Desde marzo del 2020, a comienzos de la pandemia, muchas personas se enfrentaron una "nueva normalidad" y precisamente a la situación de tener que diferenciar entre la actividad laboral y la vida personal, lo que se tornó para muchos en una dificultad.

La gran mayoría de los trabajadores se encontró a flote de mayores responsabilidades, más demanda por parte de su empleo. También allí se despertaron otras preocupaciones básicas en torno al día a día. ¿Cuándo respondo al correo electrónico? ¿Cuándo lavo la ropa? ¿Cuándo juego con mis hijos? Muchas actividades pasaron de estar algo contenidas dentro de las horas establecidas a convertirse en una posibilidad en casi cualquier momento del día o de la noche.

Para algunos, como en el caso de aquellos que solían viajar largos tramos para llegar a sus trabajos, esta nueva libertad de acción les brindó más tiempo y espacio para ampliar una gama de actividades como más ejercicio, contacto (al menos virtual) con familiares o trabajo enfocado. Pero no todos lo viven de la misma manera. Hay muchas personas que con el aislamiento social preventivo y obligatorio jamás han vuelto a encontrar su ritmo, incluso después de un año de trabajo remoto. Esto, sin dudas, está empezando a pasar factura.

Si tu caso se encuentra en el último grupo, hay una manera de salir de la confusión. Tenés que convertirte en un entrenador de gestión del tiempo, y hay tres áreas en las que debés establecer límites para ser más productivo cuando trabajes y para que realmente te despejes durante tu tiempo libre.

✋ Límites con el trabajo

Trabajar las 24 horas del día, los siete días de la semana, o simplemente sentir que se está trabajando las 24 horas del día, los siete días de la semana, es una modalidad que sólo tiene como destino final el agotamiento. Después, como es de esperarse, llegan con él la baja en la productividad general. Incluso si tu trabajo es completamente remoto y técnicamente podés trabajar en cualquier momento, no siempre debes estar “encendido”.

Es más fácil definir límites saludables en el trabajo cuando hay una hora establecida para comenzar y terminar. Esta distinción es similar a la función de un viaje diario que te obliga a entrar y luego salir de la oficina en un horario regular. Para eso, podés preguntarte: si tuviera que tomar un tren para llegar hasta el trabajo, ¿cómo organizaría mi día? ¿Cuánto tiempo dedicaría a determinadas ocupaciones? ¿A qué diría que sí y a qué que no?

También debés pensar el tipo de límites que tenías antes del trabajo remoto: ¿Tenías los fines de semana libres? ¿Cuánto trabajo hacías después de horas, si es que lo hacías? Y luego preguntate seriamente si hay una razón legítima por la que esos límites no puedan ser los mismos que cuando trabajabas en la oficina. Si lo hay, entonces podrías establecer horas en la noche para recuperar el tiempo ocupado durante el día. Pero si aún podés terminar todo su trabajo durante el día, como solía suceder antes de la pandemia, permitite terminar a tiempo y dedicate a “desenchufar” durante las noches y los fines de semana.

El trabajo remoto obliga a poner límites tanto laborales como familiares y personales
El trabajo remoto obliga a poner límites tanto laborales como familiares y personales

Para ayudar a reforzar esos límites, guardá la computadora del trabajo, no revises el correo electrónico laboral y asegurate de que las notificaciones estén silenciadas. Si es necesario, acordá con tus colegas y clientes sobre tu disponibilidad para que sepan qué esperar y cómo comunicarse con vos si algo es realmente urgente.

Límites con la familia

El entorno de trabajo desde casa se ha visto realmente diferente de lo habitual, con el trabajo y la escuela a menudo en el mismo espacio.

Como positivo, algunos han logrado hacer cosas no habituales como almorzar con su pareja o ver mucho más a sus hijos. Entre lo negativo, puede resultar más difícil decir que no a participar en actividades personales cuando se está en casa y debido a los protocolos necesarios.

Ya sea con los chicos, la pareja o mascotas, tu primera acción para establecer límites en el hogar es aclarar qué querés y necesitás. Haciendo referencia al consejo anterior sobre los límites del trabajo, esto debería ser fácil de aplicar. Contale a las personas que conviven con vos cuáles son tus expectativas. Por ejemplo, hacerles saber: “Cuando estoy en el lugar donde trabajo, necesito que esperes para hablar conmigo a menos que sea una emergencia”. O “si ésta es una conversación de cinco minutos, podemos hablar de inmediato; si es una charla que nos demandará más tiempo, hablemos una vez que termine con mi obligación laboral”.

Después, reforzar constantemente estos límites. Ceñirse a las horas programadas para comenzar y terminar el trabajo y dejar en claro cuándo está y cuándo no está disponible.

Límites con vos mismo

A veces, los problemas con los límites provienen de afuera. Pero especialmente si la fatiga del trabajo desde casa se ha establecido, el área más importante en la que es posible que debas establecer límites podría ser dentro tuyo.

Si algo en tu propia vida te está haciendo perder el rumbo, abordalo de frente. Eso podría significar configurar bloqueadores de aplicaciones y sitios web o bien darte un tiempo específico para hacer las cosas que te preocupan o te interesan antes o después del trabajo. Además, es importante que también logres reservar tiempo de tu semana para las cosas que te hacen bien, te agradan y te ponen feliz, como salir a caminar, leer un libro o aprender algo nuevo.

La estructura en la era del trabajo remoto es mucho más desafiante porque tiene menos límites naturales. Pero es posible (y necesario) establecer y mantener límites en estas tres áreas para lograr un estilo de vida más productivo, agradable y sostenible.

Con información de La Nación

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