Marcela Casal Sánchez era enfermera del Sanatorio Mater Dei hace unos 10 años cuando durante una tarde vivió una situación dramática. Un recién nacido, que estaba bajo sus cuidados, había sido rechazado por su familia por tener Síndrome de Down. Un caso de los que no se detectan durante el embarazo. 

Por primera vez eran testigos de una situación tan fuerte. La familia no lo aceptó. La enfermera aseguró - en diálogo con Infobae - que nunca alcanzó a ver la cara de los padres biológicos, quienes enseguida pidieron que retiraran la cuna de la habitación

“La reacción de ellos fue muy precipitada, como si estuviera pensada de antemano. Intervinieron en el caso muchas personas, la parte legal del sanatorio, porque devolvieron el certificado de nacimiento a la partera”, explicó.

Como se trata de un sanatorio católico, también intervinieron las hermanas del Mater Dei, quienes intentaron tocar el corazón de esos padres. Pero no hubo manera. “En ese tiempo estuvo en brazos de todos. Nosotros lo traíamos de la terapia. Lo sacábamos. Lo poníamos en la cuna, en el huevito, se la pasó de brazo en brazo, como yo digo, con todas las tías”, relató.

Marcela había tenido la ilusión de a lo mejor al día siguiente la situación cambiaba, pero nada de eso ocurría. “Lo que pasó fue como muy fuerte. Verlo ahí solo, sabiendo lo importante que es para un recién nacido el contacto con su mamá, el pecho de su mamá, las caricias de su mamá, la voz de su mamá”, recuerda sobre las emociones que la atravesaron durante esos dos meses, donde ella y sus compañeros lo dieron todo.

Hace 10 años también la enfermera se había planteado una adopción con su pareja. No quedaba embarazada. “Santiago se me metió en el corazón de entrada con todo lo que estaba pasando. Tenía la necesidad de tenerlo todo el tiempo en mis brazos. De que se sintiera acompañado y amado”.

Nació con Síndrome de Down, los padres lo abandonaron y lo adoptó una enfermera

El 27 de diciembre cuando Marcela llegó Santiago ya no estaba. Le habían asignado una familia de tránsito hasta que se definiera su situación de adoptabilidad. Y fue con su madre a golpear la puerta del Juzgado. Se había anotado en una lista, pero para poder ser elegida le dijeron que tenía que inscribirse en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga)

En marzo del año siguiente la llamaron del juzgado. A la jueza María del Carmen Bacigalupo de Girard la había visto una vez en el Mater Dei acompañada de las hermanas durante una visita a Santiago. La había visto de lejos. Ahora la tenía sentada enfrente y le preguntaba por qué creía que los había citado. La enfermera se quedó muda, mirándola. 

Ante la falta de respuesta, la jueza dijo. “Bueno, porque yo quiero que ustedes sean los padres de Santiago”. Y nos largamos a llorar. No imaginamos que en ese momento iba a estar la resolución de la jueza. Me dijo en ese momento que había priorizado por sobre todo el contacto que yo había tenido con Santiago, independientemente de las evaluaciones y de todo lo que tenía que ver con lo formal”, contó

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Al mencionar a su pareja, la mamá de Santiago, aclara: “Yo no tengo más pareja. La persona que estaba conmigo al año de Santiago decidió irse, tomar otro camino y nos quedamos los dos solitos”, explicó muy entera.

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