Todos los días Cristina Silva para llegar a su puesto de trabajo, en la Dirección del Hospital Alvear, pasa al frente de aquella foto donde está su padre. A veces la mira, a veces no, pero siempre la tiene presente. En la imagen se ve a Osvaldo Felipe Silva (77) vestido de futbolista, representando al viejo equipo que tenía el Hospital Alvear de Kilómetro 3, cuando todavía era de YPF; la petrolera estatal que se fundó en la década del 20 y que tuvo a Comodoro como su primer y más importante yacimiento, tanto que hoy es imposible pensar la vida del barrio General Mosconi, sin recordar la petrolera estatal.

Como dice ella, por cosas del destino su vida está ligada al hospital donde hoy trabaja, ya que allí se enamoraron sus padres, quienes dedicaron toda su vida a la salud.

Este 21 de septiembre, como sucede cada año, se celebra el Día de la Sanidad y qué mejor que recordarlo con la historia de Osvaldo y María Ramona Marín (75), su compañera de vida.

Se conocieron en la escuela de la Cruz Roja, se enamoraron en el hospital de YPF y juntos vivieron una vida dedicada a la salud

Por estos días, ellos ya disfrutan del beneficio de la jubilación. Viven en el barrio Belgrano Viejo, en la casa que compraron cuando recién se casaron y disfrutan de sus nietos, y la visitas de sus hijas: Marisa y Cristina. 

Allí precisamente recibieron a un equipo de ADNSUR y contaron su historia, aquella que comenzó cuando María era estudiante de enfermería en la Escuela de la Cruz Roja, y Osvaldo enseñaba las prácticas a las aspirantes.

Entre risas, cuentan, que en ese tiempo su vínculo era netamente profesional. “Prácticamente no nos dábamos bolilla. Él, al personal de estudiantes los mantenía allá”, dice Ramona señalando con su dedo la distancia. “Era ir de estudiante, no buscar noviecito”, completa Osvaldo entre risas.

Las clases y prácticas pasaron y finalmente María se terminó recibiendo de enfermera y no volvió a ver a Osvaldo. Al poco tiempo comenzó a trabajar en la clínica del doctor Pirosanto, el Alvear y Dorrego, y continuó su vida, aprendiendo todo lo que podía.

Pero un día todo comenzó a cambiar, cuando recibió un inesperado llamado. “Una buena tarde me llamaron de personal de YPF que me tenía que presentar con mi documentación, ya sea diploma, DNI, y todo lo correspondiente. Me presenté al día siguiente a la mañana y era para entrar a la empresa. Yo no estaba buscando trabajo, y terminé ingresando el 19 de agosto del 69”.

Osvaldo y María desfilando con la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja. Foto: Libro: "El Alvear", Daniel Alonso y Humberto Lovecchio
Osvaldo y María desfilando con la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja. Foto: Libro: "El Alvear", Daniel Alonso y Humberto Lovecchio

Por entonces ella tenía 21 años y Osvaldo 23, y ya trabajaba en el hospital, aquel lugar al que había ingresado siendo menor de edad para trabajar en el archivo, en el turno noche, y así poder avanzar con sus estudios. Allí pasó años enteros hasta que se recibió de enfermero y cambió de sector.

Cuando María entró, él estaba en el sector de traumatología. Ella, en tanto, ingresó a Sala de Operaciones y Cirugía, hasta que tres años después le pidieron pasar al piso, al servicio de Cirugía de hombres, haciendo relevos tres veces por semana en Traumatología. 

Allí se reencontró con Osvaldo, quien la cuidaba en un servicio donde los pacientes eran hombres. Eran muy compañeros, cuentan entre risas, y así, entre operaciones, curaciones y descansos, nació el amor.

Corría la década 70 y eran tiempos difíciles, recuerda la pareja. María venía de una familia conservadora de 9 hermanos y solo salía de Standard Norte para trabajar en el hospital. Muchas veces la traían y la llevaban, y así solo podían encontrarse con Osvaldo en algunos momentos de descanso.

Incluso cuentan que era difícil verse cuando ambos estaban de franco, ya que ella no salía de su casa, pero él tampoco podía ir a visitarla. “Nos veíamos acá en el trabajo. Cuando ella venía en transporte a trabajar yo la esperaba un ratito antes en La Proveeduría. De ahí la llevaba al trabajo, pero eran 10 o 15 minutos, y mis visitas eran muy pocas, en el living, el comedor, sentado en una silla y de ahí no me movía, pero nadie me venía a ver ni a saludar ni nada”.

María recuerda que nunca compartieron una cena, y admite que sus padres eran muy reacios. 

Cansados de tantas complicaciones, poco tiempo después, como se acostumbraba en esa época, Osvaldo fue a pedir permiso al padre de María para que puedan salir y comprometerse. El hombre lo recibió bien, y le dijo que no había ningún problema. Así formalizaron el noviazgo, y al menos podían salir juntos en compañía de un hermano de María, que les hacía la gamba. 

Se conocieron en la escuela de la Cruz Roja, se enamoraron en el hospital de YPF y juntos vivieron una vida dedicada a la salud

A la distancia son cosas que recuerdan entre risas. En la charla cuentan que uno de los hermanos de María los acompañaba para salir y después hacía la suya, y se volvía a encontrar con su hermana solo para volver a su casa.

Cansados de tantas privaciones la pareja decidió casarse y finalmente el 3 de septiembre de 1971 se casaron por civil y el 4 por la iglesia. Para hacerlo María se escapó de su casa. Tras pasar por el altar el matrimonio decidió irse de luna de miel a Buenos Aires, y a la vuelta comenzó a hacer su vida juntos sin privaciones.

Al poco tiempo nació Marisa, la mayor de las hermanas, y luego vino Cristina, que hoy trabaja en el Alvear.

Cristina junto a la foto, donde está su padre, que adorna el pasillo del Hospital Alvear.
Cristina junto a la foto, donde está su padre, que adorna el pasillo del Hospital Alvear.

Este mes, Osvaldo y María cumplieron 50 años de casados, toda una vida que complementaron con su trabajo en el Hospital Alvear.

Allí pasaron grandes momentos de su vida, y malos también, como cuando se privatizó YPF y el hospital quedó a la deriva. Lejos de irse, ellos decidieron quedarse y trabajaron 10 más en la cooperativa que se formó en ese entonces; una experiencia de la que no guardan gratos recuerdos.

“No hubo una buena organización. Los profesionales se pusieron sus buenos sueldos y nosotros nos quedamos abajo. Entonces quedamos jóvenes para jubilarnos y viejos para buscar trabajo. Por suerte se consiguió una jubilación para todo el hospital por trabajo insalubre, y así nos jubilamos”, cuenta Osvaldo.

Finalmente, María se jubiló en 2001 y Osvaldo en 2002. Desde entonces, solo trabajaron con algunos pacientes privados del doctor (Alberto) Roura.

La entrevista va llegando a su fin, y la pregunta es inevitable ¿Qué significa para ellos la salud? “Es mucho”, dice María, emocionada. “Porque vos te entregás de lleno al paciente, lo tomás como si fuera un familiar tuyo”. “Claro”, agrega Osvaldo. “Era muy familiar YPF, nos conocíamos todos, entonces tenías 15 o 20 pacientes, pero con todos charlabas, hablabas”, dice con alegría este hombre que junto a su esposa dedicó su vida a la salud, un oficio que marcó su impronta en esta pandemia.  

Este mes Osvaldo y María renovaron sus votos al cumplir 50 años de casados.
Este mes Osvaldo y María renovaron sus votos al cumplir 50 años de casados.
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