CAPITAL FEDERAL (ADNSUR) - Cuando su mamá le dijo que por la golpeada economía familiar no podría cubrir los 700 pesos que costaba el viaje de egresados, Daiana Mendoza (13) no se resignó y decidió reunir el dinero vendiendo limones en un semáforo. Lo hace cuando no tiene clases y en sus ratos libres.

Daiana se instala en la intersección de las avenidas Lavalle y Centenario con sus bolsas y les ofrece limones a los automovilistas mientras exhibe un cartel que dice “Colaboración para mi viaje de 7º grado. Yo, Daiana”.

La adolescente vive con su abuelo, su mamá y dos hermanitos en el barrio El Porvenir II, en una zona periférica muy pobre de Posadas.

El único ingreso fijo de la familia es un salario familiar que ronda los 5.300 pesos, porque el papá de los chicos está jubilado y su ingreso les impide acceder a la AUH.

“Mi mamá me dijo que no podía pagar el viaje ni comprar la ropa que tengo que llevar, por eso estoy tratando de juntar la plata”, le contó a Clarín.

La foto con el cartel se viralizó el fin de semana. Un hombre, cuyo nombre desconoce, se presentó en la Escuela 887 y pagó el viaje para ella y para otros diez chicos. “Pero somos 28 en el grado y la mayoría no puede pagar; todos estamos con el mismo problema”, detalló Daiana.

Son chicos que cursan séptimo grado y sueñan con su viaje de egresados, el cual está previsto para el 21 de noviembre. Y, lejos de las tradicionales salidas de los egresados a Bariloche o Carlos Paz, las maestras están organizando un campamento de dos días en un complejo turístico de la ciudad de Jardín América, a sólo 100 kilómetros de Posadas.

“Ahora ya tengo pagado el viaje, pero me falta ropa, zapatillas y otras cosas que tengo que llevar”, precisó la joven. “Hoy vine a las 8.00 y vuelvo a mi casa a las 14.00, más o menos. En el día vendemos entre 10 y 15 bolsitas y eso nos ayuda”, resaltó Daiana, que quiere seguir estudiando y el día de mañana ingresar a la Policía de Misiones. “Me gusta porque a un policía todos lo respetan”, opina.

En la escuela del barrio, los robos son una constante, pese a que pusieron rejas. "Es por eso que nos faltan muchas cosas”, lamenta. 

“Ella es un encanto, humilde, tiene muy buenas notas; es mi luz”, dice su mamá, Raquel, quien se muestra orgullosa de su hija, a la que cría sola, al igual que al resto de sus hijos desde hace siete años, cuando se separó de su pareja, detalló Clarín. “Él me ayuda con lo que puede, pero tuvimos que sacar un crédito para comprar la casita donde vivimos ahora y le descuentan mucho todos los meses”. 

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