BRASIL (ADNSUR) - João Gilberto, el hombre que revolucionó la música brasileña con la invención de la bossa nova que después fue exportada a todo el mundo, falleció este sábado a los 88 años.

La triste noticia fue comunicada por su hijo Marcelo Gilberto en Facebook: “Mi padre ha fallecido. Intentó mantener la dignidad ante la pérdida de su soberanía. Doy las gracias a mi familia (a mi lado de la familia) por estar ahí junto a él”, ha escrito en inglés el hijo, que vive en Estados Unidos, en su mensaje.

De acuerdo a lo publicado por El País, la causa de la muerte no ha sido divulgada.

Nacido en Juazeiro, estado de Bahía, de joven emigró a Río de Janeiro, donde junto a Tom Jobim y Vinicius de Moraes crearon aquel nuevo estilo de música que fusiona samba y jazz. Lo bautizaron nueva ola. El cantante y guitarrista concluyó en 1957 el trío de discos con los que la bossa nova se presentó al mundo, Chega de saudade (1959), O amor, o sorriso e a flor (1960), y João Gilberto (1961).

Gilberto llevaba muchos años apartado de los focos, carcomido por las deudas, con problemas familiares. El pasado marzo ganó un pleito por los derechos de autor de sus primeros discos por el que según una juez le debían pagar 40 millones de euros en royalties atrasados. No recibía a nadie en su casa, excepto a algunos miembros de su familia, no daba entrevistas ni actuaba en escenarios. En 2017, su hija, la también cantante Bebel Gilberto, comenzó a mover un proceso para privar a su padre de derechos civiles. El motivo era su precaria situación financiera: incluso fue desalojado del apartamento donde vivía en Río de Janeiro.

Con su interpretación de Chega de Saudade, compuesta por Jobim y Mraoes, dio inicio a una revolución que sacudiría la música brasileña y mundial. Sin aquel disco, Caetano Veloso, Gilberto Gi, Chico Buarque y muchos otros no existirían. Gilberto fue siempre un perfeccionista y un sufridor nato: “Mi imagen de João Gilberto es la de un quijote que lucha por afinar un universo inevitablemente desafinado”, afirmó Zuza Man de Mello, cronista musical y amigo personal del cantante.

Gilberto comenzó de muy joven a cantar música que escuchaba por la radio en la plaza de su pueblo antes de mudarse a Salvador de Bahía con intención de vivir de su pasión, según relata el diario carioca O Globo. Más tarde se instalaría en Río de Janeiro como cantante de un grupo llamados Garotos da Lua (Chicos de la luna). Aquello no funcionó y abandonó la ciudad, entonces la capital de Brasil, en busca de nuevos rumbos donde triunfar. Durante seis meses que pasó en casa de una de sus hermanas en Diamantina (Minas Gerais) salió poco a la calle, fue parco en palabras pero pasó las noches probando nuevos ritmos con la guitarra. Ritmos que acabaron siendo revolucionarios.

Tenía 26 años cuando regresó a Río de Janeiro en 1957 para, como afirmó Tom Jobim, influir a “toda una generación de arreglistas, guitarristas, músicos y cantantes”.

Su última actuación fue en 2008 porque en 2011 anuló una más por lo que su productor fue condenado a pagar al teatro. Se prodigaba tan poco que sus últimos conciertos fueron auténticos acontecimientos en Brasil. Le gustaba actuar solo, de traje y corbata, con solo un taburete y la guitarra que abrazaba con dulzura.

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