CAPITAL FEDERAL - Consultores de organismos internacionales y activistas locales que bregan por el fin de la “Guerra contra las drogas” se esperanzaron este jueves en que “la regulación del cannabis abonará el camino para avanzar con otras sustancias”, pero coincidieron en que el paradigma prohibicionista “no se caerá como el muro de Berlín”, sino “paso a paso”.

“Existe el temor de que después de la regulación del cannabis se cierre la puerta a otras sustancias y que su excepcionalismo ponga en riesgo posibles cambios en otros mercados, pero yo nunca tuve ese miedo”, dijo el politólogo holandés Martin Jelsma durante la penúltima jornada de la 18º Cumbre Nacional sobre Políticas de Drogas, organizada por Intercambios Asociación Civil.

Este consultor internacional, experto y actual director del programa Drogas y Democracia del Transnational Institute (TNI) con base en la ciudad de Amsterdam explicó, no obstante, que “desmantelar el régimen global del prohibicionismo será un proceso lento y largo”.

“No va a caer el prohibicionismo internacional como el muro de Berlín: será paso por paso y sustancia por sustancia, a partir de mostrar en la práctica cómo funciona con una sustancia suave” como la marihuana, dijo.

En esa línea, Jelsma opinó que las siguientes sustancias en alcanzar la regulación legal “podrían ser la coca en su forma natural y las psicodélicas”.

Experiencias pioneras

Respecto a los principales avances alcanzados en materia de regulación del cannabis a nivel internacional, el experto apuntó el hecho de que “las experiencias pioneras -en EEUU, Uruguay, Canadá- sean en su mayoría positivas”, lo que hace que “más países están decidiendo seguir la misma dirección”.

En ese sentido, mencionó los casos de Nueva Zelanda, México y Luxemburgo, destacando que este último país “es el primero de Europa que está avanzando en diseñar una regulación”, ya que al mismo tiempo que “creará dificultades y tensiones adicionales” en le UE y también “abrirá la puerta a otros países del mundo” que se miran en este espejo.

“Pero en la ONU no hay todavía avances reales: la discusión en las conferencias en Viena de la Comisión de Estupefacientes hasta ahora han llevado a una polarización cada vez más fuerte”, dijo.

Desafíos

Jelsma identificó, por otro lado, dos principales desafíos a futuro en materia de regulación legal del cannabis: que las nuevas políticas estén basadas en “principios de justicia social y comercio justo” para “evitar que el mercado sea capturado por grandes empresas transnacionales y asegurarle su lugar a los pequeños cultivadores”; y “resolver las tensiones” que normas como las de Uruguay o Canadá representan en relación con “las convenciones y tratados de la ONU” en materia de drogas.

A su turno, la psicóloga rosarina fundadora de la Asociación de Usuarios y Profesionales para el Abordaje del Cannabis (Aupac), María Soledad Pedrana, hizo hincapié en que “el usuario debe ser el eje central para pensar cualquier regulación (del cannabis), más allá de la finalidad” de uso.

Esta consejera titular del consejo consultivo honorario del “Programa Nacional para el Estudio e Investigación del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis, sus Derivados y Tratamientos no Convencionales” que se creó por el Ministerio de Salud en a partir de la sanción de la ley 27.350, cuestionó que esta norma “dejó afuera al grueso de la sociedad y a los usuarios, pero dejó bien adentro la experiencia que lleva adelante el hijo del gobernador de Jujuy”.

“La marihuana sigue siendo penalizada en nuestro país no solo por la ley de drogas -que no ha cambiado-, sino por una elite de la sociedad política que restringe el alcance de la ley de cannabis medicinal a los grandes emprendimientos como los que están queriendo desembarcar”, dijo.

No obstante, “lo que está avanzando son las autonomías provinciales y locales”, cuyos gobiernos “se están animando a experimentar lo poquito que esa ley permite”, como es el caso de la ciudad rionegrina de San Antonio Oeste, donde “se están emitiendo permisos para el autocultivo y producción artesanal de los aceites”.

Las organizaciones cannábicas son semillas de la resistencia, han sobrevivido una y otra vez a las inmensas políticas represivas y son las que las verdaderamente dieron repuesta a los miles de pacientes que el Estado desatendió: eso fue comprendido por el Ministerio de Salud y por eso fueron integradas como un actor fundamental del consejo consultivo honorario”, dijo.

Pedrana aseguró que el cannábico es “un movimiento totalmente organizado a nivel país”, con más de 50 organizaciones en 23 provincias que no sólo está integrado por quienes “más saben en materia de cannabis”, sino por quienes “enseñaron a cultivar, a extraer y dosificar a miles de personas de este país sin cargarse un solo muerto en la espalda”, porque siempre “hemos puesto en primer lugar al paciente, incluso a costa de nuestra integridad física”.

Por eso, el desafío más urgente es alcanzar “una regulación que nos englobe a todos” y permita tanto “un acceso igualitario” al cannabis medicinal" como que "se deje de allanar las casas de los activistas que tienen cannabis para brindar a la sociedad”.

“Y el cannabis mismo -como hizo siempre- nos va a llevar de la mano a empezar a pensar en (la regulación de) otras drogas, y las primeras deberían ser las sustancias medicinales ancestrales que usan diferentes pueblos originarios como la psilocibina, el ayahuasca y la ibogaína”, dijo.

Por su parte, el coordinador del Acuerdo por la Regulación Legal del Cannabis Facundo Rivadeneira aseguró que “la regulación legal del cannabis en Argentina para mayores de 18 años es una medida necesaria y urgente” en virtud del “respeto por las libertades individuales y prácticas culturales” y la necesidad de “minimizar las secuelas del narcotráfico y proteger la salud pública”.

Fuente: Télam

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