Un buzo básico color azul, “normalito, con el bolsillo un poco chueco”, fue la primera prenda de vestir que diseñó y cosió Mateo Brisuelas, un joven de Comodoro Rivadavia y de solo 20 años, que decidió crear su propia marca de ropa apenas terminó el secundario. 

“Bluface” crece a paso firme y, de alguna forma, demuestra que siempre se puede soñar. 

Todo por la abuela: tiene 20 años y cuando terminó la secundaria creó su propia marca de ropa en Comodoro

Mateo todavía tiene guardado ese buzo en su casa de barrio Saavedra, allí donde funciona el taller que inauguró hace poco menos de un año, luego de mucho aprendizaje. 

Según contó a ADNSUR, la idea surgió el mismo año en que estaba terminando la secundaria en la Escuela Hipolito Yrigoyen. “A mitad de año ya estaba pensando qué iba a ser mi futuro, qué iba a aprender, así no me agarraba tan de golpe. Quería estudiar pero no había nada que me llamara la atención. Entonces, cuando uno no consigue lo primero que se le pasa por la cabeza es ir a trabajar, buscarse algún laburito, en algún almacén o algún local, atención al cliente, y un día se me ocurrió que podía hacer buzos”.

Mateo admite que estaba frustrado por no poder encontrar una carrera que le guste. En sus planes no estaba la posibilidad de irse de la ciudad y solo le quedaba como opción empezar a trabajar. “Esa era mi primera posibilidad, porque en mi familia todos son laburantes. Somos una familia normal, humilde, donde siempre se laburó mucho. Pero apareció esto”.

Así, cuando terminó la secundaria, Mateo decidió quedarse en su casa,  estudiar y trabajar por su cuenta. Es que como dice, todos los días se aprende algo nuevo. 

En los inicios, el joven, no sabía absolutamente nada de costurería. Era comenzar de cero y aprender todo, desde coser hasta diseñar. 

En tiempos de aplicaciones, lejos de usar programas de última tecnología, el joven fue a lo simple, Paint de Windows, aquel viejo programa que resiste al paso del tiempo por su simpleza y sus actualizaciones. 

En ese editor de imágenes desarrollado por Microsoft, este emprendedor realizó sus primeros diseños, que luego cosió con ayuda de su abuela, aquella mujer que de alguna forma le inculcó su pasión por la costura. Es que Mateo siempre la vio al lado de la máquina, cosiendo un gran vestido de gala o un pequeño encargo de alguna vecina. 

A la distancia, admite que esa fue su principal influencia para decidir dedicarse a este mercado que siempre le gustó ya que, como dice, “de chiquito veía el lanzamiento de las grandes marcas y las zapatillas. Eso era un indicio”, reconoce a la distancia.

En esos primeros tiempos, mientras Paint era su arma de diseño, su abuela y madre lo aconsejaban al momento de pensar en la costura. “Ellas siempre estuvieron al lado. Como mi abuela es costurera me tiraba los tips, que la máquina la regule para este lado, que me fije de un detalle y así”.

Convencido de lo que quería, Mateo fue a fondo con su emprendimiento. A principios del 2020 compró su propia máquina. El equipo llegó una semana antes de la pandemia, lo que de alguna forma lo terminó beneficiando. Es que en tiempos de aislamiento, cuarentena y restricciones, se dedicó a estudiar y aprender, usando otra arma valiosa en estos tiempos: Youtube. 

Hasta junio se decidió exclusivamente a aprender y en julio decidió comenzar a producir, aprendiendo todo, desde cómo regular la máquina a qué tela comprar. “Fue un año de aprendizaje y en agosto de 2021 lancé mi primera tanda de ropa. No quería largar así nomás, quería que tenga su trabajo, su detalle y lo más perfecto posible, así empecé”.

La primera tanda fueron 9 diseños de buzos y el resultado fue el mejor. “No tenía las mejores expectativas. Pensé que iba a llevar un tiempito, que se haga conocida la página, que me empiecen a conocer, pero tuve el apoyo de mis amigos y en un mes vendí todos los que tenía publicados, y ahí fue que dije ‘es por acá el camino, hay que meterle pata’”.

En la actualidad, Mateo tiene cinco drops de ropa. 

Sobre su estilo, asegura que busca algo distinto que agrade al ojo, tratar de cambiar un poco el aire de la ciudad, porque iba al centro y siempre veía las mismas cosas; la ropa apretada, el buzo con un cartel en inglés que nadie sabe lo que dice. Entonces buscaba algo distinto, no tan loco, pero “que tenga su estilo cada uno”, explica.  

A poco de cumplirse el primer año de lanzamiento de su propia marca, él quiere seguir creciendo. Por eso asegura que el próximo paso es incorporar alguien que lo ayude con la costura, para poder aumentar la cantidad de ventas. Y así seguir emprendiendo, arriesgándose a lo desconocido como hizo en su momento cuando dejó la escuela, la tarea y la vida de estudiante para dedicarse a emprender -usando Paint- y soñar, porque a fin de cuentas de eso se trata.

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