“El amor por el lugar donde me lloro, el que mi familia eligió hace cuatro generaciones, es lo que me motiva a hacer esto”, aseguró Knüll. Con esta reflexión, explicó cómo en 2020 asumió la presidencia de la fundación creada por su tío en 1988, con el objetivo de relanzarla hacia una misión renovada: identificar lugares con conflictos potenciales y ser un puente de diálogo y colaboración.

El legado familiar y los desafíos actuales

La relación de la familia Knüll con la Patagonia se remonta a principios del siglo XX, cuando sus bisabuelos se asentaron en Neuquén. “El estilo de vida, los principios y valores vinculados al campo patagónico están en mi ADN. Es mi lugar en el mundo”, afirmó. Sin embargo, los cambios en la región lo llevaron a preguntarse cómo preservar estos paisajes para futuras generaciones.

Desde disputas territoriales entre comunidades mapuches y productores, hasta tensiones entre actividades turísticas y el entorno, la Patagonia enfrenta conflictos complejos. Para Knüll, la solución radica en “unir a las personas en el cuidado del ambiente”, combinando acciones concretas con espacios de diálogo.

La lucha contra los incendios forestales: un ejemplo de integración

Uno de los logros más destacados de Knüll fue la creación de una brigada de incendios forestales integrada por jóvenes mapuches. Esta iniciativa, que comenzó como un proyecto piloto, demostró ser efectiva no solo en la lucha contra el fuego, sino también en la construcción de vínculos entre comunidades indígenas y productores rurales.

“La brigada fue declarada de interés legislativo por la Legislatura de Neuquén y ya está por comenzar su tercera temporada. Gracias al éxito inicial, se crearon dos nuevas brigadas que sumarán 30 brigadistas certificados”, señaló Knüll. Además, destacó cómo este trabajo conjunto ha transformado las relaciones en la región: “Hoy, la primera brigada mapuche tiene las tranqueras abiertas en cualquier estancia. Es algo muy lindo lo que está empezando a generarse”.

Consensos en la pesca deportiva y el impacto ambiental

Otra iniciativa clave fue un acuerdo entre actores relacionados con la pesca deportiva en los ríos del sur de Neuquén. Propietarios ribereños, guías de pesca y organismos oficiales trabajaron durante meses para establecer normas que regulen el uso de terrenos privados, buscando reducir impactos ambientales y riesgos como incendios.

“El convenio obliga a las partes a reunirse dos veces al año para dialogar y buscar soluciones. Este modelo de colaboración es un ejemplo de cómo avanzar en otros conflictos de la región”, explicó Knüll.

Un futuro basado en el diálogo y la confianza

En los próximos años, la Fundación Tierras Patagónicas planea intervenir en más espacios con conflictos potenciales. Para Knüll, el éxito depende de un elemento clave: “generar confianza entre todos los actores”. Según el productor, el amor compartido por los paisajes de la Patagonia puede ser el denominador común que una a comunidades mapuches, habitantes urbanos y productores rurales.

“La unión es fundamental para preservar las montañas, los bosques, los ríos y lagos que hacen única a la Patagonia neuquina. Nuestro desafío es lograr que todos trabajemos juntos para mantener este lugar tal como lo conocemos”, concluyó.

Con información de La Nación, bajo supervisión y edición de un periodista de ADNSUR.

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