NEUQUEN (ADNSUR)- El centro está construido detrás de una cerca de alambre de púas de 2,5 metros de alto que rodea todo el complejo de la estación espacial. Las visitas son sólo con cita previa.

Según publica La Nación, envuelto en un halo de misterio, el complejo ha provocado preocupación entre los residentes locales, alimentó teorías conspirativas y suscitó inquietud en el Gobierno de Donald Trump sobre su verdadero propósito, según docenas de vecinos, funcionarios argentinos actuales y anteriores, funcionarios estadounidenses, especialistas en satélites y astronomía y expertos legales consultados por Reuters.

El objetivo declarado de la estación es la observación y exploración espacial pacífica y, según medios de comunicación chinos, tuvo un papel clave en el aterrizaje pionero de una nave espacial china en el lado oscuro de la Luna en enero.

Pero el remoto complejo de 200 hectáreas funciona sin la supervisión aparente de autoridades argentinas, según cientos de páginas de documentos del Gobierno argentino obtenidos por Reuters y revisados por expertos en derecho internacional.

El acuerdo obliga a China a informar a Argentina de sus actividades en la estación, pero no proporciona ningún mecanismo de cumplimiento para que las autoridades garanticen que no se está usando con fines militares, dijeron los expertos en derecho internacional.

Pekín insiste en que su programa espacial tiene fines pacíficos y su Ministerio de Relaciones Exteriores en un comunicado destacó que la estación argentina es solo para uso civil. Dijo que la estación estaba abierta al público y a los medios de comunicación.

Los funcionarios argentinos han defendido la estación china con el argumento de que el acuerdo con China no es diferente del firmado con la Agencia Espacial Europea (ESA), que construyó una estación en una provincia vecina. Ambos tienen contratos de arrendamiento libres de impuestos por 50 años. Los científicos argentinos en teoría tienen acceso al 10 por ciento del tiempo de antena en ambas estaciones.

"Caja negra"

En Las Lajas, una ciudad de 7.000 habitantes ubicada a unos 40 minutos en automóvil de la estación china, en la provincia de Neuquén, la antena es una fuente de desconcierto y sospecha.

"Estas personas no permiten el acceso, no lo dejan ver", dijo Alfredo Garrido, un comerciante de 51 años. "Mi opinión es que no es una base de investigación científica, sino una base militar china".

Entre las teorías de conspiración más salvajes que los reporteros escucharon durante un viaje de dos días a la ciudad se destaca una: que la base estaba siendo utilizada para construir una bomba atómica.

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