Palmira tenía hijos que habían hecho el servicio militar, y sabía lo que era tenerlos lejos de casa. Cuando estalló la guerra de Malvinas, no podía dejar de pensar en esos jóvenes que habían dejado sus hogares, y en las familias que quedaron esperando su regreso. Por eso, cuando empezaron a llegar los primeros heridos al Hospital de Comodoro, fue una de las primeras en acercarse a aportar su granito de arena.

"Cuando se declara la guerra, mi mamá, con otras mujeres, se juntaban a tejer guantes, gorros, bufandas... Fue la primera que se acercó para ver si necesitaban algo, llevarles de comer, ofrecerse a escribirles a las familias", cuenta Alba Casado.

Palmira Bertotti de Casado falleció hace una década atrás, el 31 de marzo del 2012. "Cuando tuve que limpiar la casa, desocuparla, me volví a encontrar con estas cartas, y por supuesto las guardé. Lo único que me quedan son las contestaciones de los padres a las cartas que mi madre les escribía después de haber estado con sus hijos", dice Alba a ADNSUR.

El recorrido de la tinta permite adivinar el temor de los padres, el agradecimiento por recibir noticias, la esperanza de volver a abrazarlos y las expectativas por el resultado de la guerra.

Palmira, la mujer que visitaba a los soldados heridos en Comodoro y les escribía cartas a sus padres

"LOS ARGENTINOS CUANDO MATAMOS, LO HACEMOS DEFENDIENDO A LA PATRIA"

Raúl tuvo que hacer el servicio militar en Corrientes aunque su familia estaba en Santa Fé, porque no le tomaron el cambio de domicilio que hizo en el Registro Civil. Fue uno de los jóvenes soldados heridos en Malvinas que pasó por el Hospital Militar de Comodoro. Allí conoció a Palmira.

"Soy el muchacho que estaba en la segunda cama del Hospital Militar de Comodoro, mi nombre es Raúl Flores, me siento muy contento de que le haya escrito a mi madre para hacerle saber que yo me encontraba bien", le agradeció en una carta fechada el 18 de junio de 1982 escrita desde su casa en Helvecia, Santa Fé.

En en ella le contaba que tras estar en Comodoro fue trasladado al hospital militar de Campo de Mayo hasta que estuvo completamente recuperado, y luego fue a la Escuela de Ingenieros antes de volver a su unidad de origen, donde les dieron una licencia para ver a sus familiares.

Palmira, la mujer que visitaba a los soldados heridos en Comodoro y les escribía cartas a sus padres

Una semana antes, sin saber que su hijo volvería a casa, Pedro le escribió a Palmira, la mujer que había permitido que el correo les llevara algo de alivio con noticias sobre Raúl. 

 "Es bueno comunicarse con otras personas, mas en este momento cuando estamos siendo tomados a prueba por las potencias que integran el Tratado del Atlántico Norte OTAN. Pero yo estoy seguro que ganaremos en todos los frentes. Es decir en la unión latinoamericana que ya está tomando forma. Aparte de los combates aéreos ganados por nuestros maravillosos pilotos, la Armada y la Infantería que pelean en el frente sin trampas sucias como lo hacen los británicos", escribía el 9 de junio de 1982 el señor Flores. 

"Se comprende por qué los argentinos no estamos acostumbrados a matar y cuando lo hacemos es defendiendo la patria", remarca, y agrega más adelante: "En fútbol también ganaremos, estoy seguro".

"MUCHOS DE ESTOS SOLDADITOS NECESITABAN EL CARIÑO Y EL AMOR DE UNA MADRE"

Carmen era mamá de Daniel. La carta de Palmira espantó de su corazón el frío que el miedo por perder a su hijo había instalado. El 18 de julio de 1982, y ya con su hijo recuperado en casa, Carmen le escribió a Palmira para agradecer ese invaluable gesto de acompañar a su hijo "cuando más me necesitaba", cuando ella misma no podía estar a su lado.

"Me ha llenado de satisfacción y emoción el saber que usted y muchas madres iban a verle a Daniel cuando estuvo en el Hospital Militar... Yo se lo agradezco de todo corazón señora porque sé que lo hacían de corazón, porque muchos de estos soldaditos necesitaban el cariño y el amor de una madre", escribió.

Palmira, la mujer que visitaba a los soldados heridos en Comodoro y les escribía cartas a sus padres

"Nosotras, las madres, al estar lejos de ellos, rezábamos y pedíamos a Dios por todos esos soldados que tuvieron que dar sus vidas para recuperar lo que es y será nuestro", recordaba.

Le contó que su hijo le habló "muy bien de ustedes, que los trataban muy bien y que les daban lo que necesitaban y además que ustedes les llevaban mucho aliento y cariño".

"Yo no la conozco, pero me imagino que usted es una señora muy buena y muy amable. Les doy las gracias por haberle ayudado a mi hijo cuando más me necesitaba", cierra la carta.

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