“Es muy nuevo y reciente, todavía no estamos dando nombre de la empresa, que es muy, muy conocida, pero es cierto que recibimos la invitación oficial para el pase a la luna. Quieren llevar a nuestro Robertito y que forme parte de una misión”. 

Sol Maldonado Betanzo, al otro lado de la línea, no puede ocultar la emoción que siente por la posibilidad que su rover lunar, aquel que construyó junto a un gran equipo de trabajo, llegue a la luna. A la joven comodorense se la escucha feliz, aún sorprendida, sabe que todo es incipiente, y que todavía faltan definir grandes detalles, como la firma del contrato, analizar los tiempos y reunir el dinero para hacer el rover, pero la parte más difícil ya está.  

Ahora, como dice, falta reunir el dinero para construir el segundo prototipo del rover, porque como cuenta, en ingeniería espacial cada proyecto suele tener varias etapas, generalmente cinco. 

En el caso de "Robertito" es un prototipo preddvor, donde se hace “una propuesta del proyecto en general, pero no representa la realidad de lo que va a ser el rover”. Por esa razón, ahora sus creadores deben hacer el modelo de ingeniería, donde probarán las funcionalidades reales y se buscará que sea lo más similar al robot que vaya al espacio; preparado para sobrevivir en el entorno lunar, donde no hay atmósfera, y la radiación cósmica y la temperaturas son extremas.

Por supuesto, como dice Sol, los costos y la dificultad se elevan. Para dimensionarla basta decir que su construcción puede oscilar los 100 mil dólares. Sin embargo, más allá de lo que depare el destino, hoy tanto Sol, como el resto del equipo, integrado por otros tres comodorenses, están volando por las estrellas.

“Pase lo que pase para nosotros ya es un montón. Empezamos como una diversión para hacer algo y aprender un poco más, y pensar que está cerca de ser real nunca lo hubiésemos imaginado. Está muy copado, pero ojalá podamos avanzar y que en 2024 pueda viajar el rover”, dice con orgullo.

Robertito, Sol y el resto del equipo comodorense que participó de la creación del rover.
Robertito, Sol y el resto del equipo comodorense que participó de la creación del rover.

SOÑAR CON LAS ESTRELLAS

Lo cierto es que parece que el destino ya estaba marcado para Sol. Ella de chica alguna vez soñó con ser astronauta y de grande estuvo maravillada con los agujeros negros. Quizás por esa razón, cuando su novio le comentó que estaba abierta la convocatoria al Open Space, decidieron participar y construir un rover, siguiendo lo que siempre le gustó: la robótica.

Así se pusieron manos a la obra, y armaron un gran equipo junto a un grupo de jóvenes de distintas partes del país, entre ellos un francés, un cubano y tres comodorenses: la ingeniera Civil Cecilia Laskowski (23), y los estudiantes Santiago Núñez (24) y Nicolás Herrera (25), quienes cursan Ingeniería Electrónica y Analista Programador, y Licenciatura en Biología, respectivamente.

¿Pero qué es lo que motiva a explorar el espacio a esta ingeniería electrónica que nació y se crió en barrio Saavedra, y que estudió en un colegio Salesiano?

Según cuenta, Sol siempre se sintió atraída por lo sucedía más allá de las estrellas, y la escuela y sus actividades complementarias de alguna forma la fueron guiando en ese camino.

“Siempre me gustaron mucho las ciencias exactas. Pase por ese momento en que uno quiere ser abogado pero después quería ser astronauta, así que ya me gustaban esas cosas. Pero me acuerdo que en la secundaria, cuando mi hermano iba a la universidad me gustaba todo lo que venía qué hacía. A los 16 me metí en las olimpiadas de física, llegue a los nacionales y descubrí lo que era la electrónica, los circuitos, como era soldar”.

Ese fue el primer encuentro de Sol con su pasión. Curiosa, y con ganas de seguir aprendiendo decidió buscar oportunidades y un año después, gracias a una profesora  de ingles que le comentó de unas becas, obtuvo una para ir a Estados Unidos y participar durante dos semanas de un campamento científico en la Universidad de California de San Diego.

Para entrar escribió sobre agujeros negros y pasó varias entrevistas, entre ellas una completamente en ingles. La experiencia, a la cual postuló a través del instituto de inglés al que iba, para ella fue maravillosa, ya que ahí descubrió los talleres de electrónica y se dio cuenta que le gustaba.

Una vez que terminó la secundaria en el Instituto María Auxiliadora, donde también hizo la primaria, Sol decidió estudiar Ingeniería Electrónica en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.

Como su destino ya estaba escrito, tiempo después, por su promedio, ganó una beca de Pan American Energy a través de un programa que se lleva a cabo en alianza con la Fundación Cimientos y el Ministerio de Educación de la Provincia.

El mismo es más que una beca económica y se proyecta en la formación integral de los estudiantes, ofreciendo oportunidades complementarias como el acompañamiento personalizado a través de tutores y la posibilidad de realizar prácticas profesionales en la compañía, entre otras cosas.

A Sol, por ejemplo, le permitió conocer, siendo una adolescente, los dos institutos donde hoy estudia y trabaja: el Balseiro y el Invap, una empresa de investigaciones aplicadas, que desarrolla y comercializa productos tecnológicos de avanzada, como reactores nucleares experimentales, satélites científicos y de comunicaciones, sistemas de radares aeronáuticos, entre otros desarrollos.

Era el año 2017, pero ella lo recuerda como si fuese hoy. “Creo que estaban haciendo el primer Arsat. A mi me encantó y me acuerdo que pregunté cuántos ingenieros electrónicos entraban por año y me dijeron un número bajísimo, pero el lugar me encantó”.

A pesar que Balseiro e Invap le volaron la cabeza, Sol pensó que nunca iba a tener chance de ingresar. Sin embargo, aún le quedaba camino por recorrer.

La vida continuó para ella en Comodoro Rivadavia, pero nunca dejó de aprender. Así, mientras cursaba su carrera, realizaba su Práctica Profesional Supervisada en el Yacimiento Cerro Dragón. Fueron un total de 200 horas en el invierno de 2018, como como pasante en Ingeniería de Mantenimiento donde pudo trabajar junto con los equipos de Confiabilidad y Mantenimiento Predictivo, elaborando planes de mantenimiento para equipos de las plantas de gas.

La joven comodorense que se ganó una beca que la llevó al Balseiro y participa de un invento que podría llegar a la luna

Estaba realizando su tesis cuando Sol se volvió a cruzar con el Baseiro y todo comenzó a fluir con una simple charla que nunca olvidará. 

"Me acuerdo estaba haciendo mi proyecto final de la carrera de grado, sobre energías renovables, con mi hermano, que era ingeniero en perforación de YPF. Un día fuimos al campo a hacer investigación y ahí conocí a su jefe. Estuvimos hablando y me contó que había hecho una maestría en el Balseiro y que eran becadas. Me dijo que averigüe, me faltaba poco para recibirme y me puse a investigar que había”.

Entre búsqueda y búsqueda, Sol encontró una beca de verano para ir un mes a Balseiro. Sabiendo que él no ya lo tenía decidió postular y la aceptaron.

Fue en ese viaje donde decidió que quería estudiar una maestría en el instituto de Bariloche. El proceso no fue fácil, sin embargo, luego que postuló, rindió los exámenes con éxito e ingresó.

A la distancia admite que nunca pensó que una conversación le iba a cambiar el destino. 

La joven comodorense que se ganó una beca que la llevó al Balseiro y participa de un invento que podría llegar a la luna

En julio de 2019, Sol llegó a Bariloche. Al poco tiempo conoció a su actual pareja, y en plena pandemia se propuso tratar de entrar al INVAP. Tras buscar y buscar, terminó encontrando una postulación en Linkedin. Así, desde julio del año pasado trabaja en el lugar que alguna vez soñó, pero al que pensó que no podía entrar.

“Me acuerdo que esa vez que fui por la beca de Pan American, dije 'no tengo chance de entrar'. pero en la pandemia vi que estaban en la búsqueda de ingenieros electrónicos, que era para radiofrecuencia, y de cara rota dije lo mando, no pierdo nada y me llamaron. La verdad es que me encanta lo que hago. Siempre me gustó la investigación aplicada. Ahora estoy en dos proyectos: terminando con los radares primarios que se están vendiendo a Nigeria y que fue la primera exportación a otros países; y segundo, dedicada la mayor parte del tiempo a la carga útil del ARSAT-SG1, el satélite de comunicación”. 

Sol junto a su pareja, quien la contó del certamen Open Space, el inicio de todo.
Sol junto a su pareja, quien la contó del certamen Open Space, el inicio de todo.

Sol admite que admite que siempre le gusto el espacio y que sabe que es difícil ser astronauta, pero no imposible, por eso deja abierto su camino. "No lo descartó, porque todo esto te hace pensar que todo lo que creemos imposible, por estar alejado de ese mundo donde se hacen estas cosas, se puede hacer, aunque sea la parte de diseño y que otro puede estar interesado. Cada vez se van abriendo más las fronteras y eso está muy copado”, dice, esta joven que sueña con llegar a la luna, tal como posiblemente hará su rover, el proyecto que sintetiza toda una vida mirando a las estrellas.  

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