Esta historia tiene como protagonista a Carlos Barroso, un hombre por el cual aún quedan esperanzas como sociedad. Es vendedor ambulante, trabaja cerca de un hospital y encontró una computadora mientras iba en el colectivo. Sin dudarlo, la devolvió a su dueña, quien le reconoció el acto de buena fe y le dio un carro para trabajar como recompensa.

Carlos tiene 47 años y desde hace 8 que vende sánguches de milanesa en la esquina de avenida Rawson y Santa Fe, en las inmediaciones del Hospital Rawson (San Juan). Es reconocido y muy querido en esa zona por el buen trato que tiene con la gente.

En el camino yendo al trabajo, se encontró una notebook, y se la devolvió a su dueña, Julieta Menegazzo, quien le ofreció una retribución y él pidió un carrito para poder cargar las cajas en las que traslada sus sánguches.

"Desde chico, en mi casa me enseñaron que no debo quedarme con cosas que no son mías”. Por su lado, Julieta, la profesora de inglés que extravió su computadora, se refirió a Carlos emocionada: “Es una buena persona, no podía creerlo cuando me entregaron la computadora. Sobre todo, cuando sólo me dijo que necesitaba un carrito. Él me devolvió mi herramienta de trabajo y me aceptó como ayuda, con mucha vergüenza, una herramienta para su trabajo”, indicaron en diálogo con Diario de Cuyo.

La joven dejó su computadora en alguno de los dos colectivos que siempre la llevan hasta su casa. “No sabía en cuál de los colectivos me lo había dejado, porque no me di cuenta. Fui a las empresas para consultar, pero nadie había visto el maletín. Mi computadora es como una extensión de mi cuerpo. Además de ser mi herramienta de trabajo, es con lo que estudio, porque estoy haciendo un posgrado. Es la primera computadora que me pude comprar y tengo mi vida dentro de ella”, comentó.

El vendedor trabaja en cercanía del Hospital Rawson de San Juan. Foto. Clínica Web
El vendedor trabaja en cercanía del Hospital Rawson de San Juan. Foto. Clínica Web

Sin embargo, al día siguiente el chofer de la línea 404 de la empresa Albardón se contactó con ella: “El chofer también es una buena persona. Cuidó la computadora y me la devolvió. Él me comentó que un pasajero la había encontrado y quise saber quién era, porque necesitaba agradecerle. Cuando vi a Carlos en la esquina vendiendo los sánguches no pude contener el llanto”, agregó la profesora Julieta.

“Cuando me di cuenta que estaba el bolso solo en el asiento del colectivo y que la chica se había bajado unas cuadras antes, decidí agarrarlo. Lo toqué sin abrirlo y me pareció que había una computadora y se la entregué al chofer. Al otro día, cuando estaba trabajando veo una chica que se acerca y pensé que venía a comprar sánguches, pero no. Era la dueña de la computadora y me dijo ‘te acordás de este bolso’ y se largó a llorar. Estaba muy contenta", mencionó el vendedor ambulante que no comprendía la magnitud que tuvo su gran acción.

“Me enseñaron que en la vida todo se gana trabajando. Siempre hice de todo para poder tener mi plata y con los sánguches me va bien. Vivo en el barrio Parque Industrial, en Chimbas, y todos los días voy y vengo al trabajo en el colectivo, cargando todo. Sé lo que cuesta trabajar, por eso me imaginé que ese maletín podía ser importante para la chica”, culminó Carlos que a partir de ahora trabajará de una manera más cómoda.

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