La madrugada del 21 de septiembre de 2014, se transformó en una noche trágica en Comodoro Rivadavia, al ocurrir el homicidio número 22 en lo que iba de aquel año. Leandro Carlos Torres de 23 años, estaba en el domicilio de su hermano por parte de madre, en Ferrocarriles Patagónicos al 50 de Km 5 celebrando el cumpleaños de su sobrina. Torres estaba en pareja, vivía en otro sector del mismo barrio y era padre de un niño. 

El agasajo familiar transcurría en calma, cuando alrededor de las 4 de la mañana, salió a comprar cervezas. Al no conseguir comercios abiertos, regresó en compañía de Miguel Ives Rodríguez, un vecino con el cual había mantenido diferencias. Incluso, la cuñada de la víctima, le habría recriminado su actitud, ya que no entendía por qué había aparecido con ese hombre. Entonces, el joven volvió a irse hacia la plaza lindante a la escuela primaria. Nada hacía presumir en sus familiares el sangriento final de Leandro, quien no tenía antecedentes.

Así, Torres y Rodríguez permanecieron en la zona, en cercanías a una construcción de ladrillos que funcionaba como “aguantadero” y un barco semi hundido. Según indicaban las investigaciones de aquel momento, habrían estado consumiendo bebidas y estupefacientes, hasta que Rodríguez extrajo de entre sus prendas de vestir un arma de fuego, la cargó y efectuó el primer disparo contra Torres quien intentó escapar. Sin embargo, fue alcanzado por al menos otros tres disparos que impactaron sobre su zona dorsal derecha y las dos piernas.

El lugar del crimen.

Aún con vida pero malherido, Torres intentó escapar y buscar ayuda, pasando por la calle Autovía para luego tomar Ferrocarriles Urquiza, pero Rodríguez se acercó raudamente y cuando se encontraba tendido sobre la vereda, le efectuó seis disparos más, a corta distancia. Lo remató y tras provocarle la muerte, escapó.

El cuerpo de la víctima, fue encontrado por una vecina que llegaba a su domicilio junto a sus hijas. Inmediatamente se acercó a la subcomisaría de Kilómetro 5 para alertar sobre lo ocurrido, concurriendo las autoridades para llevar adelante las primeras actuaciones entorno al hecho.

CRIMEN Y FURIA 

Una vez que la familia de Torres conoció el triste final, el dolor se transformó en bronca y se hicieron presentes en el domicilio de Rodríguez, presumiendo que él había sido quien había cometido el brutal crimen. Prendieron fuego la casa, donde no solo residía el sujeto, sino también su madre y un hermano, pero en el lugar ya no había nadie. Es por ello que además de efectivos policiales de refuerzo, tuvo que concurrir personal de bomberos voluntarios para tomar intervención en el sector, que habitualmente es una zona tranquila, pero aquella noche se inundó de violencia.

DETENIDO Y CONDENADO

La investigación llevada adelante por la Brigada de Investigaciones, junto al Ministerio Público Fiscal, hizo que pronto pudieran determinar la autoría sobre Rodríguez. Si bien en principio presumían la posible participación de otras personas en el lugar, todo condujo al antes mencionado, procediendo a su detención.

 Aceptó su responsabilidad y la pena de 8 años de prisión efectivos por el crimen.
Aceptó su responsabilidad y la pena de 8 años de prisión efectivos por el crimen.

En enero de 2015, la fiscal general Camila Banfi llegó a un acuerdo de juicio abreviado con el imputado Rodríguez, y su abogado particular, Mauro Fonteñez, donde aceptó su responsabilidad y la pena de 8 años de prisión efectivos por el crimen.

CONDENADO POR DROGAS

En 2016, mientras permanecía encarcelado por el crimen de Torres, Rodriguez fue condenado por el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia a la pena de 2 años de prisión, la multa de $225 y costas del juicio por considerarlo autor responsable del delito de tenencia simple de estupefacientes. Dado que en un allanamiento concretado en 2012 por un robo a una panadería de Km. 8, además de dos revólveres encontraron medio kilo de cocaína en su habitación.

Mientras que en 2017, nuevamente lo condenaron a una pena única de 8 años y 6 meses de prisión, al declarar a Rodríguez reincidente, luego de hallar droga en su poder en medio de una requisa en el lugar donde estaba encarcelado. Se trataba de marihuana y pastillas, escondidas en un termo.

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