Desde la industria petrolera que le dio nacimiento y vida a la ciudad, el viento, la cercanía del mar, a veces tan calmo y azul y otras, encrespado, verdoso, saltando con furia en la costanera.

Ahora Comodoro, que siempre vivió de las bondades -y los vaivenes- de la industria petrolera en el golfo San Jorge, sur de la provincia de Chubut, quiere ser parte del mapa turístico patagónico con un ambicioso plan a diez años que comprende más de 50 proyectos, y que incluyen importantes novedades en infraestructura y servicios.

Un viaje de expedición por los tesoros comodorenses: Los atractivos de la ciudad patagónica

Porque lo principal, los recursos están: paisajes extraordinarios, una naturaleza salvaje e inabarcable, patrimonio histórico, gastronomía, circuitos con atractivos cercanos, y todo por descubrir. Pasen y vean.

Donde todo comenzó

Empecemos por decir que Comodoro es mucho más que la ciudad, la céntrica calle San Martín, la ruta 3 que zigzaguea cerca del mar, la silueta siempre presente del cerro Chenque. Hacia el norte, a lo largo de la costa, se extiende una serie de barrios que son conocidos por la distancia en kilómetros desde la ciudad: el barrio Gral. Mosconi es para todo el mundo “el 3”, y luego se suceden “el 5”, “el 8”, “el 11”.

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En el 3, el tradicional barrio petrolero en el que inicialmente todo fue construido por YPF -el asfalto, el tendido eléctrico y de gas, la escuela, el hospital, las casas de los empleados, el club- bien podría comenzar una visita a la ciudad, conociendo parte de aquella epopeya petrolera, que dio origen a Comodoro y atrajo a la entonces desolada estepa patagónica a inmigrantes de todo el mundo; de españoles a rusos, de italianos o sirios a eslovacos.

Para ello, nada mejor que el Museo Nacional del Petróleo, creado alrededor del pozo Nro. 2, que dio un giro a la historia de la Patagonia y de la Argentina: aquí, el 13 de diciembre de 1907, a una profundidad de 539 metros, se descubrió petróleo en el país.

“Siempre se dijo que el petróleo se descubrió accidentalmente mientras se buscaba agua, pero en realidad la profundidad de la perforación indica que el verdadero objetivo era la exploración petrolera”, cuenta Miguel Montaña, guía del museo, a cargo de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.

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Entre viejas máquinas perforadoras, antiguos vehículos y torres de perforación, el museo explica cómo se obtenía el “oro negro” hace 60 o 70 años, con sus trabajadores desafiando el frío, el viento, la nieve, que entonces caía con mucha más frecuencia que ahora.

La visita por la historia geológica del planeta finaliza con un simulador que, con sacudidas, temblores y todo, nos lleva en la punta de un trépano a horadar las profundidades de la Tierra en busca de petróleo, la energía que desde hace más de 100 años, y aún hoy, mueve al mundo.

El faro, el farallón y la caleta

Pasando el barrio "Km 11", el camino cruza la estepa desértica, y a la derecha, en lo alto, vemos una silueta irresistible: es el faro San Jorge, construido con ladrillos calcáreos que se fabricaron aquí mismo.

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Su luz continúa encendiéndose todas las noches -está a cargo de la Armada, con la colaboración de la Municipalidad de Comodoro para el mantenimiento-, y su torre blanca de 17 metros de alto está cerca de cumplir 100 años en un espectacular promontorio cerca del cual se construye un gran barrio cerrado que se asoma al mar.

Y muy cerca también del Farallón, una formación rocosa a pocos metros de la costa con paredes verticales de 7 metros y una colonia de aves marinas en su cima, que cuando sube la marea queda rodeada por el mar.

Hay que seguir poquitos km al norte para llegar a Caleta Córdova, un pintoresco pueblito de pescadores con una linda costanera para caminar disfrutando del mar salpicado de pesqueros, y buena cantidad de restaurantes donde saborear productos de mar fresquísimos; de pejerreyes o róbalos a centollas, mejillones, pulpos, calamares, y sigue la lista.

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Aviso: cerca del muelle se están poniendo en valor unos “chiringuitos” o puestos que albergan la Feria de Maricultores que se hace todos los fines de semana, para comer fresco, al paso y frente al mar.

Por el aire y desde el agua

Aire y agua. Apenas dos de los cuatro elementos, se podría decir. Pero habría que agregar: los dos más omnipresentes aquí, en esta parte de la estepa patagónica, donde los cielos son tan inmensos y el mar está siempre al alcance de la mano.

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Sol, cielo despejado, apenas una leve brisa. Es una mañana ideal cuando llegamos al Aeroclub Comodoro Rivadavia, un lugar con historia: fue fundado en 1935 por Próspero Palazzo, quien fue su primer presidente. Y fue, además, piloto de la famosa Aeroposta Argentina, empresa para la que también voló el célebre Antoine de Saint Exupéry.

El autor de El Principito también anduvo por estos pagos allá por 1929, pensamos mientras subimos al Pipper Twin Comanche 4 plazas al mando de Sergio Ambrosio, ex piloto militar afincado en Comodoro, para probar una nueva alternativa imperdible en la ciudad: los vuelos de bautismo.

Apenas despegamos, enfila derecho al norte, pasa junto al centro de la ciudad con sus edificios, y luego sobre el puerto, con el cerro Chenque con su ladera sur aterrazada, como cortada en tajadas, justo detrás.

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Siempre sobre la orilla del mar, a unos 400 metros de altitud, vemos Km 3 y detrás de los cerros, el pintoresco barrio Saavedra; el aeropuerto, el faro San Jorge, Caleta Córdova, y luego sobrevolamos un sorprendente paisaje desértico de tonos rojos, anaranjados y amarillentos: un anticipo de lo que será nuestro recorrido por Rocas Coloradas.

Siempre con el pico Salamanca como referencia, un cono casi perfecto de 576 msnm, la cima más alta de la zona.

Pegamos la vuelta y, volando otra vez sobre el mar muy cerca de la orilla, vemos los acantilados de la costa, el Farallón, el faro, el aeropuerto, los barrios que se expanden hacia los cerros, los tanques de YPF frente al muelle de carga, un enrome buque petrolero atracado y otros mar adentro, en espera.

Pasamos Comodoro y sobrevolamos la playa de Rada Tilly, que con marea baja y un día calmo luce espectacularmente tentadora, como dibujada entre la costanera y el mar. Al sur, Punta Marqués se asemeja a la proa de un larguísimo barco internándose en el Atlántico. Los vuelos de bautismo son una gran experiencia para disfrutar de los inabarcables paisajes de la estepa y el mar.

Ese mar que ahora nos salpica la cara a bordo de un gomón semirígido comandado por Luz Villalba, que pese a su juventud ya es una experta navegante y nos lleva en un espectacular paseo mientras decenas de personas se refrescan en el mar en las playas de canto rodado frente al Club Náutico Comandante Espora, otro clásico comodorense, con más de 80 años de historia.

Es una tarde de más de 30 grados, y el mar que hace un rato se veía verde desde el avión ahora es muy azul, y nos refresca mientras zarpamos, entre varias tablas de stand up paddle, kayaks, optimist y otras embarcaciones que salen en cantidad a disfrutar del sol y el agua.

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En el Club hay escuela de vela y kayak, cursos de timonel y natación en aguas abiertas, y ahora también paseos embarcados para disfrutar del paisaje desde ese mar tan presente.

Nos acercamos al muelle del puerto para ver los lobos marinos y colonias de cormoranes, y luego al muelle petrolero para pasar cerca -no tanto, no está permitido- del enorme petrolero atracado que veíamos desde el aire. A lo lejos, al norte, se divisan los acantilados cercanos al faro San Jorge y, unos metros tierra adentro, otra vez, la silueta inconfundible del pico Salamanca.

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Un paseo por Marte

Es uno de esos lugares que maravillan a cualquier turista pero que los comodorenses en general recién empiezan a conocer. Pasando Caleta Córdova, seguimos pegados al mar por la traza de lo que sería la ruta provincial 1, que se inicia más al norte pero debería ir por aquí, atravesar Rocas Coloradas y seguir hasta Puerto Visser, un ex caserío que cuenta una fascinante historia de inmigrantes boers llegados de Sudáfrica a principios del siglo XX.

Puerto Visser llegó a tener algunas casas y hasta una escuela, pero pronto se fue abandonando y sus habitantes migraron a Comodoro, que comenzaba a crecer al abrigo del petróleo recién descubierto.

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Pero aquí seguimos por la que tal vez en algún momento sea la ruta 1, que tras pasar muy cerca del mar -con playas de canto rodado salpicadas de clubes y centros de pesca- se va metiendo en las ondulaciones que rodean al pico Salamanca.

Las ventanillas de la camioneta se van llenando de colores y formas, y al llegar a la laguna Rocas Coloradas, estamos ya casi en un paisaje marciano. ¡Atención, Houston, podemos confirmar que en Marte hay agua!, bromea alguien. Pero no, estamos en un extraordinario paisaje con troncos petrificados y formaciones que tienen 55 millones de años.

Y que, al igual que el mar, las playas, las actividades náuticas y la historia, aguarda a los turistas que decidan apostar por un nuevo destino que tiene mucho para ofrecer. Y sorprender.

Rada Tilly, playa espectacular y fauna marina

Desde el avión, Rada Tilly -15 km al sur de Comodoro- se veía irresistible, y no lo es menos desde tierra: una playa de arena que con marea baja supera los 600 metros de ancho por tres kilómetros de largo, enmarcada por dos lenguas de tierra que se internan en el mar, una hermosa costanera para caminarla tanto como sea posible, paradores y actividades de verano.

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Lo que se inició como un pequeño balneario de fin de semana creció hasta convertirse en una ciudad de más de 10.000 habitantes, con muy lindas casas -algunas de las cuales reflejan la bonanza que aporta la industria petrolera- y un ambiente familiar y relajado.

Al sur, Punta Marqués es un promontorio de 167 metros de alto que se mete 2 km en el mar y alberga una reserva provincial con una colonia de lobos marinos que en verano llega a contar hasta 7.000 ejemplares.

Desde lo alto, además de impresionantes paisajes del mar y la costa, se suelen ver ballenas, desde las conocidas francas australes hasta las fin, sei y jorobadas, además de orcas, delfines y toninas. Cuando los guardaparques ven una ballena acercándose, avisan en redes sociales para que la gente llegue a disfrutar el espectáculo (a estar atentos: @puntamarques).

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MINIGUIA

Cómo llegar
​• En auto: de Buenos Aires a Comodoro Rivadavia son 1.728 km por ruta nacional 3 hasta Bahía Blanca; luego rutas 22 y 251, y nuevamente RN 3.
• En bus: Cóndor-Estrella desde Retiro (25 hs), desde $ 17.500 por persona (solo ida)
• En avión: Jetsmart vuela tres veces por semana directo de Aeroparque (lunes, miércoles y viernes), desde $ 14.655 ida y vuelta solo con equipaje de mano. Con valija de hasta 10 kilos despachada, desde $ 18.285 (www.jetsmart.com). También vuela Aerolíneas Argentinas.

Dónde alojarse

• Hab. doble en el hotel Lucania Palazzo (4 *), desde $ 11.357 más IVA con desayuno, gym, sauna y cancelación flexible.
• Doble Classic en el Austral Express, desde $ 9.700 con desayuno.
•En el Comodoro Hotel, doble matrimonial, desde $ 6.600 con desayuno.

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Cuánto cuesta
• Entrada al Museo del Petróleo, $ 200.
• Vuelos de bautismo: $ 3.500 un pasajero; $ 5.100 tres pasajeros; $ 6.300 cinco pasajeros (0297 448-4671).
• Alquiler de bicicletas: 4 hs, $ 1.800; todo el día, $ 3.000. Salidas guiadas de 2 hs, $ 2.500 una persona; $ 3.000 2 personas (0297 536-3090).• Clase de kitesurf una hora, $ 5.000 (0297 412-68 93).
• Circuito Patagonia Salvaje en 4x4 hacia Rocas Coloradas, $ 8.900 por persona en grupo de 4 ( Whatsapp 297 425 4810).
• Entrada a Punta Marqués, $ 200.
• Bautismo de buceo, desde $ 6.000 (297 404 5792) a $ 8.300 (297 509 5725).

Dónde informarse
• (0297) 444-0664 Whatsapp + 54 9 297 461-7589
• [email protected]
• www.comodoroturismo.gob.ar
• www.chubutpatagonia.gob.ar
• www.radatilly.gob.ar/deporteyturismo/

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