Una famosa marca de galletitas argentina atraviesa una dura crisis y no puede pagar los sueldos de 300 empleados
La empresa atraviesa un proceso de saneamiento tras años de dificultades, pero los trabajadores denuncian atrasos en los salarios y falta de pago de horas extras. Esta es la versión de la compañía.
En mayo de 2025, la economía argentina continúa atravesando un escenario complejo marcado por una recesión prolongada, alta inflación y dificultades para las pequeñas y medianas empresas (pymes).
La combinación de una caída en el consumo interno, aumento en los costos de insumos y servicios, y restricciones financieras, genera un ambiente adverso para la producción y el empleo. Muchas compañías enfrentan problemas de liquidez que afectan el pago puntual de salarios y la continuidad operativa, mientras el sector industrial lucha por sostener su actividad en medio de la incertidumbre económica y la falta de inversión.
En este contexto, la industria alimenticia no está exenta de estas dificultades. El rubro enfrenta una baja en los márgenes de ganancia y una creciente presión sobre los costos, lo que impacta directamente en la cadena productiva y en la estabilidad laboral de miles de trabajadores.
TÍA MARUCA, LA HISTÓRICA EMPRESA DE GALLETITAS QUE ESTÁ EN CRISIS
La situación en San Juan, donde se ubica una planta clave para la producción nacional de galletitas, refleja esta realidad con retrasos en el pago de sueldos y tensiones laborales que ponen en jaque la continuidad de fuentes de trabajo.
Una de las empresas que refleja esta realidad es Dilexis, propietaria de la marca de galletitas Tía Maruca, cuya planta principal se encuentra en el departamento Albardón, San Juan. Allí trabajan cerca de 300 empleados que producen para abastecer a todo el país, complementados con un centro de distribución en Luján, Buenos Aires. La compañía está inmersa en un proceso de recuperación tras haber atravesado años de dificultades financieras y operativas.
Pablo Tamburo, CEO de Dilexis y líder del grupo Argensun Foods, reconoció públicamente que la empresa ha enfrentado retrasos en el pago de sueldos, aunque aclaró que se trata de demoras de pocos días y no de meses, como se había difundido en algunos medios y redes sociales. “Nos hemos atrasado, sí, pero hablamos de unos pocos días, no de meses. Y siempre lo comunicamos a los trabajadores. No debemos nada. Las horas extras se pagan, aunque en realidad no hay horas extra porque se trabaja en tres turnos y no los fines de semana”, afirmó en diálogo con Vía País.
Tamburo explicó que la planta de Albardón estaba en una situación crítica cuando la nueva gestión tomó el control a mediados de 2024, con deudas acumuladas, falta de control y maquinaria en desuso. Desde entonces, afirmó que realizaron fuertes inversiones para sanear la empresa, instalar nuevas máquinas y centralizar la producción en San Juan, logrando bajar significativamente las deudas y aumentar la capacidad productiva. “Esta planta vale cuatro veces más que cuando la tomamos”, destacó.
El CEO también negó rotundamente rumores sobre cierres, despidos masivos, ventas inminentes o conflictos gremiales estructurales. “No estamos pensando en vender, ni en irnos. Nos tienen que sacar muertos de ahí. Esta planta está viva y creciendo. Tenemos desafíos, no problemas. Y si algún inversor quiere apostar a esto, bienvenido. Porque lo que necesitamos ahora es capital para seguir creciendo”, enfatizó.
TENSIONES Y LA ESTRATEGIA PARA CRECER
Tamburo admitió que, al ordenar la planta, surgieron resistencias internas. “Entiendo que hay gente que no quiere orden. Cuando empezás a controlar una planta donde antes había despilfarros, donde algunos hacían negocios paralelos, claro que les molesta. Pero nosotros vinimos a ordenar, a producir más y a ser eficientes”, señaló.
Respecto a la participación de Alejandro Ripani, fundador de Tía Maruca, Tamburo aclaró que Ripani “nunca se fue”, mantiene una parte accionaria y colabora activamente con la gestión. “Muchas de las mejoras que se están haciendo, como trasladar e instalar maquinaria en San Juan, son decisiones que nacen de su gestión”, agregó, lamentando además los ataques personales hacia Ripani y su familia.
La adquisición de Tía Maruca por parte de Argensun Foods, empresa agroindustrial liderada por Tamburo, marcó un punto de inflexión para la marca. En 2024, Argensun compró el 50% del capital accionario y el control estratégico de la fábrica, que estaba en concurso de acreedores. Esta operación permitió homologar el concurso, poner al día los sueldos y cancelar cheques rechazados, dando inicio a un plan de expansión y crecimiento.
Argensun Foods integra múltiples negocios del sector agroindustrial y alimenticio, con plantas de producción de snacks, lácteos, jugos y agua mineral, y una amplia red de exportación y distribución. La estrategia apunta a transformar la compañía en un grupo nacional de alimentos, diversificando y ampliando su portafolio.
Aunque la empresa niega atrasos prolongados y sostiene que no existen deudas laborales ni previsionales, algunos empleados denunciaron demoras en el pago de salarios y aguinaldos, así como falta de pago por horas extras, generando preocupación y malestar en la planta.
La empresa afirma que estos retrasos son puntuales y comunicados con anticipación, y que la planta opera en tres turnos sin trabajo extra en fines de semana, lo que limita la generación de horas adicionales.
LA CRISIS DE LA INDUSTRIA ALIMENTICIA Y LÁCTEA
La situación de Tía Maruca no es un caso aislado. Otras empresas del sector alimenticio y lácteo enfrentan crisis similares que ponen en riesgo cientos de puestos de trabajo. Por ejemplo, la histórica empresa láctea Verónica, con más de 100 años en el mercado, atraviesa una grave crisis financiera que podría afectar a más de 700 empleados.
Esta empresa acumula un pasivo millonario y enfrenta dificultades para normalizar pagos y mantener la producción, lo que llevó a la convocatoria de audiencias entre la empresa y sindicatos para buscar soluciones.
Este contexto refleja un panorama económico nacional donde la inflación, la recesión y los costos crecientes impactan en la capacidad productiva y financiera de las empresas, especialmente en las pymes, que constituyen un pilar fundamental del empleo en Argentina. La falta de liquidez y la incertidumbre generan un círculo vicioso que dificulta la inversión y el crecimiento, afectando directamente a los trabajadores y sus familias.
