Una famosa empresa láctea entró en crisis, paralizará su producción por 30 días y deja en jaque a 240 trabajadores
La reconocida firma, dueña de destacadas marcas de yogures y postres, frenó su actividad por un mes ante la imposibilidad de afrontar pagos y cumplir con sus proveedores.
La economía argentina en mayo de 2025 muestra señales mixtas, con una inflación que se desacelera levemente respecto a meses anteriores. Esta moderación se atribuye principalmente a una menor suba en alimentos y a la fugaz reducción del precio de los combustibles, además de una disminución en la percepción de riesgo internacional y una exitosa unificación del mercado de cambios.
Sin embargo, la inflación anual sigue siendo alta, con proyecciones que oscilan entre el 25% y el 29%, lo que mantiene presiones sobre el poder adquisitivo de los trabajadores y jubilados, a pesar de los incrementos salariales y bonos sociales implementados para mitigar el impacto.
En cuanto al crecimiento económico, Argentina experimenta un repunte tras dos años consecutivos de recesión, con un estimador de actividad económica que creció un 5,7% interanual en febrero y proyecciones del FMI que anticipan un crecimiento del PIB del 5,5% para 2025, el más alto de América Latina.
Este crecimiento es impulsado principalmente por sectores como la intermediación financiera, la pesca, el comercio y la minería, aunque persisten desigualdades y sectores clave como la salud y la educación muestran estancamiento o contracción. No obstante, este crecimiento no ha sido suficiente para evitar un aumento del desempleo y la pobreza, que siguen siendo desafíos estructurales importantes para el país.
En este contexto, algunas grandes empresas argentinas comienzan a evidenciar crisis, especialmente aquellas con altos niveles de endeudamiento en dólares. Esto genera incertidumbre sobre la sostenibilidad de sus operaciones y la posibilidad de ajustes significativos en sus estructuras financieras, lo que podría impactar negativamente en el empleo y la inversión en el corto plazo.
LA LÁCTEA ARSA ENTRÓ EN CRISIS Y PARALIZÓ SU PRODUCCIÓN
Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), la empresa láctea propietaria de marcas emblemáticas como Yogs y Shimy, atraviesa una crisis profunda que la llevó a paralizar completamente su producción por 30 días en sus plantas de Arenaza (Buenos Aires) y Monte Cristo (Córdoba).
Esta medida, anunciada en mayo de 2025, refleja un cúmulo de problemas financieros, judiciales y laborales que comprometen seriamente la continuidad operativa y el futuro de la compañía, que emplea actualmente a alrededor de 240 trabajadores, lejos de los 500 que tuvo en su mejor momento.
CRISIS FINANCIERA Y JUDICIAL: LA SOMBRA DE VICENTÍN SOBRE ARSA
La crisis de ARSA está estrechamente vinculada a la situación de Vicentin, su principal accionista y acreedor, que también se encuentra en concurso preventivo y bajo intervención judicial.
Vicentin, un gigante agroexportador en crisis, limita la capacidad de ARSA para acceder a recursos financieros y tomar decisiones estratégicas. La cerealera está en proceso de un cramdown para evitar la quiebra, lo que genera una gran incertidumbre sobre su futuro y, por ende, sobre el de ARSA.
Fuentes cercanas a la láctea explicaron que Vicentin, al estar intervenida y en concurso, relegó sus decisiones sobre ARSA, lo que impide avanzar en la elaboración de una propuesta de pago a los acreedores. Esta indefinición afecta la credibilidad de ARSA frente a proveedores y limita el acceso a financiamiento. La situación se agrava porque ARSA debe generar una propuesta de pago también para Vicentin, cuyo destino aún es incierto.
Además, la empresa enfrenta dificultades operativas como cortes prolongados de suministro eléctrico por falta de pago, y embargos judiciales derivados de reclamos laborales, que impactan directamente en la producción y en la capacidad de pago de salarios. En las plantas de Córdoba y Buenos Aires, estas tensiones han reducido la operatividad a menos del 30% en meses recientes.
CONFLICTO LABORAL CON ATILRA: PRESIÓN SINDICAL Y EMBARGOS
A la crisis financiera se suma un fuerte conflicto con el gremio ATILRA, que representa a los trabajadores de la industria láctea y ha intensificado la presión sobre ARSA desde 2024. El sindicato promovió embargos judiciales por más de 80 millones de pesos debido a deudas con la obra social y reclamos salariales, lo que paralizó la caja de la empresa y bloqueado pagos a proveedores y servicios esenciales como la electricidad.
En 2024, cuando ARSA intentó implementar suspensiones y recortes salariales para compensar la caída en ventas, ATILRA amenazó con paros totales y rechazó los esquemas propuestos, que incluían reducir la jornada laboral a 15 días al mes con pago parcial del salario. Esta negativa sindical dificultó aún más la negociación y la implementación de medidas para preservar el empleo.
Actualmente, la empresa paga los sueldos en cuotas semanales y con descuentos, y solo una parte de los empleados está trabajando bajo un sistema de turnos rotativos. "Lo razonable sería que ATILRA deje de litigar y habilite la posibilidad de promover un plan preventivo de crisis. El freno establecido ahora tal vez le permita a los líderes del sindicato darse cuenta que, tal como estamos, es imposible garantizar la continuidad de la empresa", detallaron fuentes cercanas en diálogo con iProfesional.
IMPACTO SECTORIAL Y PERSPECTIVAS: UN FUTURO INCIERTO PARA ARSA Y LA INDUSTRIAL LÁCTEA
La paralización de ARSA es un reflejo de la crisis que atraviesa la industria láctea argentina en general, marcada por una caída significativa en las ventas, aumento de costos operativos y conflictos laborales. Empresas históricas como SanCor también enfrentan concursos preventivos y dificultades similares.
ARSA, que en diciembre de 2023 solicitó el concurso preventivo de acreedores debido a la inviabilidad de sostener su estructura productiva ante el contexto macroeconómico adverso, ha visto empeorar su situación en 2025, con una operatividad reducida y una plantilla laboral menguada a menos de la mitad de sus empleados originales.
La empresa informó que la suspensión de actividades por 30 días busca ganar tiempo para resolver problemas críticos como los cortes de energía, los embargos y la crisis financiera vinculada a Vicentin.
La compañía mantiene la esperanza de reactivar operaciones si las condiciones mejoran, pero el escenario sigue dominado por la incertidumbre. La resolución de los conflictos con Vicentin y ATILRA será clave para definir si ARSA puede superar esta crisis o si su futuro estará marcado por una continuidad limitada o incluso un cierre definitivo.
