COMODORO RIVADAVIA - Mientras los diferentes parques eólicos de la provincia y el país mejoran sus condiciones productivas de energía limpia, y el Gobierno Nacional firma nuevos contratos apostando a proyectos que aportarán electricidad a través del viento, nuestros “molinos” no solo siguen destruyéndose en sus antiguos lugares de emplazamiento sino que, hasta para el ideario popular, ya se han transformado en una antigua historia que murió en el tiempo.

Con parques que funcionan tanto en Rawson como en Trelew -por mencionar los provinciales- y que se transforman en los sobrevivientes de aquel Antonio Morán que colocaba a la ciudad con “el mayor parque eólico del continente” y que dejaba ver sobre el cerro Arenales a los primeros gigantes instalados allá por 1994 y luego, previendo el potencial generador, fueron apareciendo otros molinos sobre el Chenque y cerros aledaños.

Hoy todos se observan ruinosos o en proceso de deterioro, soportando las violentas ráfagas de un viento que, según otros criterios, serían los productores de energía limpia y no la destrucción de sus torres o sus aspas pero, allí están como mudos testigos de un negocio que no funcionó y que nos costó muchos millones.

De acuerdo a la nueva “apuesta nacional”, serán siete los parques que aportarán energía eólica; tres en provincia de Buenos Aires, uno en Río Negro, uno en Neuquén, otro en Santa Cruz y el proyecto Kosten, en nuestra provincia y cercano a Comodoro Rivadavia, ubicado en Pampa del Castillo, los que se prevé aportarán algo más de 400 megavatios a la red nacional de energía eléctrica.

Volvemos a quedar fuera de ambiciosos programas que pudieron convertirse en la tan mentada y esperada diversificación laboral y que según funcionarios comodorenses de aquel entonces cuando -el viento corría a nuestro favor- aseguraban que “el parque eólico generará una sana energía para el medio ambiente, ya que producirá energía renovable y no contaminante, evitará el uso de combustibles no renovables, la emisión de contaminantes a la atmósfera y colaborará con el Programa Internacional de Cambio Climático Global, y por ende con la disminución del efecto invernadero, según lo que se recomienda en el Tratado del Clima, en la Reunión Cumbre de la Tierra en 1992”.

Con parte de ese sueño en el cajón de los recuerdos, se espera que el proyecto que nos toca de cerca pueda, como recurso laboral, generar precisamente algunos puestos de trabajo que pueda absorber una parte de la mano de obra desocupada que tenemos y que, lamentablemente, se espera crecerá en un futuro no muy lejano, en el marco de una cruda realidad regional-nacional.

En total y teniendo en cuenta proyectos eólicos y de plantas solares, se espera que de manera sana y limpia se aporten más de 800 megavatios a la red nacional, con una inversión varias veces millonaria en dólares que, ojalá suceda, absorba parte de esa masa humana-laboral que se encuentra desocupada o en potencial peligro.

Fuente: Crónica

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