Durante esta última semana, muchos argentinos y argentinas hicieron locuras con el objetivo de lograr conocer a la Scaloneta en su vuelta a Argentina luego de consagrarse campeón del Mundial Qatar 2022. 

Tres hermanos de Puerto Madryn siguieron su instinto, y con determinación emprendieron un viaje relámpago hacia Buenos Aires para ver a los jugadores en la caravana. 

Si bien el encuentro no salió como esperaban, terminaron encontrándose con Lionel Scaloni en su casa, y el entrenador les abrió la puerta para conocerlos. 

Santiago Ullúa junto a Lionel Scaloni. Foto Vía Facebook
Santiago Ullúa junto a Lionel Scaloni. Foto Vía Facebook

“El lunes después de la final uno de mis hermanos tiró en chiste la idea de ir a recibir a la Scaloneta a Buenos Aires. Mi vieja dijo que lo hagamos. Lo que era en chiste pasó a ser una realidad”, contó una de las hermanas, Lucía Ullúa a Diario Jornada.

“Pedí los días en mi trabajo y a la noche arrancamos para Buenos Aires. Teníamos un mapita del recorrido que iba a hacer el colectivo de la Scaloneta, la idea era llegar a algún pueblo una hora antes y ver en qué punto estaban para llegar e ir corriendo al colectivo”.

Ignacio Ullúa junto a Lionel Scaloni. Foto Vía Facebook
Ignacio Ullúa junto a Lionel Scaloni. Foto Vía Facebook

“Los planes siempre salen diferente, cuando llegamos a Cañuelas la Scaloneta no se había movido del lugar y el único lugar cerca que nos quedaba era el Predio de la AFA en Ezeiza. No sabíamos qué hacer y nos animamos a meternos en una ruta que supuestamente estaba cortada, llegamos al predio y dejamos el auto. No importaba si nos robaban las cuatro ruedas”.

“A la caravana no llegamos porque eran las 5 de la tarde. Algunos jugadores salieron en helicóptero y otros se fueron en autos. La gente gritaba ‘ahí va Lautaro Martínez’ o ‘Ahí va el Dibu’”.

Esa noche siguieron hacia Rosario, con la esperanza de ver a Messi o Di María en el recibimiento que finalmente se suspendió. El viernes, planeando el viaje de regreso a Madryn, una idea los iluminó. “Mi hermano vio una noticia que hablaba de que Scaloni estaba en Pujato, un pueblo que estaba a 20 minutos del lugar donde estaba mi familia. Salimos a las 8 de la mañana y nos arriesgamos, ya habíamos hecho el viaje pero nos faltaba verlos en carne propia”.

“Pasamos por Pujato antes de volver a Madryn. Llovía a cántaros. Es un pueblo chiquito, entramos a una panadería y una mujer nos dijo dónde quedaba la casa de Scaloni. Fue fácil encontrarla porque había un ritual de banderas y carteles. Como llovía y la idea era no molestarlo, nos quedamos en el ritual mojándonos y en un momento salió alguien de la casa y nos dijo ‘esperen ahí que se cambia y sale’. Era temprano y se estaba levantando".

Al rato salió Scaloni, lo más humilde y nos dijo ‘vengan acá que se están mojando’. Lo abrazamos y lo felicitamos. Fue un momento de muchos nervios, nos firmó la camiseta y nos sacamos fotos”.

“Justo estaba su papá que salía en silla de ruedas de la casa y miraba orgulloso cómo el hijo se sacaba fotos con la gente. Nos queda la frase de que hay que animarse porque si uno lo siente y lo piensa, las cosas se dan”.

Fuente: Jornada

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