Por qué el recambio del tramo más dañado del acueducto Lago Musters es clave para evitar colapsos en verano
La obra contempla 40 kilómetros de nuevas cañerías, refuerzos eléctricos y reservas adicionales. Se busca prevenir roturas que, cada verano, agravan el problema de abastecimiento de agua en Comodoro Rivadavia y Rada Tilly.

Tras la confirmación del financiamiento internacional, se pondrá en marcha una obra clave para el sistema de agua en Comodoro Rivadavia: el recambio del tramo más dañado del acueducto Lago Musters–Comodoro. Se trata de los 40 kilómetros entre Cerro Negro y Valle Hermoso, donde se concentra la mayor cantidad de roturas durante los meses de más alto consumo.
Ese tramo, inaugurado en 1999 como parte del segundo acueducto, fue construido con cañerías cuya estructura es de hierro recubierto con fibrocemento. Con el paso de los años y por una protección catódica inadecuada, desde la habilitación de la obra, la parte metálica se fue deteriorando por corrosión, generando filtraciones y roturas cada vez más frecuentes.
Qué materiales se usarán y por qué son importantes
El nuevo tramo será construido con materiales más modernos y resistentes. Los técnicos analizan dos alternativas: PRFV (un material similar a la fibra de vidrio) o PVCO (un tipo de plástico de alta resistencia). En ambos casos, se trata de soluciones más duraderas y que no incluyen componentes metálicos, lo que elimina el riesgo de corrosión interna.
Este cambio estructural permitirá reducir las pérdidas de agua y las interrupciones que se agravan cada verano, cuando el sistema no sólo sufre roturas, sino que además debe ser detenido para recuperar reservas.
Conviene no perder de vista con los problemas de abastecimiento tienen dos orígenes. Uno, las posibles roturas; y el otro, por falta de caudal suficiente ante el crecimiento de la demanda.
Obras complementarias: energía y almacenamiento
La modernización incluye también un refuerzo del sistema energético. Para eso se proyecta la construcción de una línea de media o alta tensión, con dos alternativas: realizar dos ternas de 33 kilovolts o directamente una línea de 132 kv, lo que implicaría también una estación transformadora para reducir la tensión a los niveles operativos del sistema (33 y 13,2 kv).
La definición de las alternativas técnicas se vincula con los costos. Al momento de realizar el proyecto ejecutivo, se deberá definir si se avanza con la primera alternativa, que deja prevista la posibilidad de ampliación posterior, o directamente con la segunda.
En cualquier caso, el refuerzo de energía también permitirá reemplazar los viejos motores Whortington, utilizados por el acueducto de 1966, que, si bien siguen operativos, son ineficientes, costosos y prácticamente imposibles de reparar por falta de repuestos. Estos motores seguirán funcionando en paralelo con los del sistema de 1999, pero serán progresivamente reemplazados, a partir de la electrificación del sistema de transporte.
También está prevista la construcción de nuevas cisternas, para ampliar la capacidad de reserva en al menos 15.000 metros cúbicos, sobre los 110.000 actuales.
¿Y la repotenciación?
El último paso del proceso será retomar la postergada obra de repotenciación, que apunta a incrementar el caudal de agua transportado: de los actuales 4.800 a unos 7.000 metros cúbicos por hora. Esta obra fue iniciada en 2013 y quedó inconclusa, con un avance que se estima entre un 60% y un 80%.
Paradójicamente, su paralización evitó un colapso mayor: de haberse inyectado más agua a un sistema con cañerías deterioradas, las roturas se habrían multiplicado.
Con el recambio de las cañerías más vulnerables y la mejora energética, la repotenciación se convertirá en el paso lógico para asegurar el suministro de agua en las épocas de mayor demanda. Aunque hoy está entre las obras frenadas por el gobierno nacional, su alto nivel de avance podría facilitar su reactivación.
