Vivía en la calle en Comodoro, lo ayudaron, decidió terminar la primaria y ahora fue abanderado del colegio
La historia de Brian conmueve y, a la vez, enseña. Tiene retraso madurativo y vivió mucho tiempo en situación de calle, resguardándose del frío comodorense en la puerta del hospital, donde solía pasar las noches durmiendo en el suelo. Se animó a dejarse ayudar, comenzó a estudiar y, en este Día de la Bandera, portó la enseña de la provincia de Chubut como abanderado del colegio. Antes, tanto él como la gente que lo acompaña dialogaron con ADNSUR.
“De vez en cuando la vida nos besa en la boca” cantaba Serrat, diciéndonos a través de esa metáfora que aún para los que transitan los caminos más oscuros (o peor aún, que viven al margen, al costado del camino), la vida siempre tiene guardado un poquito de luz que al menos a veces, “de vez en cuando”, nos permita disfrutarla.
Así es la historia de Brian, o más dura incluso porque ese camino, con luz o sin ella, para él siempre fue cuesta arriba. Y sin pavimentar.
Su retraso madurativo, su historia clínica en el área de salud mental, los consumos problemáticos de los que el mismo elige hablar en esta nota con ADNSUR, y su temperamento que reconoce difícil, producto de todo esto, lo llevaron a vivir en la calle, que en ese contexto se vuelve más dura que el propio asfalto.
(Sobre)vivía Limpiando vidrios para comer algo, que al menos distraiga al estómago mientras él seguía cargando su cruz con fuerza. Durmiendo en la puerta del hospital para escaparle al frío, aunque haya sido mas difícil huirle a los guardias que lo echaban de ese pedacito de suelo.
Y diciéndole que si, a aquello que hoy aconseja decirle que no. Su nariz dolía por la escarcha pero más por las puertas que se cerraban en su cara sistemáticamente (aunque lo “sistemático” requiere un sistema, y Brian justamente era echado a patadas de él)
“Él tiene un retraso madurativo y seguramente en algún momento al estar en la calle siempre hay cosas que no están buenas, que uno conoce que no son buenas y que él quiere cambiar. Obviamente las personas que seguramente se drogan buscan a veces agarrarse de algo o aferrarse a algo. A veces están muy solos y nadie los entiende ni les da un apoyo, o los miran mal, y lamentablemente caen en las drogas” Nos cuenta Andrea, su acompañante terapéutica. Su acompañante de la vida. Esa vida que gracias a ella, ahora por fin es feliz. Sobretodo cuando porta orgulloso la bandera en cada acto. Aunque para esa parte nos faltan un par de capítulos.
EL PASO MÁS DIFÍCIL, DEJARSE AYUDAR
Andrea, la acompañante terapéutica eligió creer. Y vaya que tuvo motivos para dejar de hacerlo. Antes de empezar a trabajar con Brian, el panorama era sombrío. Es que cada día en la realidad de su nuevo paciente lo era. Le decían que el temperamento de Brian la espantaría. Que era un caso perdido, que podría incluso maltratarla. Claro, la sociedad lo marginaba a él, e intentaba hacer lo mismo con quien se animara a ayudarlo. Pero vocación mata a miedo, y en definitiva todos, cada uno en su escala, necesitamos eso. Alguien que crea en nosotros.
“Yo comencé con Brian el año pasado, hace un año y medio, y estuve con él en salud mental dos meses aproximadamente. Después él volvió a situación de calle. Obviamente a mí me contrataba la obra social, después me dejaron de contratar, pero yo no corté el vínculo y fui al Hospital, le llevé comida, cigarrillos, donde lo veía trataba de contenerlo lo mayor posible porque bueno, él vivía en la calle. Pasaron varios meses, nos dejamos de ver hasta que un día me avisaron que iba a estar en una institución. Ahí me propuse volver a ser su acompañante. Me dijeron que no, que en su momento eran todos hombres los que trabajaban con él. Que era un chico súper complicado, pero no, al final el amor que nos tenemos nos hizo volver a encontrarnos después de ocho meses y bueno, en febrero volví a estar con él y en marzo lo primero que hice fue inscribirlo en la escuela”, relata Andrea. Sus ojos parecen espejos de agua, hasta que la primera lágrima se anima a salir.
LA ESCUELA, PUERTA DE ENTRADA A UNA VIDA NUEVA
Después de mucha búsqueda, y muchas charlas que lo convencerían, Brian se animó a escolarizarse.
Y en su camino, que a esta altura ya tenía algunas flores, se cruzó la escuela EPJA N°611 de Kilómetro 8.
Un espacio donde jóvenes y adultos, cada uno con realidades diferentes, la mayoría según nos contaron, también con retrasos madurativos, pueden alfabetizarse, terminar la primaria y hasta aprender oficios.
“Hay alumnos que no están alfabetizados, por ejemplo, alumnos que nunca fueron a la escuela, porque desde chicos tuvieron que trabajar, entonces ahora que son adultos, toman la decisión de poder estudiar y bueno, empezar desde cero. Después hay otros alumnos con retraso madurativos, la mayoría. Otros que tuvieron adicciones también, pero que ahora están bien, entonces vienen a socializar y a estudiar” nos describe Carla, docente a cargo de Brian y sus compañeros.
La escuela estaba llena de aquello que Brian necesitaba. Gente que crea en él, que lo quiera y lo contenga. De paso, formarlo profundizando saberes, conocimientos y preparándolo para la vida. Otra vida. Ahora si, de puertas abiertas.
PALABRA DE ABANDERADO, CONSEJOS DE SOBREVIVIENTE
Brian portó, en este 20 de junio, la bandera de la provincia de Chubut. Lo hizo después de tan solo seis meses de asistir al colegio y con orgullo.
Por su presente y por haber gambeteado al pasado. Ese que lo trajo hasta acá a los golpes. Antes de asumir tamaña responsabilidad, nos contó esa parte de la historia. “Nos estábamos yendo con Andrea a tomar el colectivo y me dice, ´Vas a salir como abanderado´, no lo podía creer”
Ya en otra página, aquella del final feliz, nuestro protagonista deja un mensaje para todos los que pudieran necesitarlo. “Mi vida mejoró cuando salí de las drogas. Cambió mucho. A los chicos que yo veía en la calle, les quiero decir que cambien de vida. Que salgan de la droga, que salgan de todas las drogas”.
Volviendo a Serrat y la canción del inicio, dice también que a veces “uno es feliz como el niño, cuando sale de la escuela”. Brian lo contradice, porque ya no es un niño y sobretodo porque, él no es feliz cuando sale. Su alegría es entrar.
Brian Cabezas tuvo una segunda oportunidad. Y en este día quizá sirva de inspiración. Todos, más temprano que tarde, podemos necesitar una.
