Una joven trabajaba la mayor parte del día en una oficina, entre papeles y computadoras. Si bien trabajaba de 9 a 18 horas en un ministerio de La Plata y tenía un buen sueldo, solaba con tener una vida diferente opuesta a la que tenía. 

María Florencia Mainet anhelaba vivir viajando, conociendo gente nueva y pisando la arena en diferentes playas. 

Es por eso que en 2018 se animó: junto ropa, coraje, plata, dejó su cargo y se despidió de sus seres queridos. Se fue de Argentina para buscar un nuevo trabajo y encontró el que siempre había soñado.

Florencia en su escritorio del ministerio de La Plata, antes de dejar todo para cumplir su sueño. Foto: TN
Florencia en su escritorio del ministerio de La Plata, antes de dejar todo para cumplir su sueño. Foto: TN

“Había decidido irme a Irlanda, pero se abre la posibilidad de ir a Francia, con una visa para personas de hasta 35 años, y soy playa fan así que no lo dudé. Como estudié turismo, empecé a ver en YouTube trabajos relacionados y así encontré que una mexicana en París contaba que su hermana hizo temporada en yates de lujo”, dijo la joven en diálogo con TN.

La platense ahora tiene 38 y cuenta que descubrió ese trabajo a medida que fue investigando. “Me pareció alucinante viajar y trabajar a la vez. Soñaba con una vida así y no quedarme encajada en un mismo lugar”, aseguró.

La joven recorrió varios puertos en el sur de Francia y dejó su currículum en muchas embarcaciones. El 2 de julio de 2019 fue contratada para un puesto con un sueldo de 2500 euros. 

En ese entonces me había quedado con 2 euros, invertí todo en esto porque estaba segura de que lo iba a lograr. Jesús, un ángel que se cruzó en mi camino, fue el que me ayudó a tener un techo hasta ese momento”, detalló.

Florencia en uno de sus trabajos.
Florencia en uno de sus trabajos.

En esa ocasión, partió desde Saint-Tropez, estuvo viajando durante tres meses y conoció hasta la costa de África. “Terminé caminando al lado de camellos en la playa y con todo mi sueldo ahorrado porque no solo te pagan los traslados y alojamientos hasta llegar al lugar donde está el yate, sino que a bordo no tenés gastos”, indicó Mainet.

Ahora la rutina de Flor consiste en no tener rutina. Generalmente su jornada de trabajo empieza a las siete de la mañana si hay tripulantes que atender, y termina a las 17.

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