguna interconsulta con psicología para estabilizarlo en la parte emocional y pueda superar este trance de la abstinencia”, indicó.

Todo se trabaja en equipo multidisciplinario. Es que más allá de la adicción a la nicotina el gran problema del cigarrillo también es el humo “que provoca las enfermedades respiratorias, algo que se acrecienta más después de los 45 años”.

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