Eran los tiempos en que las vías del ferrocarril marcaban el límite entre la ciudad y el desierto. Trelew crecía al ritmo del nuevo siglo con la llegada de inmigrantes galeses, italianos, españoles, polacos y de otros países, que habían montado el campamento junto a la estación del Ferrocarril Central del Chubut.

Los hombres solteros se quedaban en Puerto Madryn y los casados con esposas e hijos iban a vivir a las primeras casas levantadas sobre la calle Lewis Jones, que a comienzos del siglo XX era un paisaje árido rodeado de galpones, rieles y vagones. Por allí pasaba el ferrocarril que iba hasta Playa Unión.

En el patio de una de las casonas de las primeras familias que poblaron Trelew, había un árbol que todavía hoy -un siglo más tarde- sigue estando en pie. El árbol sigue siendo un misterio: dicen que lo plantó un italiano, un tal Rebuffo, que llegó junto con los ferrocarriles y levantó esa casona, que hoy es una parrilla y conserva la estructura de más de cien años.

El árbol en el medio de la parrilla La Casona, reza: "el más antiguo de Trelew".
El árbol en el medio de la parrilla La Casona, reza: "el más antiguo de Trelew".

El árbol está emplazado en el centro del restaurante, sus ramas miran al cielo y se despliegan en lo alto como un gigante. En el tronco un cartel reza: “Ciprés: el pino más antiguo de Trelew”.  Hace un siglo se supone que el árbol estaba en el mismo patio. Hoy lo conservan como patrimonio histórico al igual que la fachada de la casa.

Los dueños del restaurante, que son inquilinos, hicieron una ampliación y preservaron al árbol como patrimonio histórico. Las raíces profundas del árbol no levantaron el piso; se necesitan varias personas para abrazarlo.

EL HOMBRE QUE MIRABA PASAR LOS TRENES

La casona, en la esquina del pasaje Jujuy, frente a la Plaza Centenario, la compró la familia Molina a finales de la década del `20 del siglo pasado.  Ramón Molina llegó a Trelew en 1914 proveniente de España; era quizá el único farmacéutico del pueblo. 

En los años '20 la casona abarcaba la cuadra desde el Pasaje Jujuy hasta la esquina de la calle Moreno. Entonces (dijeron los que lo vieron) el árbol ya era imponente. Del italiano Rebuffo se sabe que llegó a estas tierras cuando construyeron el ramal del ferrocarril entre Trelew y Puerto Madryn. Construyó la casona a finales del siglo XIX y se cree que plantó el  árbol; tuvo siete hijas que se dedicaban a la costura en la habitación que da al frente.

Las raíces profundas del árbol no provocaron ningún daño en la estructura de la casona.
Las raíces profundas del árbol no provocaron ningún daño en la estructura de la casona.

Los vecinos de  Rebusso eran los Salvo, cuyos familiares siguen estando en el barrio. La casona sigue perteneciendo a la familia Molina, que se mudó a finales de los años '20. Del enigmático italiano nunca se supo más nada.

Lilia Pagola de Salvo, quien vive enfrente de la Casona, recuerda que cuando llegó al barrio en 1959 el árbol “ya era viejo”. “En ese momento vivía Ramón Molina, uno de los primeros farmacéuticos de Trelew, que se la compró a otra familia muy tradicional. Ellos deben haber sido los que en el 1900 lo habrán plantado a ese árbol”, aventura.

Lilia recuerda por los comentarios de sus familiares, que ya en los años ’20 el árbol se levantaba con sus ramas que caían sobre los patios en un paisaje árido, rodeado de locomotoras, las vías de ferrocarril y galpones.

“Yo pienso que este árbol pudo haber sido plantado entre el 1900 y 1910. Era una casa muy hermosa con una gran galería, señorial, mi suegro me contaba que fue edificada sobre cimientos de barro”, cuenta.

El árbol gigante es un patrimonio histórico de Trelew.
El árbol gigante es un patrimonio histórico de Trelew.

Lilia mira por la ventana los árboles de la plaza Centenario, sobre la calle Lewis Jones, a la altura de Pasaje Jujuy. En esa cuadra se ven las construcciones de aquella época que aun conservan la fachada. En la esquina había un restaurante donde iban los ferroviarios.

Los primeros árboles que recuerdan los vecinos se remontan a mediados de la década del ´40. Por lo tanto es posible que ese árbol, que se supone que lo plantó Rebuffo, fuera el único que había en el barrio a comienzos del siglo pasado. 

“El paisaje era completamente árido, no había ni un solo árbol, estaban los talleres del ferrocarril y los galpones de los granos donde los galeses depositaban la cosecha. Era  una aventura ir al Cementerio. La familia Salvo estaba afincada ya en el año ‘20 y ya estaba ese árbol”, cuenta Lilia Pagola de Salvo.

LA ÚLTIMA SIRENA DEL TREN

Para mediados del siglo pasado, cuando todavía se escuchaban los trenes, el barrio tenía unos pocos árboles, era todo árido y había canchas de fútbol donde jugaban los chicos. En la Laguna Chiquichano había casas precarias de trabajadores humildes.

El barrio era una postal de la corriente inmigratoria que había llegado a Trelew a comienzos del siglo XX. En la cuadra de la Casona vivían los Molina (españoles), los Salvo (italianos), los Sanz (Alemanes) y los Rollit (ingleses). La mayoría de las familias tenían campo; convivían ganaderos, algunos profesionales y los trabajadores ferroviarios.

“Estaba lleno de vagones traían la carga de las chacras desde el Alto de las Plumas; era un paseo, mirábamos la llegada del tren de la playa o de Puerto Madryn. Estaba la Mercantil, una cooperativa de chacareros para hacer trueque con los productos que despachaban desde Puerto Madryn a Buenos Aires cuando se producía trigo”, cuenta Lilia Pagola de Salvo.

Los hermanos Armando, José María y Eduardo Molina en la casona en 1965 con el árbol de fondo.
Los hermanos Armando, José María y Eduardo Molina en la casona en 1965 con el árbol de fondo.

En los años '60 los niños de la cuadra jugaban a abrazar el tronco del viejo árbol de la casona, y no podían abarcarlo. En aquella época, era una aventura ir a patinar a la Laguna Chiquichano con el agua congelada.

Eduardo Molina, el propietario de la casona, cuenta que a mediados de la década del ´60 jugaban con sus hermanos mayores en el patio donde estaba el árbol, cuyo diámetro por aquellos años era de 1,5 metros.

Desde los años 60, el paisaje del barrio empieza a cambiar cuando cerraron el ferrocarril durante el gobierno de Arturo Frondizi. Lilia Pagola de Salvo todavía recuerda la última vez que escuchó la sirena del tren, un par de años después de que llegó a vivir al barrio.

En cuanto al italiano Rebusso y sus hijas, después de los años ´20 nunca se supo más nada de él, pero se cree que dejó como legado en la casona -quizá- el árbol más antiguo de Trelew.

Y no es poco.

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