CAPITAL FEDERAL (ADNSUR) - Tras sufrir varias convulsiones que le provocaron daños importantes, Caty necesita que la Obra Social de Camioneros la derive a un centro especializado.

Cuando Catalina Soria tenía dos años, tuvo una convulsión febril que cedió con medicación. Hasta ese momento, era una nena como todas. A pesar de que estaba demorando más que otros chicos en caminar, era vivaz, miraba dibujitos, jugaba con su hermano mayor, de 11 años a la pelota y era la regalona de su hermana de 20.

La nena vivía con su familia en Santa Rosa, La Pampa, en el barrio Nelson Mandela. Su papá es recolector de residuos y su mamá Soledad, ama de casa.Según informó TN, tres meses después, la chiquita volvió a tener fiebre. En el hospital, la medicaron con ibuprofeno y dipirona y la mandaron de nuevo a su casa, pero a las 2 de la mañana, tenía 38 y medio. Soledad y su esposo la colocaron en la bañera para bajarle la temperatura. Caty lloraba sin consuelo, y la sacaron. Para entonces, tenía casi 40 grados.

"Vimos con desesperación cómo tiraba los ojitos para atrás. La llevamos a un centro de salud que estaba cerca, pero no podían hacer nada. Llamaron a una ambulancia que tardó media hora en llegar", relató Soledad.

La nena no dejaba de convulsionar: pasó 1 hora y 40 minutos en ese estado hasta que llegaron al hospital. Mientras trataban de estabilizarla, Caty hizo un paro cardiorrespiratorio. "La entubaron, le hicieron todos los procedimientos, pero desde entonces no reaccionó más", se angustia la mamá.

"Su neuróloga quiere que la estudien en profundidad, con aparatología que no existe en la provincia. Lo que queremos es que Caty tenga una oportunidad, una mejor calidad de vida", explicaron. 

Hace tres mese que Caty está en terapia intensiva. Cada vez que intentan despertarla "tiene hipertonías, como si fueran ataques de epilepsia, y es muy peligrosos para ella, para ese cuerpito tan chiquito", explicó la mamá.

Aunque presiente que la escucha y se altera cuando ella está cerca, Soledad sabe que su hija ya no volverá a ser la que era. Los especialistas le comunicaron que el daño es muy grande. Por eso, lo ideal sería trasladarla a un centro de alta complejidad en Buenos Aires. "La obra social del Sindicato de Camioneros no tiene convenio con el Instituto Fleni, que sería una posibilidad. En el Garrahan nos dijeron que no hay ninguna cama disponible en terapia. Pero también podría ser otro centro de neurología, donde puedan ayudarla. De eso depende el futuro de Caty", pide Soledad.

El papá de la nena hace sus aportes a la obra social: la decisión está en manos de su conducción ."Han ofrecido cubrir los gastos de traslado, pero necesitamos antes de viajar que se defina en qué institución va a ser admitida y si cubrirán los gastos aunque no haya convenio", insistió Soledad.

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