Cuando la pandemia llegó a Argentina y se decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio, todos los propietarios de comercios y trabajadores se llenaron de incertidumbres sobre el panorama laboral futuro. Y este sexshop de Comodoro, no fue la excepción. 

"Primero pensamos: nos fundimos, porque no somos un producto de primera necesidad", recuerda la propietaria, pero reconoce que "después nos dimos cuenta que la sexualidad es una parte fundamental de la vida humana".

Incluso, el aislamiento abrió una serie de posibilidades que no habían contemplado.

"La gente que tenía encuentros causales se vio restringida de vincularse con otros por el aislamiento, y las parejas, que normalmente pasaban horas separadas por el trabajo, ahora empezaron a estar todo el tiempo juntas", menciona.

"Así que ahí fue como un 'boom': por un lado las parejas querían reinventerse (y salir de la rutina) y la gente que estaba sola quería desde un aparato que te permita conectarte con su pareja a la distancia o un juguete que te permite vivenciar tu sexualidad en soledad y descubrirte más también".

Destaca que lo que más se trabajó en ese tiempo fue la confianza con el cliente, "para que las personas cuando lleguen acá se sientan en total comodidad de exponer su intimidad para que las asesoremos y las guiemos".

Aseguran que son "super inclusivas" y cubren "cualquier edad, cualquier talla, género y sexo".

"Antes era un público mayoritariamente femenino, entre 30 y 45 años, pero se fue ampliando... vienen desde parejitas jóvenes a comprar preservativos o un gel íntimo, público joven a curiosear que sabe que aunque no compre nada se lo asesora, hasta gente mayor a buscar la línea terapéutica, recomendada por el urólogo o ginecólogo".

Sexshop en Comodoro: el aislamiento y la pandemia consolidó el negocio
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